“Cristo con su Nacimiento ha encendido la luz de nuestro mundo”
Alocución del arzobispo coadjutor en la acogida de la Luz de la Paz de Belén, en la Catedral, traída por los Scouts Católicos desde la Gruta, organizada por la Pastoral juvenil.
Queridos niños;
queridos padres;
queridos jóvenes y queridos abuelos, porque veo también muchos abuelos:
Es para mí una gran alegría. Estoy realmente impresionado por este acto en que dais la entrada prácticamente a la Navidad. Con este acto en el que nos traen la luz, gracias a los que los Scouts católicos de Granada y la Pastoral Juvenil de Granada nos vienen a traer la luz y tiene mucha significación.
Cuando nos bautizaron de pequeños a nuestros padrinos le dieron una luz, una vela.
A lo mejor en vuestras casas la conserváis todavía y luego la sacáis en la Primera Comunión. Pues, esa luz se les dijo: “Recibís la luz de Cristo”. Y se encendió el cirio que representaba a Cristo. Cristo con su Nacimiento ha encendido la luz de nuestro mundo. Y me alegra mucho que podáis tener esta luz traída desde Belén.
Que pongáis al frente vuestras lámparas, sobre todo los más pequeños, y ponerla junto al Belén en casa, para que vuestras casas sean siempre hogares, no pensiones: hogares luminosos y alegres en medio de este mundo dividido, donde tanta gente va a lo suyo, donde tanta desunión se palpa. Y nos acordemos esta Navidad también, queridos niños, de aquellos niños que están en otros países del mundo y que están en medio de guerras o no tienen trabajo y viven en tiendas de campaña, en campos de refugiados. Todos esos niños que están sufriendo y que están sufriendo como Jesús y Jesús en ellos; y abráis vuestro corazón con la oración que Dios escucha, principalmente la de los niños y la de los enfermos.
Que llevéis esa luz, también de cariño. Porque esta luz nos hace darnos cuenta de que no estamos solos, de que a nuestro alrededor hay hermanos, nuestros padres, nuestros abuelos y nuestros amigos. La luz nos muestra el rostro de los demás y en esta Navidad tenemos que acercarnos a ellos, no pensar sólo en nosotros egoístamente. Que la Navidad también, que esta luz simboliza, nos haga también llevar con la luz, calor: calor de hogar. Decía san Juan Pablo II que la familia es el único lugar del mundo donde se nos quiere por lo que somos, no por lo que tenemos. Por desgracia, en nuestro mundo hay tantas divisiones, tanta polarización, tanto enfrentamiento, guerras. En nuestro mundo, hay muchas familias divididas, rotas. Pues, que pongamos la luz y el calor, el cariño de Cristo en nuestro hogar. Que Le pidáis al Señor, queridos niños, que vuestra familia no se rompa, que el amor entre vuestros padres y entre vuestros hermanos y vosotros permanezca siempre. Pero sólo hay una forma de que permanezca siempre: cuando estamos encendidos de la luz de Cristo. Porque, si no, nos buscamos a nosotros mismos. Vuestro hogar, vuestra familia, junto al Belén, junto al buen signo cristiano. Qué alegría me da que visite toda la diócesis y esta luz a toda la diócesis, para manifestar ante los granadinos que Cristo sigue vivo.
Que esa costumbre de poner el Belén, que esa costumbre de poner al Niño Dios en los balcones, nos está recordando que la Navidad tiene su sentido, precisamente por el Nacimiento de Cristo. Hoy, cuando la gente, cuando algunos quisieran borrar todo, toda imagen cristiana y parece que en lo público, pues sólo se pueden poner ramas de árbol y cosas así, o piñas que parecen las fiestas de invierno, la fiesta de la exaltación forestal; pues, que los más pequeños, los cristianos de Granada, digan que somos cristianos y que el origen de todo esto está en alguien que nos ama tanto que, siendo Dios, se hizo uno de nosotros para hacernos felices y que si nos encendemos ahí, Jesús nos ha dicho: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Y nos ha dicho también a los cristianos: “Vosotros sois la luz del mundo. No se enciende una luz para esconderla, sino para que alumbre a todos los de la casa. Alumbre vuestra luz a los hombres y vean vuestras buenas obras”. Los cristianos no podemos encerrarnos. No podemos avergonzarnos de nuestra fe. No podemos escondernos. Tenemos que respetar las convicciones y las creencias de los demás, pero sin avergonzarnos y sin acomplejarnos de las nuestras. Y que oportunidad más maravillosa.
Queridos hermanos y hermanas de Granada, queridos familias, queridos niños y jóvenes, que esta Navidad manifestemos con sencillez nuestro espíritu cristiano, incluso de forma material, con este sencillo gesto o con el gesto del Nacimiento de Belén en nuestras casas y en nuestros balcones, la imagen de Cristo Niño. Y pidamos por todos los niños del mundo, por favor. Y pidamos por los padres. Y pidamos por las familias. Y pidamos por los niños enfermos en los hospitales, por quienes están más enfermos todavía. Tenemos que pedir más, para que Jesús sea su consuelo y que recibáis también en esa luz que lleváis vosotros también el calor. Que os sintáis queridos, especialmente, porque os queremos de verdad.
Que la Virgen, la Virgen María, que cuidó la luz de Belén, Jesucristo, también nos cuide a nosotros, junto con San José. Y así, cuidando vuestros familiares, cuidará Granada, cuidará nuestra Iglesia. Por tanto, queridos jóvenes, que la luz de Cristo alumbre vuestras vidas, vuestros hogares y esta Navidad os haga muy felices a todos. Gracias.
+ José María Gil Tamayo
Arzobispo coadjutor
16 de diciembre de 2022
S.I Catedral de Granada