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Textos
11 de diciembre de 2022
Nº 1448 • AÑO XXXI

Evangelio de Mateo 11, 2-11

La espera cumplida por el Mesías

Reflexión para el III Domingo de Adviento contenida en la obra Un minuto con el Evangelio de Marko I. Rupnik.

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. Jesús les respondió: “Id y anunciad a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!”. Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: “¿ Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: “yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti”. Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él”.

Juan vuelve del desierto del Jordán preparando el escenario necesario para que el Mesías, el Salvador, sea conocido en Israel. En un clima de arrepentimiento y penitencia, de bautismo y purificación, señala el Mesías, al Cordero de Dios que toma sobre sí el pecado del mundo. Luego, como todos los verdaderos profetas, también él es perseguido y termina en la cárcel. Sus discípulos vienen a contarle las grandes obras que está realizando Jesús, pero, para Juan Bautista, algo en todo esto no estaba del todo claro. Por eso, envía a sus discípulos a preguntar a Cristo mismo si él era al que esperaban. Cristo cita los pasajes mesiánicos del profeta Isaías, pero no menciona la liberación de los presos. El Mesías ha llegado, pero el Bautista permanece en prisión. La salvación supera la satisfacción de las expectativas más inmediatas y se puede realizar en el drama más incomprensible, porque la salvación es el amor.