Tradición
Yo pongo el Belén
Poner en casa el Belén se ha convertido en una de las tradiciones que motiva y une a la familia los días previos a la llegada de la Navidad. Los belenes actuales están formados por elementos históricos que muestran la realidad tal cual fue. Alrededor del Belén la familia puede comenzar la cena o la comida de Navidad con una bendición, una oración en la que todos nos sintamos partícipes y que nos recuerde la solemnidad de estas fiestas navideñas.
¿CÓMO SE INICIÓ LA TRADICIÓN?
“Más tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de dominar en Israel”; con estas palabras Miqueas profetizaba la ciudad de nacimiento del Mesías; y la misma expresión utilizaron los sumos sacerdotes para indicarle a Herodes dónde tenía que nacer el Rey que andaban buscando los Magos de Oriente guiados por la estrella. Hoy en día, con este nombre conocemos la representación figurativa de la Natividad de Jesús y el ambiente que lo rodeaba.
El primer Belén tuvo lugar, por iniciativa de San Francisco de Asís en Greccio (Italia) en el año 1223. Se trataba de una puesta en escena con personajes vivos de la Natividad del Señor ideada por el santo de Asís para que el pueblo fiel comprendiera y viviera este misterio.
A partir de este acontecimiento, los frailes franciscanos difundieron por Italia la representación figurativa de la Navidad como apoyo a la predicación de esta fiesta. En el S. XVIII Carlos VII de Nápoles al convertirse en Carlos III de España trajo esta tradición a nuestra tierra y a todos los pueblos hispanos.
LOS ELEMENTOS DEL BELÉN QUE MUESTRAN SU REALIDAD
Los belenes actuales están formados por elementos históricos que muestran la realidad tal cual fue, siendo el más importante la Sagrada Familia; pero, también, por muchos otros con carácter simbólico que, aunque no estuvieron presentes en el momento del Nacimiento, sí manifiestan la realidad más profunda de lo que aconteció. Por poner algún ejemplo podríamos citar el mismo portal. Con frecuencia se representa como lo que fue, un establo, pero muchas veces lo vemos como un templo en ruinas significando que lo viejo ha pasado y que se inicia una nueva relación con Dios.
Es muy expresiva la conocida presencia del buey y el asnoque no aparecen en los evangelios de la infancia, pero que el profeta Isaías, al empezar su Libro, los nombra con esta frase “conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo”, animales que, a pesar de su poca inteligencia, saben perfectamente quién los alimenta, no como el pueblo de la antigua Alianza al que Isaías tiene que corregir por sus desviaciones.
Los pastores, que sí estuvieron presentes la gran Noche, simbolizan al pueblo cercano al Señor, los israelitas, los primeros en recibir el mensaje de la salvación. Advertidos del acontecimiento por el coro angélico acuden prestos adorar al Niño Dios y a ofrecerle sus dones como símbolo de la entrega de sus vidas.
Especialmente expresiva es la presencia de los Magos con sus pajes que con sus tres razas y sus diferencias de edad significan la humanidad entera a la que está destinado el mensaje de Redención y que, como los pastores se acercan a adorarlo ya a ofrecer sus dones, el oro como Rey, el incienso como Dios y la mirra como hombre.
La estrella que guía a los magos simboliza la luz de la fe que es la que nos lleva hasta la presencia del Señor. Muchos otros personajes y elementos pueden aparecer en nuestros Belenes: el castillo de Herodes, personas realizando distintos oficios, animales, plantas, que completan el conjunto dando aspecto de autenticidad. Pero tenemos que evitar colocar figuras que desvirtúen el gran mensaje que San Francisco quiso comunicar con el primer Belén en Greccio.
Por Pablo Delclaux
Director del secretariado de la Subcomisión Episcopal para el Patrimonio Cultural