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Signo y Gracia
16 de octubre de 2022
Nº 1440 • AÑO XXX

Teología de los sacramentos

 Los sacramentos y el Reino último

Los sacramentos plenifican el tiempo y relacionan el pasado con el presente en la fuerza del misterio actualizador de Cristo. En ese presente de plenitud se nos garantiza la posesión epifánica del Señor en el definitivo banquete del Reino.

Al hacer un estudio consciente acerca de la gracia sacramental o de los dones sacramentales podemos ver que los sacramentos son signos de un mundo en transición. Para recibirlos es preciso tener la fe, porque aún no se posee la realidad desvelada, sino en símbolos y en la envoltura de imágenes sensibles. Los signos desaparecerán una vez que Cristo se manifieste a nosotros en su perfecta epifanía. Entonces ya no existirán los sacramentos.

La esperanza y la fe nos conducen en el sacramento al futuro, poseído ya en el presente, pero en velos. El símbolo nos aproxima a lo definitivo. La constitución litúrgica, al referirse a las correlaciones que existen entre la liturgia terrestre y celeste, nos dice: “En la liturgia terrena pregustamos y tomamos parte en aquella liturgia celestial que celebra en la ciudad santa de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos y donde está Cristo a la derecha de Dios como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero; cantamos al Señor el himno de la gloria con todo el ejército celestial: venerando la memoria de los santos, esperamos tener parte con ellos y gozar de su compañía; aguardamos a nuestro Salvador, hasta que se manifieste Él en nuestra vida, y nosotros nos manifestamos también gloriosos con Él” (SC 8). Así, los sacramentos nos mantienen en la esperanza del Señor, porque aguardamos al Salvador, nuestro Señor Jesucristo, hasta que se manifieste.

Los sacramentos plenifican el tiempo y relacionan el pasado con el presente en la fuerza del misterio actualizador de Cristo. En ese presente de plenitud se nos garantiza la posesión epifánica del Señor en el definitivo banquete del Reino. La Iglesia, Nuevo Israel, va avanzando junto con toda la creación hacia la unidad celeste donde vive el Esposo. Junto a la Iglesia de los signos, va completándose la Iglesia manifiesta del Cordero. Nosotros estamos sometidos a la pedagogía de los signos y de las imágenes. Pero cuando el hombre quede transformado, junto con la creación entera, no necesitará los medios velados y sensibles. Entonces Él los llenará y elevará plenamente. Los sacramentos son anuncios de esa historia que avanza hacia la plena manifestación del Señor.

En ningún documento de la Iglesia aparece tan claro como en la Lumen Gentium el aspecto escatológico de la Iglesia sacramental. Desde una base bíblica, todo el capítulo séptimo de la Constitución nos recuerda el progreso de la Iglesia hasta el momento del definitivo encuentro, el hombre y la creación, con su hacedor.

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano