INICIO
Testimonio
25 de junio de 2023
Nº 1474 • AÑO XXXI

Vida consagrada

Beato José Allamano

Presbítero y Fundador de las Misioneros y los Misioneros de la Consolata.

Nació en Castelnuovo de Asti, el 21 de enero de 1851. Y murió el 16 de febrero de 1926. 

Era el cuarto de cinco hermanos. Quedaron huérfanos muy pronto, ya que su madre murió en el parto del último de sus hijos. 

Tres personas ejercieron en José un influjo decisivo: 
Por una parte, D. Juan Bosco (después, santo). Con él se educó, a partir de los estudios secundarios, en Valdocco. Con él se confesaba. Y él despertó en su alma el deseo por la consagración al Señor. Don Bosco lo animó a entrar en el Instituto que estaba poniendo en pie, pero José prefirió dedicarse al misterio sacerdotal en la diócesis de Turín. Allí ingresó en el Seminario y se formó debidamente para el presbiterado, aunque el interés y la dedicación intensa a su preparación le quebrantó para toda la vida su salud. En ocasiones, por esta causa, se halló al borde de la muerte. 

Guillermo de Massia, misionero en Etiopía, fue otra de las personas decisivas para la vida de José. Él le despertó el entusiasmo por las misiones. Y, por último, don Cafasso, maestro de vida sacerdotal para los sacerdotes y seminaristas de Turín, la provocó una gran valoración de la vida sacerdotal. 

Si de don Bosco tomó la decisión de su consagración, de don Cafasso, arrancaría su dedicación a los seminaristas y sacerdotes. Fue director espiritual del Seminario de Turín. Formó parte del claustro de profesores de la facultad de teología del mismo Turín. Siendo rector del santuario de la Consolata, reabrió el convictorio sacerdotal, anejo al mismo. Esto supuso una dedicación añadida a la formación de los sacerdotes. Se preocupó también de difundir la devoción mariana mediante una revista que contó con un gran número de lectores. 

Su vocación misionera se concretó en animar al entonces numeroso clero de Turín a comprometerse en la acción misionera. Así comenzó un proyecto de formación para prepararlos de cara a las misiones extranjeras. En 1901, el arzobispo de Turín erigió canónicamente el instituto misionero fundado por D. José. Los primeros enviados partieron para Kenia. Fundó también un instituto femenino. Él permaneció siempre como sacerdote secular. Habían nacido los misioneros de la Consolata, que cuentan con una gran difusión, tanto en Turín como en las misiones.

Fue beatificado el 7 de octubre de 1990 por el Papa Juan Pablo II.