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1 de mayo de 2022
Nº 1420 • AÑO XXX

Seguridad y trabajo

"Las muertes son inaceptables, es necesaria nueva mentalidad"

Cada 15 segundos muere un trabajador y otros 153 sufren accidentes: cifras destinadas a empeorar en el contexto de la guerra, como afirma Liliana Ocmin, de la junta directiva de la OIT, la organización de la ONU que en el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo plantea la necesidad de un compromiso concreto.

Se calcula que cada día mueren 6.300 personas como consecuencia de accidentes de trabajo o enfermedades profesionales, lo que provoca más de 2,3 millones de muertes al año. Así lo recuerda la OIT, la Organización Internacional del Trabajo, hoy 28 de abril en el Día Mundial de la Salud y la Seguridad en el Trabajo. Cada año se producen 317 millones de accidentes en el lugar de trabajo, muchos de los cuales provocan ausencias prolongadas por enfermedad. El coste humano de estas tragedias diarias es enorme y la carga económica causada por las malas prácticas de seguridad en el lugar de trabajo se estima en un cuatro por ciento del producto interior bruto mundial.

LOS NUMEROSOS LLAMAMIENTOS DEL PAPA SOBRE EL TRABAJO Y LA SEGURIDAD
En la Nochebuena, Francisco dijo que "Jesús viene a llenar de dignidad la dureza del trabajo, nos recuerda lo importante que es dar dignidad al hombre a través del trabajo, pero también dar dignidad al trabajo del hombre, porque el hombre es señor y no esclavo del trabajo". "En el día de la vida, repitamos no más muertes en el trabajo y comprometámonos a ello". 

LA ACTUAL BATALLA DE LA UE POR EL SALARIO MÍNIMO
Estos días ha comenzado una nueva ronda de negociaciones a nivel europeo para la directiva sobre el salario mínimo. Se trata del sexto trílogo, es decir, la sexta ronda de negociaciones entre los representantes del Consejo, la Comisión y el Parlamento Europeo. El próximo trílogo está previsto para el 10 o el 17 de mayo. Las propuestas de directiva del ejecutivo ya fueron aprobadas por el pleno de Estrasburgo en noviembre y en diciembre el Consejo dio luz verde. La idea es obligar a los Estados miembros de la UE a promover un salario mínimo por ley o por negociación colectiva. Evidentemente, garantizar un salario aceptable significa también alejar a los trabajadores de la precariedad y del riesgo de trabajar sin las debidas medidas de seguridad.

EL COMPROMISO DE LA OIT 
La OIT ha adoptado más de cuarenta convenios y recomendaciones relacionados específicamente con la salud y la seguridad en el trabajo y ha aprobado más de cuarenta códigos de conducta. Entrevistamos a Liliana Ocmin, miembro de la junta directiva de la OIT, para saber cómo se cumplen estas recomendaciones.

No se puede morir en el trabajo, reitera Ocmin, que califica de inaceptables los índices registrados en los últimos años. También subraya que es impensable caer enfermo o quedar discapacitado de por vida por no haber tomado medidas de seguridad por parte de los empresarios. Y aclara un punto esencial: la prioridad es la vida de las personas, pero -explica- invertir en seguridad para la empresa también significa ser más competitivos.   

El problema del trabajo actual es que es demasiado precario y está mal pagado, especialmente para las mujeres y los jóvenes. Hay una situación de emergencia y es necesario defender los recursos que, en Italia, por ejemplo, fueron diseñados para ayudar precisamente a estos grupos de trabajadores. Se trata de la disposición con el acrónimo Pnrr, que básicamente establece cómo utilizar los recursos que la UE ha asegurado en tiempos de crisis sanitaria con el programaNext Generation Eu. Ahora la guerra -subraya Ocmin- nos angustia a todos porque estamos asistiendo a la mayor tragedia, que es la pérdida de vidas humanas, pero también es muy preocupante porque existe el riesgo de que los planes salten por los aires: lo que está ocurriendo en Ucrania -dice- no puede sino tener graves repercusiones en la economía. 

TRABAJO Y PAZ, PAZ Y TRABAJO: UN SOLO OBJETIVO
Ocmin recuerda que la OIT se fundó en 1919 para responder a los problemas de los países industrializados y luego evolucionó en varias fases, entre ellas la de hacer frente al aumento de nuevos miembros en las dos décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. El final de la Guerra Fría y la rápida globalización ya habían llevado a la organización a replantearse su mandato, sus programas y sus métodos de trabajo. La cuestión es que hoy -dice Ocmin- hay que recordar el estatuto de la organización en el que se entiende que el objetivo es humanitario pero también político. En particular, Ocmin cita el punto que dice: "Se consideran inaceptables las condiciones de los trabajadores, cada vez más numerosos y explotados sin ningún respeto por su salud, por las condiciones de vida de sus familias y por su desarrollo personal". Y a continuación recuerda cómo desgraciadamente esto sigue siendo cierto hoy en día, citando el preámbulo de la Constitución de la OIT cuando señala que "existen condiciones de trabajo que implican injusticia, miseria y privaciones para un gran número de personas" y a continuación advierte: "el descontento causado por la injusticia constituye una amenaza para la paz y la armonía mundiales".

En 1969, con motivo de su 50º aniversario, la OIT recibió el Premio Nobel de la Paz. Al presentar el prestigioso premio, el presidente del Comité del Premio Nobel declaró que "la OIT ha ejercido una influencia constante en la legislación de todos los países", y es "una de las pocas creaciones institucionales de las que la especie humana puede estar orgullosa". Hoy -reitera Ocmin- la OIT también intenta, en virtud de su lucha contra la nueva esclavitud, sentarse a la mesa de los que discuten las soluciones de paz. Es una de las organizaciones que representa a los trabajadores y a las familias y, por tanto, debe tener voz para reivindicar el trabajo y la paz. Y Ocmin se detiene en la peculiaridad de la OIT: recuerda que siempre ha sido el único foro en el que los gobiernos y los interlocutores sociales pueden debatir libre y abiertamente las experiencias y comparar las políticas nacionales. Su estructura tripartita -subraya- convierte a la OIT en la única organización mundial en la que empresarios y trabajadores tienen la misma voz que los gobiernos a la hora de formular políticas y programas. Debe tener fuerza frente a las distorsiones del mercado, el poder excesivo de las multinacionales, pero también frente a la lógica de las armas.  

Fausta Speranza 
Publicado el 28 de abril en Vatican News

“¡No más muertes en el trabajo! Y esforcémonos por lograrlo”

El Departamento de Pastoral del Trabajo ha lanzado una nota con motivo del Día Internacional por la Seguridad y la Salud en el Trabajo, que se celebra el 28 de abril.

“¡No más muertes en el trabajo! Y esforcémonos por lograrlo”. Con esta exclamación durante la Misa del Gallo de 2021 en la Basílica de San Pedro ante cientos de fieles, el Papa Francisco hacía un llamamiento atender a los más desfavorecidos y dar dignidad a los hombres y mujeres del mundo del trabajo.

EL TRABAJO NOS QUITA LA VIDA
La pérdida de la salud en el trabajo, y en excesivas ocasiones de la vida, es un grave problema que necesita ser abordado en profundidad. La Ley de Prevención de Accidentes Laborales, la Inspección de Trabajo, la formación en prevención que reciben los trabajadores y los esfuerzos que despliegan los agentes sociales están siendo manifiestamente insuficientes para atajar este grave problema.

Las últimas estimaciones conjuntas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indican que cada año se producen en el mundo 745.000 muertes por enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares por las largas jornadas de trabajo (55 o más horas a la semana) o la exposición a materias, gases y humos. Esto supone que las enfermedades relacionadas con el trabajo son cuatro veces más letales que los accidentes laborales.

En el marco de la Unión Europea, desde 1994 a 2018, los accidentes mortales en el trabajo se redujeron aproximadamente un 70%, pero queda mucho por hacer. A pesar de los avances, en 2018 se produjeron en la Europa de los veintisiete más de 3.300 accidentes mortales y 3,1 millones de accidentes no mortales. Cada año mueren más de 200.000 trabajadores por enfermedades relacionadas con el trabajo.[1]

Cada año se registran en España más de un millón de accidentes laborales. Durante 2021, se produjeron 572.448 accidentes con baja laboral, un 17,9% más que el año anterior; de ellos 4.572 clasificados como graves y 705 resultaron mortales.[2]

Las enfermedades laborales son otra de las causas que convierten el trabajo en un lugar peligroso. Durante el pasado año se registraron en España 20.510 partes por enfermedades profesionales, de los cuales 8.314 partes fueron con baja laboral, siendo la duración media de algo más de 110 días.

Ante esta realidad es preciso recordar que el Magisterio Social de la Iglesia enuncia entre los derechos de los trabajadores el derecho “a ambientes de trabajo y a procesos productivos que no comporten perjuicio a la salud física de los trabajadores y no dañen su integridad moral”.[3]

PROTEGER LA VIDA DE LAS PERSONAS TRABAJADORAS
Cómo cada 28 de abril, Día Mundial por la Seguridad y la Salud en el Trabajo, la sociedad recuerda la perdida de salud y vidas que se dan en el mundo del trabajo. Como Iglesia nos sumamos a este recuerdo y nos sentimos solidarios de todos aquellos que se empeñan en mejorar las condiciones de vida y de trabajo para erradicar esta lacra. Especialmente nos queremos hacer cercanos a las personas trabajadoras que ven mermada su salud o que pierden su vida en el desempeño de su trabajo.

“Las personas son la verdadera riqueza: sin ellas no hay comunidad de trabajo, ni empresa, ni economía. La seguridad en el trabajo significa salvaguardar los recursos humanos, que tienen un valor inestimable a los ojos de Dios y también a los del verdadero empresario.

Por ello, la legalidad debe entenderse como la protección del máximo patrimonio, que son las personas. Trabajar con seguridad permite a todos expresar lo mejor de sí mismos mientras se ganan el pan de cada día. Cuanto más cuidemos la dignidad del trabajo, más seguros estaremos de que la calidad y la belleza del trabajo realizado aumenten”.[4]

En el camino sinodal que recorre la Iglesia, queremos estar junto a los trabajadores y trabajadoras que se empeñan en la dignificación del trabajo, del que el cuidado de la salud y la vida forman parte muy importante[5]. En este caminar juntos es necesario apoyar sus luchas, visibilizando los accidentes y la pérdida de salud que se dan en los lugares de trabajo, a la vez que acompañamos a las víctimas de los accidentes laborales y a aquellos que ven mermada su salud por causas profesionales.

+ Abilio Martínez Varea
Obispo de Osma-Soria  y responsable de la  Pastoral del Trabajo

+Antonio Javier Aranda López
 Director Departamento de Pastoral del Trabajo

[1] Comisión Europea. La salud y la seguridad en el trabajo en un mundo laboral en plena transformación
[2] Ministerio de Trabajo y Economía Social. Estadísticas Accidentes de Trabajo
[3] Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 301
[4] Discurso del Papa Francisco a los miembros de la Asociación Nacional de Constructores de Edificios (ANCE)
[5] “Con frecuencia sucede que las condiciones de trabajo para hombres, mujeres y niños, especialmente en los países en vías de desarrollo, son tan inhumanas que ofenden su dignidad y dañan su salud”. (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 301)