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Signo y Gracia
13 de noviembre de 2022
Nº 1444 • AÑO XXX

Teología de los sacramentos 

Sacramentalidad activa y participativa de la familia

Es preciso constatar que, dentro de la misma familia, no todos los miembros siguen el mismo itinerario sacramental: mientras unos reciben todos los sacramentos otros, pueden incluso haber renunciado a toda vida sacramental.

La dimensión sacramental de la familia se manifiesta en su intervención especial en los signos privilegiados de esta sacramentalidad que, además de ser los “grandes gestos testimoniales” que la familia puede dar en medio del mundo, lo son los mismos signos sacramentales de la Iglesia. Se trata de la sacramentalidad que se manifiesta en la intervención de la familia, cuando alguno de sus miembros recibe o celebra los sacramentos. Para comprender bien lo que esto implica, debemos tener en cuenta:

1. El itinerario sacramental de los diversos miembros de la familia.

2. La diversa intervención de los distintos miembros de la familia, según su responsabilidad: padres, hermanos, abuelos, otros parientes.

3. Las diversas posibilidades, según se trate de una situación sacramental u otra: no es lo mismo si se trata del bautismo, o de la confirmación, o del matrimonio, o de la unción de enfermos.

LA IMPRONTA DE UN “ITINERARIO SACRAMENTAL”
Hemos de reconocer, al tratar este punto, no sólo la variedad de “tipos” de familia hoy existentes, así como la diversidad de creencias, de intensidad de fe cristiana, de compromiso con la práctica sacramental. Igualmente, es preciso constatar que, dentro de la misma familia, no todos los miembros siguen el mismo itinerario sacramental: mientras unos reciben todos los sacramentos (excepto orden o matrimonio); otros solo han recibido el bautismo y la primera comunión; otros solo el bautismo y el matrimonio; y otros, en fin, pueden incluso haber renunciado a toda vida sacramental.

De todos modos, suponiendo el caso de una familia verdaderamente cristiana y practicante, la celebración de los sacramentos por los diversos miembros de la familia, y en las diversas etapas de la vida de cada miembro, será siempre uno de elementos más expresivos de  su propia sacramentalidad, y más identificantes de su verdad cristiana.

La celebración de estos acontecimientos vitales-familiares-sacramentales, constituye como los pilares de un itinerario cristiano, que no puede no impregnar y dejar su impronta en el proceso dinámico de una vida familiar. Cuando unos padres, una familia entera, ha vivido el “desfilar” de todos sus miembros por la mayor parte de los sacramentos de la Iglesia (bautismo, confirmación, primera eucaristía, penitencia, matrimonio, quizás consagración religiosa u orden, unción, viático, exequias), es imposible que su mismo ser cristiano familiar no quede impregnado de la esencia de sacramentalidad. Y si esta familia ha actuado y vivido estos momentos, con conciencia de ser al mismo tiempo “sujeto” celebrante con el que recibe el sacramento, “mediación” animadora y autentificadora de las actitudes y acción sacramental, y “objeto o fruto” que se enriquece y renueva su vida con ese mismo acontecimiento, entonces puede decirse que tales celebraciones no son momentos pasajeros sino referencias centrales de su ser y aparecer cristiano.

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano