INICIO
Signo y Gracia
20 de noviembre de 2022
Nº 1445 • AÑO XXXI

Teología de los sacramentos

La participación de la familia en los sacramentos

La participación de la familia, no sólo debe consistir en acompañar a un “acto solemne religioso”, e incluso “público social”; también debe implicar una participación activa con la respuesta y la oración.

Aunque se reconoce, desde el principio, la dificultad de una participación familiar “ideal” y adaptada, en la celebración de cada uno de los sacramentos, por cada uno de sus miembros; sin embargo, sí es posible señalar las líneas maestras que deberían articular esta participación, teniendo en cuenta los tres momentos de la misma dinámica sacramental: el “antes” de la preparación; el “en” de la misma celebración; y el “después” de la continuación en la vida.

En el “antes” es preciso recordar la preparación remota y la preparación próxima, por medio del ejemplo, la palabra educativa o exhortativa, la animación, el acompañamiento, la colaboración. Es evidente que esto será diferente, si se trata de un niño o de un joven o de un adulto, o de un anciano. En cualquier caso, el diálogo sobre el sentido del sacramento, sobre la forma de participar y vivir lo que se celebra, sobre el sentido de los símbolos de la celebración, siempre podrá ser una preparación y una participación “antecedente”.

En el “en” o momento de la misma celebración, la participación de la familia, no sólo debe consistir en acompañar a un “acto solemne religioso”, e incluso “público social”; también debe implicar una participación activa con la respuesta y la oración, los cantos y los gestos, el desempeño de los diversos servicios (acogida, lector, preces, colecta, cantos); y, lo más importante, una participación interna en el misterio de gracia y salvación, que se representa, se actualiza y se nos ofrece, de forma nueva en cada sacramento. El “en” es el momento concentrante y realizante de la experiencia sacramental familiar, del acompañamiento comunitario, y de la vida nueva en Cristo que siempre se nos ofrece por el sacramento.

En el “después” se pide a la familia que acompañe y ayude al miembro más implicado que recibió el sacramento, a vivir aquello mismo que celebró, por medio de un compromiso sincero, y actualizando a través de la oración, las palabras y las obras, el testimonio y el ejemplo, aquella gracia que le debe impulsar a trasformar toda su vida en Cristo. Es evidente que este “después” tiene implicaciones diversas, según se trate de un sacramento u otro: no es lo mismo el “después” bautismal, que el “después” confirmatorio o eucarístico, o matrimonial. Cuando el sujeto se siente apoyado y animado con la palabra y el ejemplo permanente de la familia, encuentra en ello una verdadera fuerza para ser fiel al compromiso que conlleva el sacramento que recibió.

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano