Verdad y Misión
El sí al don de Dios
Prólogo escrito por los editores del libro "El sí al don de Dios. En torno a la cuestión de género", cuyo autor es Ricardo Aldana.
Asistimos a un fuerte debate social y político en torno a la cuestión del "género". La complejidad e implicaciones del tema parecen dejarnos un tanto perplejos, cuando no confundidos. Por lo tanto, resulta del todo pertinente en un momento como el actual, una aportación como la que aquí se nos presenta.
En un diálogo filosófico y teológico fecundo, Ricardo Aldana indaga los fundamentos y las causas profundas de la corriente radical de género -la gender stream-. Sustrayéndose a la inmediatez de la discusión y al ruido mediático en el que esta nos sumerge, el lector es llevado a reconocer que las claves profundas de este debate se remontan a la filosofía moderna de la libertad absoluta: una libertad vehiculada por el sueño tecnológico de una humanidad nueva, que concibe la naturaleza como un mero material a disposición, despojándola de todo significado. Pues, si ya no reconocemos la bondad del don inicial del Creador en la naturaleza corporal sexuada, ¿qué nos impide separar el sexo natural del cuerpo y el género que uno libremente quiere para sí mismo? Esta reflexión nos remite a lo que el Papa Francisco había señalado ya con razón en Amoris Laeitia: "el sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender) se pueden distinguir, pero no separar" (no. 56).
La obra está planteada mediante una serie de preguntas y respuesta, que fueron concebidas en la edición original alemana de la Editorial Johannesverlag. A lo largo de estas páginas, Ricardo Aldana aborda distintos temas vinculados con la cuestión de género. El misterio de la diferencia sexual, la igualdad entre hombre y mujer, la familia y la homosexualidad, son tratados aquí a la luz de la experiencia humana y de la riqueza de la revelación, la Sagrada Escritura y la tradición. El lector es entonces invitado a reconocer la bondad originaria de la naturaleza creada, en la que se enmarca la diferencia sexual, que es considerada por Hans Urs von Balthasar como una de las tres polaridades fundamentales de la persona. Naturaleza sexuada que, envuelta y sostenida por un amor originario y fundamental, pide ser afirmada y reconocida por el sí único y perosnal de la libertad de la criatura: "el sí al don de Dios". El Principio y Fundamento de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola atraviesa estas páginas como un torrente vigoroso de agua subterránea, que suscita como respuesta el agradecimiento y la alabanza propios del Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís. Se abre así a los cristianos la posibilidad de situarse ante Dios de modo renovado, para, a partir de ahí, orientarse mejor ante los retos y preguntas fundamentales que emergen en torno al género.
La profundidad y el carácter asequible y sencillo de esta pequeña obra, hacen de ella una lectura recomendad para la formación de quienes perciben la necesidad de pensar a la luz de la fe el debate actual sobre la cuestión de género, yendo más allá de la confrontación. Porque lo que aquí está en juego no es sobre todo una cuestión moral, sino, anterior a ella, nuestra capacidad para reconocer como creyentes y no creyentes la bondad del don del ser.
En torno a la cuestión de género
Introducción escrita por el obispo de Ratisbona, Rudolf Voderholzer, el 22 de octubre de 2016, en lal memoria litúrgica de San Juan Pablo II.
El debate sobre "gender" es un fenómeno relativamente reciente, pero en realidad tiene una historia sorprendete detrás de sí. "Gender" es la palabra inglesa para designar "género" y en el debate actual significa el género caracterizado social o culturalmente en oposición al género biolóbico ("sex"). Inicialmente en el trasfondo de la cuestión se encontraba el empeño por la igualdad jurídica y social de las mujeres en la vida social y privada. La consideración, en principio justa, de los condicionamientos culturales de ciertos patrones de roles y de sus determinaciones, es decir, lo que debía ser considerado como "típicamente varonil" y "típicamente femenino", fue progresivamente dejada atrás en favor de la afirmación ideológica de que ser varón y ser mujer fundamentalmente no son datos de hecho de la realidad de la creación, sino objeto de elección personal y de una presunta libertad de configuración.
Por el contrario, algunos representantes de primer nivel en la ciencia biológica elevan sus voces para defenderse de una disolución de la biología en sociología. Las teorías extremas de la "gender" stream están en contradicción con los conocimientos ciertos de la biología humana acerca de la distinción del ser varón y ser mujer desde sus fundamenteos biológicos. Más allá de toda la variabilidad de los patrones de conducta de los roles sigue siendo firme que ser varón y ser mujer son posibilidades esencialmente determinadas en su fundamento (no necesariamente actualizadas) de ser padre o madre. Precisamente así varón y mujer se necesitan y complementan recíprocamente respecto de la trasmisión de la vida y de la apertura al futuro.
Según la fe bíblico-cristiana Dios ha creado al hombre en la polaridad sexual de varón y mujer (Gen 1, 27). Ellos son realización, con la misma dignidad esencial, del mismo ser-hombre en la diferencia modal de ser varón y ser mujer. La autocomunicación de Dios a su pueblo es descrita ya en el Antiguo Testamento simbólicamente como relación de Esposa-Esposo (cf. sobre todo el Cantar de los Cantares y el libro del profeta Oseas). Según la doctrina neotestamentaria el matrimonio cristiano es el símbolo-real de la unión de Cristo con su Iglesia.
Ricardo Aldana alcanza el mérito de iluminar el debate sobre la "gender stream" desde su problemática más profunda y de tematizar la "recepción de uno mismo como criatura" como la más alta realización de la libertad humana. Él recoge así la indicación del Papa Francisco, quien, en relación con su crítica de la teoría del género, declara en la Exhortación postsinodal Amoris Laetitiae (n. 56) del 19 de marzo de 2016: "No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada".