Teología de los Sacramentos
Esperanza Escatológica
La Iglesia acude alegre y confiada al lecho del miembro enfermo, intenta fortalecerlo en la gracia y prepararlo, si es voluntad de Dios, para su ida hacia la Iglesia del Triunfo.
LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Por el sacramento de la Unción sagrada, la persona enferma es fortalecida con el vigor del óleo consagrado. Ese vigor lo justifica en la fe y la esperanza para el definitivo encuentro con el Señor, y si es voluntad divina, le alivia incluso en su dolor físico y lo ayuda a reincorporarse a la tarea de la Iglesia. La Iglesia acude alegre y confiada al lecho del miembro enfermo, intenta fortalecerlo en la gracia y prepararlo, si es voluntad de Dios, para su ida hacia la Iglesia del Triunfo. Este sacramento lleva una gran esperanza escatológica. La Iglesia de acá lo acompaña con cariño y esperanza. Esto no quiere decir que sea un sacramento para moribundos, sino para enfermos, los cuales son llevados a un encuentro más personal con aquel que los ha amado desde siempre.
LOS SACRAMENTOS Y EL UNIVERSO
Una profundización de la teología de los sacramentos y de los sacramentales conduce a una visión de gracia del mismo universo, como germen de salud redentora para el hombre. Los sacramentos asumen la realidad sensible del cosmos, y lo asumen para ser medio instrumental de la eficacia salvífica. El contenido histórico de los sacramentos nos llega en esas admirables prestaciones del universo, que sirven para sublimar, hacer sagrado, al mundo a categoría del “medio de gracia” para el hombre. La teología moderna se desarrolla por este camino en referente al camino cristiano del universo. Por ejemplo, san Ireneo ve en la Eucaristía el punto supremo de comunión entre el universo y la gracia.
FE PERSONAL Y SACRAMENTOS
Hemos de ver el aspecto personalista de los sacramentos, en cuanto contenidos de salud acogidos por la persona, a través de la fe. La reciente apertura de la teología católica hacia una línea más ecuménica ha sido causa de una visión más real del sacramentalismo, sobre todo en su aspecto personalista. Es conocida la importancia que tiene la fe en la teología sacramental.
La fe se expresa en toda la dimensión externa de la liturgia, ya que el culto se compone de signos, de palabras y de gestos, y toda su acción es solamente profesión de fe. La Palabra que acompaña al sacramento opera en la fe. A esa Palabra de la Iglesia se responde con la actitud personal de una fe dispuesta: “la respuesta del cristiano es la fe”. Exprésese o no exteriormente, esta respuesta ha de ser suscitada. Esta respuesta logra su expresión litúrgica más impresionante en las liturgias orientales, en que los fieles han de responder con un amén verdaderamente convencido.
San Buenaventura expresa acertadamente esa necesidad de la fe en el momento de acercarse al baño regenerador del bautismo: “La fuerza que nos restablece es la fuerza de la Santísima Trinidad… Es también la fuerza de la pasión de Cristo… Y para expresar esto en el primero de los sacramentos… debe ser invocada la Trinidad expresamente según la fórmula usada comúnmente. También al bautizar debe ser pronunciado propia y ordenadamente a la vez que se hacen las tres inmersiones, para significar la muerte de Cristo, su sepultura y su resurrección después de los tres días”.
Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano