Teología de los sacramentos
El misterio pascual en los sacramentos de la iglesia
Los sacramentos son de la Iglesia porque existen por ella, ella es el sacramento de la acción de Cristo que actúa en ella gracias a la misión del Espíritu Santo.
SACRAMENTOS DE CRISTO
Los sacramentos, según la Sagrada Escritura, la tradición apostólica y patrística fueron instituidos por Cristo.
Las palabras y las acciones de Jesús durante su vida oculta y su ministerio público eran salvíficas. Anticipaban la fuerza de su misterio pascual. Anunciaban y preparaban aquello que Él daría a la Iglesia cuando todo tuviese su cumplimiento. Los misterios de la vida de Cristo son los fundamentos de lo que en adelante, por los ministros de su Iglesia, Cristo dispensa en los sacramentos, porque lo que era visible en Él ha pasado a sus misterios.
Los sacramentos, como “fuerzas que brotan” del Cuerpo de Cristo (cf Lc 5,17; 6,19; 8,46) vivo y vivificante, y como acciones del Espíritu Santo que actúa en su Cuerpo que es la Iglesia, son “las obras maestras de Dios” en la nueva y eterna Alianza.
SACRAMENTOS DE LA IGLESIA
La Iglesia, gracias al Espíritu, reconoció poco a poco este tesoro recibido de Cristo y precisó su “dispensación”, tal como lo hizo con el canon de las Sagradas Escrituras y con la doctrina de la fe, como fiel dispensadora de los misterios de Dios (cf Mt 13,52; 1Co 4,1). Así, la Iglesia ha precisado, que, entre sus celebraciones litúrgicas, hay siete que son, en el sentido propio del término, sacramentos instituidos por el Señor.
Los sacramentos son de la Iglesia porque: existen por ella, ella es el sacramento de la acción de Cristo que actúa en ella gracias a la misión del Espíritu Santo; y existen para ella, los sacramentos constituyen la Iglesia, ya que manifiestan y comunican a las personas, sobre todo la Eucaristía, el misterio de la Comunión de Dios.
La Iglesia, en comunión con Cristo, actúa en los sacramentos como “comunidad sacerdotal” “orgánicamente estructurada” (LG 11): por el Bautismo y la Confirmación, el pueblo sacerdotal se hace apto para celebrar la liturgia; por otra parte, algunos fieles “que han recibido el sacramento del Orden están instituidos en nombre de Cristo para ser los pastores de la Iglesia con la palabra y la gracia de Dios” (LG 11).
SACRAMENTOS DE LA FE
Cristo envió a sus Apóstoles para que, “en su Nombre, proclamasen a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados” (Lc 24,47; Mt 28,19). La misión de bautizar, por tanto la misión sacramental, está implicada en la misión de evangelizar, porque el sacramento es preparado por la Palabra de Dios y por la fe que es consentimiento a esta Palabra. El pueblo de Dios se reúne, sobre todo, por la palabra de Dios vivo. Necesita la predicación de la palabra para el ministerio de los sacramentos. Son sacramentos de la fe que nace y se alimenta de la palabra (cf. PO 4).
Los sacramentos están ordenados a: santificar las personas, edificar la Iglesia y a dar culto a Dios, pero, como signos, tienen un fin instructivo. Suponen la fe, la fortalecen, la alimentan y la expresan con palabras y acciones; por eso se llaman sacramentos de la fe (cf. SC 59).
Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano