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Mirada
26 de noviembre de 2023
Nº 1491 • AÑO XXXI

Natural de Huétor Tajar

El sacerdote granadino de Huétor Tájar José Vigil Cabrerizo ya es beato

Desde el pasado sábado día 18, en la celebración llevada a cabo en la Archidiócesis de Sevilla, formando parte de la Causa de beatificación de Manuel González-Serna Rodríguez y 19 compañeros sacerdotes, seminaristas y laicos.

 

El sacerdote granadino José Vigil Cabrerizo, natural de Huétor Tájar, ha sido beatificado el pasado 18 de noviembre en la Catedral de Sevilla. Junto a él, también han sido beatificados otros 19 compañeros mártires sacerdotes, seminaristas y laicos, asesinados por odio a la fe en 1936 en el contexto de la persecución religiosa que tuvo lugar en España en el siglo XX.

La celebración fue presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos. El martirio del siervo de Dios Manuel González-Serna Rodríguez y 19 compañeros mártires se aprobó en la sesión ordinaria de cardenales y obispos del Dicasterio para las Causa de los Santos del pasado 22 de junio de 2023.

José Vigil Cabrerizo antes de morir:
“Yo los perdono como Dios Nuestro Señor perdonó a sus enemigos”.

JOSÉ VIGIL CABRERIZO
El sacerdote mártir granadino y, desde el pasado día 18, beato mártir José Vigil Cabrerizo nació en Huétor-Tájar el 11 de octubre de 1906. A los pocos días, fue bautizado en su pueblo.

En 1919, a punto de cumplir los 13 años, ingresó en el Seminario General y Pontificio de Sevilla. Fue ordenado de sacerdote el 20 de mayo de 1932 encargándosele la Capilla del Barrio de San Jerónimo de Sevilla.

El 1 de mayo de 1936 fue asaltada y, al quedar clausurada, se vio obligado a buscar vivienda provisional en el interior de la ciudad junto a su familia. En la tarde del 18 de julio todos se vieron sorprendidos por la llegada al edificio de un grupo de frente populistas que buscaban a partidarios del golpe militar domiciliados en otro de los pisos. En el tumulto frente a la casa, al salir a la calle del brazo de su madre, una bala le alcanzó siendo registrado, descubriéndose su condición de sacerdote. De inmediato, el jefe de los asaltantes ordenó que le disparasen, no siendo rematado porque una de sus hermanas se abalanzó sobre él para protegerle. Trasladado malherido al hospital, murió al día siguiente tras perdonar a sus asesinos.

Sus últimas palabras fueron: “Yo los perdono como Dios Nuestro Señor perdonó a sus enemigos”.