Centro de Protección Internacional
Más de 130 personas refugiadas acogidas por San Juan de Dios en Granada
Día mundial de las personas refugiadas, el 20 de junio. Acogidas desde la apertura en 2022 de su Centro de Protección Internacional en Calahonda (Motril). Proceden de Ucrania, Rusia, Perú, Colombia, Venezuela, Georgia, Afganistán, Cuba, El Salvador e Irán.
El Programa de Acogida y Protección Internacional de San Juan de Dios ofrece una atención personalizada a las personas refugiadas y solicitantes de asilo, de acuerdo con sus necesidades y favoreciendo su independencia. “Desde hace 450 años, la Orden no ha dudado en atender las necesidades más profundas que quienes lo necesitan, adaptándose siempre a los tiempos y a los conflictos de cada época”, explica el director-gerente de los centros de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Granada, José Luis Castellar. “Nuestro centro abrió sus puertas con el inicio de la guerra de Ucrania para dar respuesta y acogida a estas personas ante ese importante conflicto y hemos seguido avanzando en esta línea con personas de otras nacionalidades haciendo posible que, desde la calidez y el trato más humano, sientan Granada y nuestro centro como su nuevo hogar, y que ellos se sientan a la vez queridos y arropados”.
Sin embargo, la gran diversidad de culturas, procedencias y edades de las personas refugiadas suponen un reto constante para los equipos profesionales del Programa de Acogida y Protección Internacional de la Orden, no solo en Granada, sino también a nivel nacional, habiéndose atendido en este primer semestre de 2023 en España a más de 800 personas refugiadas (el 36% menores) en su Programa de Acogida y Protección Internacional, que se desarrolla en 11 centros y dispositivos de San Juan de Dios y dos de las Hermanas Hospitalarias
La atención que se les presta es personalizada, basada en el valor de la hospitalidad y adaptada a sus necesidades concretas. Esto permite una mejor integración y, por ello, en 2022 el 65% de las personas refugiadas adultas acogidas en San Juan de Dios en España logró obtener un contrato laboral.
A pesar de ello, encontrar vivienda es el mayor desafío que afrontan debido a los elevados precios, una demanda limitada y unos requisitos imposibles de cumplir. "Nuestro principal objetivo es que las familias que acogemos puedan ir adquiriendo en estas viviendas una independencia y autonomía a corto plazo, sin depender de las ayudas económicas que se le proporcionan desde el Programa de Protección Internacional”, explica la responsable del Centro de Protección Internacional de la Orden en Calahonda, Andrea Castillo. “En el caso concreto de nuestro centro en Calahonda al situarse en una zona costera se agrava la dificultad de encontrar una vivienda en régimen de alquiler para larga duración en la misma zona. No obstante, con mucho esfuerzo estamos consiguiendo que estas familias vayan encontrando un lugar adecuado a sus necesidades, un hogar donde puedan volver a la normalidad y a la intimidad de sus vidas”.
Este programa —que forma parte del Sistema de Acogida del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones— va mucho más allá de cubrir necesidades básicas como un alojamiento seguro y manutención. Durante 18 meses se ofrece atención personalizada y adaptada a las necesidades concretas de cada persona, promoviendo su autonomía y la reparación emocional de los traumas que arrastran. “Actualmente, además de todos los talleres de adaptación al entorno, la formación específica en idiomas y la atención que prestamos desde nuestro equipo de psicólogos, trabajadores sociales e integradores, en un principio para la acogida y después para su incorporación en una vivienda independiente, nos encontramos inmersos en el desarrollo de talleres de empleo con prácticas en empresas con el fin de facilitar también la incorporación de estas personas al mercado laboral”, cuenta Andrea Castillo. “En este sentido, confiamos plenamente en la respuesta de las empresas granadinas para darles una oportunidad profesional”.
PROGRAMA DE ACOGIDA Y PROTECCIÓN INTERNACIONAL DE SAN JUAN DE DIOS EN ESPAÑA
Desde que San Juan de Dios comenzó este Programa de Acogida a finales de 2017, se ha atendido a más de 1.900 personas refugiadas y solicitantes de asilo procedentes de 36 países de todo el mundo, entre ellos Ucrania, Rusia, Afganistán, Siria, Yemen, Senegal, Camerún, Nigeria, Etiopía, Honduras, Cuba y Venezuela. La realidad es que cada día más personas sufren desplazamientos forzosos, según afirma ACNUR, sumando actualmente 110 millones de personas. La causa principal son los conflictos armados, seguido de persecuciones, discriminación y otras formas de violencia.
Frente a esta realidad, el Programa de Acogida y Protección Internacional atiende a colectivos especialmente vulnerables como personas mayores, gravemente enfermas, familias monoparentales con hijos menores, personas con discapacidad, con trastorno mental y víctimas de torturas u otras formas de violencia.
Tal y como explica Merlys Mosquera, responsable del Programa de Acogida y Protección Internacional de San Juan de Dios en España: “Cuando hablamos de integral nos referimos a que, además de un hogar seguro, ofrecemos acompañamiento psicológico y legal, y se desarrollan itinerarios de empleo y formación, según el perfil y las expectativas de cada uno”. Esta atención integral incluye también la escolarización 100% de los menores y el aprendizaje del idioma de acogida, entre otras acciones. Por ello, los equipos de San Juan de Dios de los centros donde se acoge y acompaña a estas personas son multidisciplinares, e incluyen desde psicólogos a profesionales del ámbito social (trabajadores, educadores, integradores) o sanitario, según las necesidades de cada persona o familia.
TESTIMONIO
Rachel y Yasmanis y su hijo de cinco años, todos de origen cubano, se encuentran en el Centro de Protección Internacional de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Calahonda (Granada). Su vida en Cuba junto a su familia era estable y feliz, a pesar de las condiciones del país. Sin embargo, las represalias por parte del Gobierno cubano en julio de 2021 tras las manifestaciones del pueblo por las duras condiciones de la población agravadas fuertemente por la llegada de la pandemia los hicieron huir del país, donde estaban gravemente perseguidos incluso después del excarcelamiento de Yasmanis tras la manifestación pacífica. Para buscar su futuro tuvieron que vender su casa y todo lo que tenían, dejar atrás lo material y lo sentimental, para luchar por un futuro. Así, tras mucho esfuerzo, el 26 de octubre de 2021 consiguen partir de Cuba a Rusia, uno de los únicos cuatro países permitidos por las autoridades cubanas para salir de la isla.
En su larga travesía pasaron de Rusia a Serbia, Bosnia, Croacia, Eslovenia e Italia antes de poder llegar a España, el país en el que soñaban su futuro. Un difícil viaje de miles de kilómetros en el que trabajaron arduamente en lo que podían para poder vivir y conseguir acercarse siempre un poco más a nuestro país. “Siempre vimos a España ya desde Cuba como un país muy cercano, diferente, acogedor, con un calor de la gente especial muy parecido al de nuestra tierra, pero con libertad en las calles, en las casas… y que nos brindaría un entorno seguro para poder seguir trabajando duro para labrarnos un futuro, seguir avanzando y darle un buen futuro a nuestra familia”, cuentan Yasmanis y Rachel.
Durante su andadura a través de todos estos países, literalmente cruzaron ríos, bosques, montañas y fronteras de gran peligro para llegar a nuestro país, la mayoría de todos estos trayectos a pie durante kilómetros y kilómetros.
Desde febrero se encuentran en nuestro centro y afirman que la diferencia desde que llegaron al Centro de Protección Internacional de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Calahonda es que se sienten entre hermanos, como en familia por la gran calidez de la acogida que han vivido desde el primer momento. “Desde los psicólogos que atendieron nuestros miedos, nuestros estados de ánimos que estaban tremendamente bajos después de todo lo sufrido… hasta la ayuda de los trabajadores sociales y todo el personal que hace que nos sintamos arropados, que aprendamos cosas nuevas de este país, que podamos formarnos para adaptarnos mejor y tener una oportunidad real de trabajo aquí”, cuenta la pareja. “Hasta llegar a este país que admiramos, nuestra travesía fue durísima y vivimos situaciones de todo tipo con el miedo adicional de llevar con nosotros a nuestro hijo pequeño. No le deseamos a nadie un camino tan difícil ni unas vivencias tan fuertes como las nuestras solo por el simple hecho de querer un futuro real, libre y sano. Aquí nos están ayudando a asimilar todo, a sentirnos queridos, recuperar la calma, la confianza y a creer ese futuro real y mejor para nuestra familia”.