INICIO
Textos
19 de marzo de 2023
Nº 1461 • AÑO XXXI

Paternidad

San José y la Trinidad

Extracto del libro Todo sobre san José escrito por Dominique Le Tourneau sobre la vocación de san José en la Sagrada Familia, su amor conyugal con la Virgen María y su paternidad humana y espiritual en la Iglesia.

LA IMAGEN DEL PADRE
En el Espíritu Santo, Jesús obedece a su Padre conformándose a todo lo que José, a quien llama “padre” en la tierra, hace y le pide. “Cuanto más obedece en el Hijo, con este amor repleto de humildad que lo caracteriza, más parece proyectarse el humilde José en una grandeza singular, única en la Historia de los hombres: es como la imagen del Padre” (A. Doze).

Monseñor Olier escribirá en este sentido que el Padre “habiendo elegido a este santo para hacer de él su imagen sobre la tierra, le confirió una semejanza de su naturaleza invisible y oculta y, según lo entiendo yo, este santo no puede ser comprendido por la mente de los hombres”.

EL ESPÍRITU SANTO Y SAN JOSÉ
La anunciación de José le produjo una transformación interior: “Por el don del Espíritu Santo, que acogió en su espíritu unido al espíritu de la Virgen, su esposa, José se convirtió espiritual y sobrenaturalmente en el padre de los vivientes, padre de Cristo y de su cuerpo que es la Iglesia. No se trata de un simple patrocinio moral, sino de una paternidad real, aunque no corporal. Su gracia de paternidad, que es única, consiste en estar indisolublemente vinculado a su esposa por compartir con ella su divino amor de Madre de Cristo y de todos aquellos que son regenerados por el Espíritu de Cristo” (H-M Manteau-Bonamy).

El amor de María y José es apropiado para la misión del Espíritu: “Su amor conyugal en el que ya estaba “concebido” su Hijo por voluntad divina que les había llevado a amarse de este modo, convenía perfectamente a la Misión del Espíritu Santo. En el deseo activo de la maternidad virginal de María, voluntad sobrenatural escondida aún a sus ojos, es donde surge el Espíritu Santo, en la Anunciación, y eleva su voluntad hasta la fuente de la divina fecundidad que lo define a sí mismo, sobre todo como Amor. Pero no fue en María un amor aislado, individualista, comprometido con el Espíritu Santo en el Don de Cristo que le hacía, entregándose él mismo a ella. Sino un amor conyugal auténtico con José.

COOPERADOR DE LA ENCARNACIÓN DEL VERBO
La unión hipostática es la “unión de la naturaleza divina y de la naturaleza humana, en la unidad de la persona, o hipóstasis, de Cristo, conservando cada naturaleza sus características propias. La unión hipostática de Cristo con el Logos, “Verbo divino”, se produce en el momento de la concepción del Hijo de Dios en el seno de la Virgen María. Esta unión no se interrumpe con la muerte de Cristo sobre la Cruz: solo su alma se separa de su cuerpo, pero la divinidad no se separa de la humanidad del Señor” (D. Le Tourneau).

Si lo observamos de cerca, comprobamos que la misión de san José sobrepasa el orden mismo de la gracia, y que limita por su término con la orden hipostática constituida por el misterio mismo de la Encarnación. Pero hay que entenderlo bien, evitando toda exageración y toda disminución. En el orden hipostático finaliza la misión única de María, la maternidad divina, y también, en cierto modo, la misión oculta de José. Este punto doctrinal lo afirman cada más explícitamente san Bernardo, san Bernardino de Siena, el dominico Isidoro de Isolano, Suárez y otros muchos autores recientes.

San Bernardo dice de san José: “ Es el servidor fiel y prudente a quien el Señor estableció sobre su familia, como apoyo de su Madre, padre adoptivo de su carne, y el único cooperador fidelísimo sobre la tierra del gran proyecto de la Encarnación” (Homilía II super Missus est). San Bernardino de Siena escribe: “Cuando la gracia divina elige a alguien para otorgarle una gracia singular o para ponerle en un estado preferente, le concede todos aquellos carismas que son necesarios para el ministerio que dicha persona ha de desempeñar. Esta norma se ha verificado de un modo excelente en san José, padre putativo de nuestro Señor Jesucristo y verdadero esposo de la Reina del universo y Señora de los ángeles”. (Sermón I sobre San José). Isidoro de Isolano sitúa también la vocación de José por encima de la de los Apóstoles: destaca que tiene como objetivo predicar el Evangelio, esclarecer las almas y reconciliarlas, pero que la vocación de José está más inmediatamente relacionada con el propio Cristo, porque es el esposo de la madre de Dios, el padre adoptivo y defensor del Salvador (Summa de donis sancti Joseph) (R. Garrigou-Lagrange).

Dominique Le Tourneau
Todo sobre san José