Misa Crismal
Consagración de los Santos Óleos y el Santo Crisma y renovación de las promesas sacerdotales del clero diocesano en la Catedral
La Misa Crismal ha tenido lugar esta mañana en la Catedral presidida por nuestro Arzobispo, Mons. Gil Tamayo, que ha consagrado y bendecido los Santos Óleos y el Santo Crisma que se utilizarán para la administración de los sacramentos. También durante la celebración, el clero diocesano ha renovado sus promesas sacerdotales y su fidelidad a la “unción” y al “compromiso” de servir al pueblo de Dios.
Esta mañana la Catedral de Granada acogía la celebración de la Misa Crismal, que este año ha tenido lugar el Miércoles Santo, y en la que se han consagrado y bendecido los Santos Óleos y el Santo Crisma, que se utilizarán para la administración del Bautismo, Confirmación, Unción de enfermos y Orden Sacerdotal a lo largo del año.
La Eucaristía ha estado presidida por nuestro Arzobispo, Mons. Gil Tamayo, y concelebrada por el clero diocesana que ha estado acompañados también por el pueblo laico de Dios que ha sido testigo de la renovación de las promesas sacerdotales de los presbíteros.
Al inicio de la Misa Crismal nuestro Arzobispo destacó que la bendición de los Óleos y la consagración del Crisma son “símbolos de que el Espíritu Santo está entre nosotros”.
Durante su homilía, Mons. Gil Tamayo dirigió al clero unas palabras sobre la santidad a la que el sacerdote está llamando no solo por la vida bautismal sino también presbiterial.
“Hoy es un momento para agradecer a las personas que la comunidad cristiana puso en nuestra vida como mediación para llamarnos a la viña del Señor. Somos otros Cristos a pesar de nuestras debilidades. Dios nos ha elegido por pura gracia para representarle, para hacerlo presente”, señaló.
Sobre la caridad pastoral también destacó que el sacerdote debe ser un hombre profundamente de Dios y que la relación con el pueblo exige ejemplaridad.
“No podemos caer en un mero mantenimiento de actividades. Debemos ser evangelizadores apostólicos, necesitamos un nuevo Pentecostés, necesitamos la radicalidad”, destacó nuestro Arzobispo.
RENOVACIÓN PASTORAL Y CULTURA VOCACIONAL
Finalizando las palabras dirigidas a los sacerdotes en la Misa Crismal, nuestro Arzobispo señaló que nuestra diócesis vive “un tiempo de gracia, de renovación pastoral” y que para ello es necesario asumir un compromiso vocacional: “Necesitamos sacerdotes, una cultura vocacional a flor de piel. Las vocaciones son un don de Dios y no ha disminuido la mano de Dios, quizás sí nuestras pasividad”.
Por último, Mons. Gil Tamayo hizo un llamamiento al pueblo de Dios como intercesor del clero para que este pueda llevar a cabo su misión de servicio. “Pidámosle a la Virgen que como en las Bodas de Caná pueda cambiar nuestra agua inodora e insípida para hacer lo que Jesús nos dice”.
María José Aguilar