Sacramentos y Familia
La Pastoral familiar
La familia contribuye al servicio de la vida. Esta opción debe ser el motor de la educación, como un derecho y deber de los padres hacia sus hijos, incorporando los valores esenciales de la vida humana y cristiana.
La Exhortación Familiaris Consortio orienta la pastoral de la familia en un doble objetivo: el propio de la familia, en su ser y hacer y el de la Iglesia, en su deber de acompañarla en su formación y misión. Si la familia es una comunidad de vida y amor, es fundamental que revele y comunique este amor: ¿Cómo lo puede hacer? El texto concreta esta misión con las siguientes afirmaciones:
- La familia contribuye a la formación de una comunidad de personas. Esta misión se realiza viviendo la realidad de la comunión cuyo fundamento es el amor que se transforma en comunión y que exige total unidad e indisolubilidad. Sin él, la persona ni se comprende a sí misma, ni encuentra sentido a la vida. De esta comunión conyugal surge la comunión familiar: padres, hijos, hermanos, parientes y es animada, también, por el amor y llamada a una nueva y original comunión como “iglesia doméstica”. Son responsables todos sus miembros y requiere un gran espíritu de sacrificio, de disponibilidad, comprensión, tolerancia y reconciliación. El documento valora los diferentes miembros de la familia: los derechos y deberes del hombre y la mujer en la Iglesia y la sociedad. Los hijos, invitando a una atención especial, en ellos encontramos el futuro de todos los países y, pensando en ellos, invita a construir un futuro mejor donde se respeten plenamente los derechos del hombre. Y los ancianos, invitando a la valoración de las personas mayores y denunciando su marginación.
- La familia contribuye al servicio de la vida. El documento desarrolla esta afirmación en dos aspectos: La transmisión de la vida y su educación. Los padres son cooperadores del amor de Dios-creador, desde esta afirmación el documento recoge la tradición viva de la Iglesia, afirmando que el amor conyugal debe ser plenamente humano, exclusivo y abierto a una nueva vida. Esta opción debe ser el motor de la educación, como un derecho y deber de los padres hacia sus hijos, incorporando los valores esenciales de la vida humana y cristiana. El documento remarca la nueva y específica fuerza que el sacramento del matrimonio aporta a la vida familiar y a la educación en estrecha relación con las ayudas ofrecidas por la sociedad, destacando el servició fundamental de la escuela. El documento acaba esta sección, abriendo un abanico de posibilidades de servicio de las familias a la vida: invita a valorar la adopción y, apelando a la creatividad, a descubrir y dar respuesta a las nuevas necesidades y sufrimientos de nuestra sociedad. Así se amplía generosamente el horizonte de la paternidad y la maternidad de las familias cristianas.
Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano