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Testimonio
9 de julio de 2023
Nº 1476 • AÑO XXXI

Mártir

José Vigil Cabrerizo

El papa Francisco ha reconocido el martirio de 20 mártires, seminaristas y laicos, asesinados por odio a la fe durante la guerra civil española de 1936, que serán proclamados beatos. La causa se inició en Sevilla el 3 de octubre de 2014, con el actual obispo auxiliar de Sevilla, monseñor Teodoro León (entonces vicario general) como postulador diocesano de la causa; y Alfonso Ramírez, OFMCap, como postulador en la fase romana.

Nació el P. Vigil Cabrerizo en Huétor-Tajar (Granada) el 11 de octubre de 1906. Fue bautizado el 20 posterior en la Iglesia Parroquial de la Visitación de su localidad natal. Sus padres fueron Pedro Vigil Huertas, empleado, y María Dolores Cabrerizo Gámez

El 30 de septiembre de 1919, a punto de cumplir los 13 años, ingresó para realizar los estudios eclesiásticos en el Seminario General Pontificio de Sevilla, que fueron concluidos en junio de 1932; sus padres vivían entonces en la ciudad de Sevilla. 

Poco antes, en mayo de 1932 recibió las Sagradas Ordenes del Presbiterado. Todos los informes fueron positivos, de una manera particular el del Rector del Seminario: "viene dando señales claras de verdadera vocación al estado eclesiástico" pues acostumbraba a comulgar diariamente, siendo satisfactoria su disciplina en el Centro y, a su juicio, "puede esperarse sin duda que será sacerdote ejemplar y celoso". 

El reción Ordenado fue encargado de la Capilla recién construida en el Barrio de San Jerónimo, bendecida en 1930, dependiente de la Parroquia de San Gil de Sevilla, a extramuros de la ciudad. En ella se debían prestar los servicios espirituales propios de una ayuda de Parroquia, esto es, a los vivos (no a los difuntos), administración de Sacramentos (salvo el Matrimonio) e instrucción religiosa a niños y adultos. El 15 de diciembre de 1932, ante el Párroco de San Gil, se hizo cargo de la Capilla y, como le había encomendado expresamente el Cardenal, se instaló en su casa rectoral. 

De la situación de radicalismo extremo contra la Iglesia en la ciudad de Sevilla y más en su periferia dan cumplida cuenta, como ejemplo, los atentados e incendios perpetrados en mayo de 1931, que no cesaron entonces. Del recrudecimiento de la situación en 1936 fue víctima el propio P. Vigil Cabrerizo: el 1 de mayo, a las cuatro de la tarde, fue asaltada su Iglesia rompiendo la turba el retablo, el púlpito, las pilas de la entrada y la Bautismal, quedando el edificio clausurado desde entonces y custodiado por la Guardia Civil. Ante las amenazas recibidas buscó una residencia más segura instalándose con sus padres y hermanas en un bajo de la calle Conde de Ibarra, en el interior de la ciudad. 

En la tarde del 18 de julio, la familia del P. Vigil Cabrerizo se vio sorprendida cuando una veintena de violentos frentepopulistas fueron en busca de un grupo de jóvenes partidarios del golpe militar que vivía en su mismo edificio y, en el intercambio de disparos, resultó muerto uno de los primeros. En la confusión inmediata y ante el registro y cacheos que iniciaron aquellos en venganza, la familia procuró sacar del edificio al sacerdote de paisano. A la salida había enorme tumulto: la madre iba cogida de su brazo cuando una bala suelta le pasó rozando por la cara y alcanzó en el hombro a su hijo. Al cahearlo y ver sus documentos (entre ellos varias estampas religiosas) el responsable se volvió a los del grupo diciendo "tirarle, que es el Cura de San Jerónimo", produciéndose varios disparos que le hicieron caer y sin que llegaran a rematarle con el tiro de gracia en la coronilla porque una de sus hermanas se tiró encima de la cabeza. 

Malherido fue trasladado en ambulancia al Hospital Central donde le fueron administrados los Santos Sacramentos y perdonó a sus asesinos. A las doce de la mañana del día 19 plácidamente expiró. Fue amortajado con los ornamentos sacerdotales y conducido al Cementerio de San Fernando donde se encuentra enterrado. Una placa en la ahora Parroquia de San Jerónimo recuerda su muerte.