Procesión en las Alpujarras
Ugíjar alza sus brazos por la Virgen del Martirio
Ugíjar celebra una de las advocaciones marianas más importantes de las Alpujarras. Los ugijareños mostraron el gran afecto que sienten por su patrona, la Virgen del Martirio, en una celebración que tuvo lugar este 14 de octubre y que contó con la presencia del Arzobispo coadjutor de Granada, Mons. José María Gil Tamayo.
Cientos de fieles acudieron a celebrar esta fiesta de larga tradición en la diócesis, que emergió después del martirio de los cristianos del lugar asesinados a causa de la rebelión de los moriscos en el s. XVI.
Media docena de sacerdotes concelebraron la Santa Misa junto a Mons. Gil Tamayo, que conocía por vez primera una fiesta devocional semejante en la región alpujarreña. “Si pudieran hablan las paredes de esta ermita, si pudieran hablarnos de cuántas peticiones, cuántos favores, cuánto dolor ha recogido y cuánta gracia ha derramado sobre los hombres y mujeres de esta tierra, nos quedaríamos asombrados”, afirmó durante la predicación eucarística.
DEVOCIÓN ALPUJARREÑA
El fervor de los ugijareños por esta Virgen de madera se volvió a hacer notar en el salto de los costaleros hacia el altar para llevar a cabo esa “levantá” al trono, que ocurrió después de la Misa. Los de Ugíjar alzaban bien alto a la Morenita, extendiendo hasta las falanges de sus dedos, ante la mirada complacida de los fieles. Salía así a la calle, entre el clamor de las gentes de la localidad, en un día vestido de sol para la ocasión.
Mientras anduvo por las calles se entendió por qué esta devoción es una seña de identidad de la región. “Incluso para quienes una fe más pobre, la Virgen del Martirio es un referente no solo para todo el pueblo, sino para toda la comarca”, explica Javier Ruiz, sacerdote diocesano nacido en la localidad. “Es el día más grande del año para nosotros, todos los sentimientos religiosos se aúnan en este día por la Virgen, es un
Las loas a la Virgen parecían dejar atrás dos años especialmente duros, superando el dolor de una pandemia que no ha podido apagar el fervor de sus hijos. “Esta pandemia nos ha enseñado una cosa, que necesitamos de Dios y de los demás, que solos no podemos”, aseguraba antes el arzobispo. “No volvamos a las andadas, no volvamos a poner separación entre unos y otros. No vayamos cada uno buscando el interés y olvidándose del bien común. Esto es a lo que nos invita nuestra madre, porque es madre de todos, porque es madre nuestra”.
Ignacio Álvarez