Fecha de publicación: 18 de noviembre de 2022

“Ahora bien, si, por lo tanto, no tiene sentido alguno oponer de manera metafísica —al modo como lo hace, por ejemplo, la extrema izquierda contemporánea— el liberalismo cultural […] y el liberalismo económico […], entonces se sigue necesariamente que estas dos declinaciones paralelas y complementarias del mismo software liberal están ellas mismas vinculadas de manera estructural con todos los progresos históricos del sistema capitalista. […] Poco importa, desde ese momento, que se parta de Milton Friedman, […] de Bernard-Henri Lévy o de Emmanuel Macron. El punto de llegada será, inevitablemente, siempre el mismo, a saber: un mundo […] convertido en íntegramente moderno (el que, en el fondo, Aldous Huxley tenía en mente cuando escribía Un mundo feliz), un mundo en el que Wall Street, Hollywood y Silicon Valley podrán por fin dar rienda suelta a todos sus fantasmas «posthumanos» y «transhumanos» sin tener que tropezarse jamás con el menor límite político o cultural ni con frontera geográfica alguna. Si el verdadero «progresista» es sobre todo el que exhorta a todos los pueblos de la Tierra a hacer «tabla rasa» de su pasado y a terminar con todos los residuos del «viejo mundo», entonces debería quedar claro que nadie está mejor armado para llevar a cabo semejante tarea que el mismo sistema capitalista”.

Jean-Claude Michéa (1950) es un autor polémico, y también clarividente, en el panorama intelectual contemporáneo. Aunque no muy conocido fuera del mundo francófono, este digno heredero intelectual de George Orwell y Christopher Lasch ha articulado en su obra una de las críticas más originales, mordaces y demoledoras que jamás se hayan lanzado contra el “liberalismo” y su intelligentsia. Y ha sido capaz de hacerlo precisamente porque ha sabido zafarse de esa visión miope y pobretona que contrapone “liberalismo cultural” y “liberalismo económico”, “progresismo” y “capitalismo”, sin percatarse de que “una economía «de derechas» no puede sobrevivir a largo plazo sin una cultura «de izquierdas»”.

El zorro en el gallinero no nos sitúa propiamente “más allá de la razón secular”, pero desbroza en algunos aspectos el camino, y saca a la conversación política (o lo que trata de parecerlo) del casi tautológico debate entre “derechas” e “izquierdas”, entre liberalismo y sus diversos contrarios aparentes. Por este motivo, y ante la dramática situación de una Iglesia que sucumbe con facilidad a la tentación de comprenderse a sí misma desde esas mismas categorías pantanosas, la publicación de este libro de Jean-Claude Michéa (el segundo que se publica en español), es una cierta bocanada de aire fresco y una provocación para una mente insatisfecha con las respuestas prêt à porter.

Editorial Nuevo Inicio (www.nuevoinicio.es)