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Testimonio
11 de diciembre de 2022
Nº 1448 • AÑO XXXI

La llamada a acoger

Sor Veera Bara, madre de los migrantes

La hermana Veera Baram, de las Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz, dedicó su vida a los migrantes en tierras italianas, especialmente en la isla de Sicilia, actualmente desempeña su misión en Uganda al servicio de los refugiados por causa de la pobreza y la guerra.

Se llama Veera Bara, es de nacionalidad india y pertenece a la congregación de Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz. Sor Veera ha sido noticia durante muchos años, pero su historia nunca ha aparecido en los grandes medios de comunicación. Estos días, sin embargo, la ha contado otra religiosa, sor Margaret Sunita Minj, y hoy la recoge el portal Vatican News.

Nacida en 1957 en Neematoli, localidad del Estado de Chhattisgarh, en el seno de una familia religiosa, sor Veera creció sin padre —murió cuando ella tenía seis meses— pero pudo estudiar en un colegio de las Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz. Cuando se dio cuenta de su vocación religiosa decidió profesar en este instituto fundado en 1856 por la religiosa suiza María Theresia Scherer.

Hizo sus primeros votos en 1982 y unos años después aceptó ir como misionera a Uganda junto a otras tres hermanas. Allí pasó 22 años: fue trabajadora pastoral y social, animadora vocacional, formadora, superiora, consejera… En Uganda sirvió a los más pobres y se empapó de África, de su cultura, de la forma de ser y los valores de sus gentes.

LLAMADA A ITALIA
Un día, sin embargo, su presencia fue requerida en un nuevo “territorio de misión”: Italia. Corría el año 2015. Hacía dos años que el Papa Francisco había visitado Lampedusa. Y en aquel inolvidable viaje, recién estrenado el pontificado, el Santo Padre manifestó su deseo de que las religiosas de las congregaciones de la Unión Internacional de las Superioras Generales (UISG) trabajaran juntas en la atención a los migrantes.

Fruto de ese deseo fue la apertura en 2015, coincidiendo con el 50º aniversario de la creación de la UISG, de dos centros en Sicilia para ayudar a los refugiados. Sor Veera fue propuesta para formar parte de una comunidad inter-congregacional de diez hermanas: nueve países y ocho institutos distintos estaban representados en ella. Llegó a Roma en septiembre de ese año para recibir una formación básica de italiano y el 2 de diciembre, después de la audiencia general, ella y sus compañeras recibían la bendición del Papa y partían para su nueva misión en Sicilia.

“MAMÁ” DE LOS MIGRANTES
Sor Veera ha trabajado durante cinco años atendiendo a los inmigrantes que llegan a la isla, y hoy está ya de nuevo en Uganda. En ese lustro ha sido un verdadero ángel para los recién llegados. Ha atendido a una veintena de mujeres nigerianas víctimas de trata, jóvenes destruidas física, mental y espiritualmente; ha enseñado italiano a los migrantes; ha sido mediadora con médicos, abogados, maestros, policías; ha ayudado a cerca de 170 refugiados musulmanes que vivían al aire libre, en refugios improvisados, sin agua, comida ni medicinas… Su presencia entre ellos —relata sor Margaret Sunita Minj— les hizo entender que Alá estaba con ellos y la esperanza empezó a renacer en sus corazones rotos.

“En agosto de 2019 —añade— pasé dos semanas con la hermana Veera en Caltanissetta, Sicilia. Caminábamos por las calles, los migrantes la llamaban desde lejos y cuando nos acercábamos la saludaban llamándola cariñosamente “mamá”.

“Soy feliz —confesó un día sor Veera— cuando las familias de los migrantes me consideran una de ellos y comparten sus alegrías y tristezas conmigo, Niños, hijos de inmigrantes pakistaníes y africanos, muchachos, muchachas, todos me llaman “mamá”.

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