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Cultura
21 de mayo de 2023
Nº 1470 • AÑO XXXI

Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

En tiempos de soledad, la comunicación une corazones

Mensaje de la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales (CECS) en la 57 Jornada Mundial de las Comunicación Sociales celebrada el 21 de mayo de 2023, Solemnidad de la Ascensión. 

La Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, a la que la Iglesia nos invita, tiene este año como lema "Hablar con el corazón, "en la verdad y en el amor"", en referencia al texto de san Pablo a los efesios. Esas tres palabras, corazón, verdad y amor, ponen en juego los principios del hablar entre personas, base de la comunicación humana, mediada por la palabra y el gesto.

La primera palabra es corazón. Vivimos tiempos de desvinculación, de individualismos, de soledad. De construir muros para estar sólo con los míos o, peor todavía, solos con nosotros mismos. Las polarizaciones, los extremos, las redes sociales, que hacen resonar siempre las ideas propias en boca de otros, están haciendo de la comunicación, del encuentro, del intercambio, una dificultad, cuando deberían ser su primer objetivo.

La comunicación se realiza cuando genera vínculos con el otro, con la realidad y con la verdad. Para que el hablar establezca auténticas relaciones, el papa Francisco nos invita a que sea un hablar con el corazón, de manera cordial, con el deseo de mejorar la vida de los otros, la vida de nuestra sociedad. Hemos vivido un tiempo de lo que se ha llamado telebasura, que parece llegar a su fin. Ha sido exponente máximo de una comunicación orientada a los ratings de audiencia convertible en beneficio económico, que pasa por encima de la verdad, de la dignidad de las personas, de la sabiduría humana. La comunicación se degradó en ella del par servicio/bien común al par audiencia/beneficio.

Este modelo, que tiene sus extensiones en la política, el deporte o las relaciones institucionales, está todavía vigente en algunos medios de comunicación y se apoya en la tensión dramática y en las historias de los extremos que son capitalizadas en beneficios de influencia, poder o dinero. La comunicación con el corazón no es para la pasión que divide sino para la pasión que une, que vincula, para la compasión que se pone en el lugar del otro y no enfrente.

La segunda palabra de la comunicación a la que invita el mensaje pontificio es verdad. Sólo la comunicación de la verdad permite avanzar la sociedad y es realmente comunicación. No obstante, en este tiempo las redes sociales y las fake news han difundido la desinformación, la mentira o la calumnia y han generado incomunicación social. En este sentido, sigue siendo urgente que todos los que participen en las redes sociales tengan entre sus motivaciones hacer posible un encuentro y un diálogo que puedan iluminar mejor la verdad de las cosas y de las personas. El relato no puede construir la verdad, sino mostrarla para que sea reconocida.

Quizá va siendo necesario que quienes se acerquen a las redes sociales reciban una formación en comunicación desde la etapa escolar, para impedir que ese ambiente digital se generen incomprensiones, descalificaciones, calumnias, insultos o violencia. Al mismo tiempo, la propia experiencia debe conducir a decir la verdad con claridad y con caridad, aunque sea incómoda para quien la dice o quien la recibe. Decir la verdad es una expresión de amor.

El papa Francisco nos habla también del amor para la comunicación, que está en relación con la felicidad del ser humano. Sólo el amor genera la auténtica felicidad en el hombre: amar y ser amado. El Papa expresa que esa comunicación en el amor, como contenido y como modo de comunicar, puede hacer mejor la vida de las personas. Esto hace necesario, antes de comunicar contenidos, establecer el vínculo de afecto con quien los va a recibir, sintonizar con el otro, utilizar la misma vibración. Hacer visible que se está unido a él, que se busca su bien.

Estas tres palabras: corazón, verdad y amor están en el eje de la comunicación que propone el papa Francisco y que realmente contribuyen al bien de la persona. La comunicación no puede ser nunca un artificio sino que debe reflejar el ánimo propio y busca animar, llenar de alma, de pasión y de contenido. Por eso, todos estamos llamados a comunicar de este modo no sólo los profesionales de la comunicación sino cada una de las personas que creamos vínculos con las palabras.

Casi en la antítesis de estas palabras, en los últimos meses ha irrumpido en el mundo de la comunicación la inteligencia artificial. Una herramienta que genera contenidos a partir de una inmensa cantidad de información acumulada durante años por servidores informáticos. Los resultados que ofrece estremecen por la apariencia que ofrecen sus resultados de un trabajo realizado por personas. Sin embargo, esta inteligencia artificial, que es sólo un medio más, tiene que ser humanizado en su diseño y en sus resultados para no dañar la comunicación ni a las personas que se dedican a ella.

Al mismo tiempo, esta inteligencia artificial y sus limitaciones son una oportunidad para revalorizar la comunicación humana, por lo que esta aporta de humanidad, de corazón, de amor y de verdad.  En este sentido, resulta importante animar a los profesionales de la comunicación en esta dirección. En medio de las dificultades del modelo, de las polarizaciones, de la competencia de la inteligencia artificial, es necesario, una vez más, agradecer el esfuerzo que realizan y valorar su trabajo como un gran servicio al bien de todos.

Las circunstancias de la comunicación en este tiempo están también polarizadas. Al mismo tiempo que crecen las dificultades objetivas para llevarla a cabo y cumplir con sus fines, crece la importancia que puede tener en la configuración de una sociedad nueva que tiende puentes y crea vínculos. El trabajo de los comunicadores y de todos los cristianos llamados a comunicar una buena noticia es siempre imprescindible. Alentamos a todos y cada uno a realizar una comunicación que relacione corazón, verdad y amor que pueda servir a este tiempo para una sociedad más humana. Una comunicación desde el corazón, la verdad y el amor nos humaniza.

 

Mons. José Manuel Lorca, obispo de Cartagena y presidente de la CECS

Mons. Salvador Giménez, obispo de Lleida

Mons. José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela-Alicante

Mons. Sebastián Taltavull, obispo de Mallorca

Mons. Antonio Gómez Cantero, obispo de Almería

Mons. Fernando Prado, obispo de San Sebastián

Mons. Francisco José Prieto, obispo auxiliar de Santiago de Compostela. Electo arzobispo

Mons. Cristóbal Déniz, obispo auxiliar de Canarias

Mons. Joan Piris, obispo emérito de Lleida