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Textos
2 de abril de 2023
Nº 1463 • AÑO XXXI

Entrevista

“La Cruz forma parte de nuestra vida”

Entrevistamos a Mons. José María Gil Tamayo, arzobispo de Granada.

No quiere acostumbrarse a Granada. Prefiere que el cariño supere a la rutina en su trabajo, que está siendo muy intenso desde que fue nombrado arzobispo coadjutor. El 1 de febrero se convirtió en el nuevo arzobispo de Granada. Se nota su formación periodística desde el primer momento. Sabe cómo afrontar cada pregunta y va directo a la respuesta. Llama la atención su gran preocupación por los sacerdotes y su deseo de que el seminario se llene de candidatos. Don José María Gil Tamayo aborda en esta entrevista la vida cofrade de Granada con una enorme expectativa y también con cierta añoranza de esa piedad sobria y recia de Castilla. Es nuestro arzobispo que no duda en pedir un mayor compromiso y coherencia cristiana a todos los cofrades. En ellos ve aliados en la gran tarea evangelizadora a la que la Iglesia ha sido convocada.

Don José María, nos dijo en sus primeros días en Granada que esta diócesis sorprende y para bien. ¿Sigue sorprendiéndole Granada? ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención?
No quiero perder la capacidad de sorpresa. No quiero acostumbrarme a Granada. El acostumbramiento es una cosa buena cuando tenemos que realizar algún trabajo pero en cuestiones del cariño –y es lo que le tengo a Granada- acostumbrarse no es bueno. Que no entre la rutina porque hay muchas cosas que van sorprendiendo. Sobre todo, las personas. Granada sorprende por las personas, por sus momentos, por sus calles, por su historia. Vivir esa sorpresa es bueno.

Estamos en Cuaresme y preparándonos para la Semana Santa. Es su primera Cuaresma y Semana Santa en esta Archidiócesis ¿qué diferencias notables está percibiendo con la Cuaresma castellana?
Esta mañana veía en televisión las murallas nevadas de Ávila y tenía añoranza de una sopa castellana y un buen abrigo. En Granada parece que me he cambiado de continente en cuanto al clima. Espero vivir una Semana Santa distinta en el marco de la belleza de nuestra Catedral y diferente en cuanto a la sensibilidad y la religiosidad popular, que es la fe encarnada, pero igual en cuanto al Misterio que celebramos de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. La Semana Santa castellana es más sobria. La granadina tiene un punto de sobriedad dentro del calor humano y espiritual de Andalucía. La sobriedad castellana pura la voy a echar de menos. Aquí hay más barroquismo y abundancia. La castellana es más mística, más interior, más sobria y más seria en el sentido de que no hay manifestaciones llamativas, sino expresión de un dolor hecho arte y oración en la sencillez de sus pasos y la sobriedad de su gente. Aquí los afectos y el cariño se muestran de una manera muy abierta y muy barroca. Y esto se nota a las expresiones religiosas. Tengo ilusión y ganas de asistir a las Tres de la tarde el Viernes Santo, a esa oración ante el Cristo de los Favores en el Campo del Príncipe.

Oración, Ayuno y Limosna son tres claves fundamentales de la Cuaresma. La oración en primer lugar para cualquier cristiano es una sociedad secularizada es fundamental. Me sorprendió hace unos días la iniciativa de muchos cristianos que frente a la ley del aborto se concentraron en el monumento de la Inmaculada para rezar el Rosario y hablaban de una arma poderosa que quizás los poderes públicos no tengan en cuenta.
Tenemos antecedentes bíblicos, cuando en las batallas que libraba el Pueblo de Israel en el desierto, Moisés rezaba en el monte alzando los brazos y el Pueblo elegido ganaba y le sostenían para que siguiera rezando, y así venció Israel. Estamos ante una batalla de vida o muerte, nunca mejor dicho. De favorecer la vida y evitar la muerte. Además, la muerte de los que no tienen voz, que son los concebidos y no nacidos. Hay que gritar y hay que hacer oración de ese grito. Y hacerlo con esperanza, aunque como decía aquel: ¿Para qué gritas si no te van a hacer caso? Pues grito para que no me cambien a mí.

Las cofradías en Granada y nuestra Semana Santa son días grandes en la ciudad y en toda la Provincia. ¿Qué ha percibido usted de los cofrades granadinos en estas primeras semanas de su ministerio en Granada?
Percibo una religiosidad profunda, una tradición cuidada y ganas de innovar. Sobre todo, percibo que está muy arraigado en el pueblo. Conforma socialmente a la ciudadanía. No solo religiosamente se es cristiano siendo cofrade, sino que también se es ciudadano siendo cofrade. No se entiende el cofrade sin esa raíz cristiana, y no se entiende Granada sin esa presencia cristiana.

 “Percibo una religiosidad profunda, una tradición cuidada y ganas de innovar”

¿Es su intención mantener esa tradición de saludar a cada cofradía y acompañarles en su estación de penitencia a la catedral?
Sí, se va a mantener. Este año especialmente me voy a dejar llevar. Iré observando y luego, como obispo, iré viendo qué se puede mejorar.

¿Qué les pediría usted a los cofrades granadinos en el contexto de la sociedad actual? ¿Cuáles son las prioridades que debe tener quien por el motivo que sea está implicado en las cofradías?
Una autenticidad cristiana. Ser cofrade no es sólo un adjetivo al ser cristiano. Es una manera de ser cristiano, no solo en una temporada. Es un estilo, una coherencia. Les pido a los cofrades que vivan confirme a la fe que se profesa. Es lo que más falta nos hace.

Miles de personas reavivan su fe en Semana Santa gracias a estas cofradías y mantienen actos de piedad, de caridad y de formación a lo largo de todo el año en las cofradías granadinas. Es también un gran instrumento de evangelización.
Por supuesto, y creo que hay que potenciarlo. Al mismo tiempo, hay que dar formación y hay que dar compromiso. Que la gente manifieste su fe. Es la fe de sus mayores, como canta Serrat, en la Saeta de Antonio Machado. Que así se viva. Yo pediría que vayamos aportando lo que cada tiempo nos va dando. Hay muchas cosas que son aprovechables. Forma parte de la identidad de nuestro pueblo.

 “Lo que más falta nos hace es que los cofrades vivan su fe con autenticidad”

Quizás en estos días de Cuaresma haya muchos jóvenes que se planteen la posibilidad de entregarse a Dios en una sociedad que parece apartada de Él ¿qué les recomendaría a esos chicos y esas chicas que están pensando en dar un paso de generosidad dentro de sus parroquias, cofradías, movimientos y otras realidades de la Iglesia?

Que Dios no se deja ganar en generosidad. Si somos generosos, más lo es Él. A mi me ofrece un enorme respeto cuando voy acompañado un paso y veo esa gente que se emociona. Una imagen representa a Cristo, a la Virgen Santísima. Y eso es lo que percibe la gente. No se queda en la imagen, sino que, a través de la belleza, el sentimiento responde. Y el sentimiento es una de las manifestaciones humanas que tiene que pasar por las obras y el compromiso.

Y decía Teresa de Jesús que son tiempos recios. Siempre son tiempos recios.
Decía que en estos tiempos recios hacen falta amigos fuertes de Dios. Estos tiempos también son recios, más recios que los de santa Teresa. Y necesita Dios amigos fuertes. Ella también decía, cuando venían las dificultades: Señor, si tratas así a tus amigos, no me extraña que tengas tan pocos. La Cruz forma parte de nuestra vida. Y no solo la Cruz de Guía al frente de un desfile procesional, sino esa cruz de cada día que está en una hospital, en una enfermedad, en la vejez, en la debilidad, en los contratiempos, en la escasez, en el dolor…

Nos preparamos para vivir días centrales en la fe. Pasará la Cuaresma y llegaremos a la Pascua. Es como símbolo de la vida de todos nosotros…
“Por la cruz a la luz”, dice un antiguo dicho latino. El sufrimiento lo tenemos todos en la vida. Todos hemos sufrido algo. Don Jacinto Benavente decía que el amor le pasa lo que a los niños recién nacidos, no se sabe si está vivo hasta que llora. Con un grito de dolor venimos al mundo y nos vamos con un “agonos” con la agonía. Y esa es la vida. Nuestra vida en la tierra es una milicia, es una lucha. Pero yo tampoco quiero ser tétrico. La vida tiene cosas muy bonitas. Y ese contraste del sufrimiento, del dolor, del sacrificio, con los momentos de alegría, nos dan esos contrapuntos y nos hacen que esos momentos de felicidad sean más apreciados.

Juan de Dios Jerónimo