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Mirada
5-9 de abril de 2023
Nº 1464 • AÑO XXXI

Arco de la Magdalena

 Baza por el Rosario cumple ya seis meses

El día 1 de abril, víspera del Domingo de Ramos, hemos vuelto a rezar el Rosario ante el Monumento a la Inmaculada, que está en la plaza del Arco de la Magdalena de Baza. Con más flores esta vez que ofrecer a Nuestra Madre del Cielo. Estábamos de celebración. Cumplimos seis meses.

Empezamos el día 5 de noviembre, un pequeño grupo de cinco personas, Mariano, Guillermina, José Gabriel, Nines y Elena. Cinco como los misterios que contemplamos en el Rosario. Con medios modestos, sin hacer ruido. Solo confiando en la providencia de Dios. Y ya hemos multiplicado por cuatro ese número inicial, quizás más, pues en este día 1 de abril se sumaban personas que pasaban por esta plaza de Baza. Son los ocasionales. Los que lo hacen siempre repiten. Somos un grupo heterogéneo y diverso. Hay personas de Vida Ascendente, que dan siempre un ejemplo de fidelidad y amor a Nuestra Madre del Cielo. Pese a los años admira verlos de pie y con gran devoción, pasando las cuentas de su Rosario. Nos admira la reciedumbre de Eloy, un aragonés de 94 años, que está en la Residencia que regentan las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Admirable su fe, con mucha vida que contar.

Poco a poco, como digo Nuestra Madre va reuniendo a personas de distintas edades y procedencias. En este Rosario participó otra vez la dominicana Marlene, nacida en Santo Domingo, capital de la República de Santo Domingo, y que después de vivir 27 años en Estados Unidos, piensa estar entre nosotros otros doce. Una mujer que no tiene miedo a proclamar su fe con ese acento tan dulce y tan lleno de ternura del Caribe. Marlene no vino sola. Le acompañaba una mujer hondureña. También se está sumando los matrimonios, como Alejandro y Miriam, con su hijo, que quiso acompañarnos en este Rosario. Todos los conocemos, pues son el Grupo Kerygma, muy habituales por sus conciertos en toda la diócesis. También estaban Mariano y Sole, que forman parte del coro parroquial de Santiago.

No nos damos cuenta, pero parece un milagro que personas de diferentes culturas y experiencia vitales, y con edades tan diversas, se reúnen todos los primeros sábados de mes para rezar el Rosario. Sin haberse conocido previamente. Lo más sorprendente. Hablan entre ellos como si se conocieran de toda la vida, compartiendo lo más importante, su fe.

Pronto vendrán los cofrades y los hermanos. También los buenos costaleros que en la Semana Santa sacan al paso las imágenes de Cristo y su Santísima Madre por estas calles de Baza. Lo sé, pues, no dejo de pedírselo a Nuestra Madre, y el Cielo siempre escucha nuestras plegarias, y más si vienen a través de María.

“Baza por el Rosario” seguirá porque Dios lo quiere. No hay mayor gloria y alabanza a Dios Nuestro Señor que ser fieles hijos de María. Si lo somos de verdad, somos también buenos discípulos de Cristo e hijos que aman a su Iglesia. “Baza por el Rosario” surgió con el deseo de que todas las familias bastetanas recen a diario el Rosario. Como ocurría antes. Todos reunidos, grandes y pequeños, rezando esta oración, con devoción y amor, El Rosario es signo de estar en el camino de la santidad y de alcanzar de Dios ese Cielo, al que aspiramos ardientemente. Lo vemos en el Juicio Final, que pintó Miguel Ángel, en los techos de la Capilla Sixtina. Si nos fijamos bien allí contemplamos cómo los bienaventurados son llevados hacia el cielo por medio de un Rosario, que es ese “cordón de salvamento” del que tiran los ángeles y a los que agarran las almas. Mediante esta viva imagen, el pintor quiere decirnos que un amor fiel a la Santísima Virgen, tal como se manifiesta en el rezo del Rosario, nos garantiza la salvación eterna. En la vinculación profunda con Ella estamos siempre en camino hacia la Casa del Padre.
Volveremos en mayo, el mes de las flores, el mes de la Virgen, que seguirá convocando a más y más personas de Baza a este Rosario que se reza todos los primeros sábados en el Arco de la Magdalena.

Estamos ante esa revolución silenciosa, la revolución del amor divino, que acaba de iniciarse y que sin duda transformará Baza. Poco a poco. Todo es empezar. Ser fieles a la fe, y a nuestras tradiciones, abandonando todas las novedades. ¿Qué somos pocos?, nos dirán. No importa. No buscamos el número. Solo la santidad, y alcanzar así el Cielo, donde nos esperan Jesús y María.

José Gabriel Concepción