Teología de los sacramentos
El sacramento como proceso personal y comunitario
En los últimos siglos de la Iglesia se ha tendido a considerar el sacramento como un acto que sólo abarcaba el tiempo necesario para la realización de los ritos establecidos. Se tenía la impresión de que era algo momentáneo y pasajero.
FUNDAMENTO BÍBLICO
En diversos artículos anteriores nos hemos referido a un concepto de sacramento más amplio y dinámico. Hemos ampliado el ámbito de referencia del término y del concepto de sacramento a todo un proceso objetivo que va desde la naturaleza, pasando por la historia de Salvación y llega hasta el culto y la celebración litúrgica. Por tanto, en consecuencia, podemos afirmar que también en el sujeto de los sacramentos se da correlativamente este proceso.
Los Evangelios ponen de relieve este proceso subjetivo. Antes de “ser revestidos de la fuerza de lo alto” (Hch 1), los apóstoles reciben una vocación cristiana (cf. Mt 4,1.21; 10,1; Mc 3,13; Lc 6,12-16; Jn 1,39.43) y son elegidos “para estar con Jesús” (Mc 3,14) en un catecumenado de tres años. Antes de llegar a la fe pentecostal y a la entrega al servicio del Reino pasan por unas etapas sucesivas que podemos resumir así:
- El punto de partida son las falsas esperanzas mesiánicas comunes a todo el pueblo (cf. Mt 11,2-6).
- Primer paso: abandono de un proyecto mesiánico utilitario (cf. Jn 6,26) y terreno (cf. Jn 18,36 s.), nacionalista y tradicional (Lc 1,23-31).
- Segundo paso: aceptación del enfrentamiento consigo mismo (cf. Mt 11,12; 16,24) y con los demás (cf. Lc 15,51 ss.; 21,12; Jn 15,20).
- Tercer paso; aceptación de la locura de la cruz como camino para el triunfo de la resurrección (cf. Lc 9,22; 24,26; Mc 8,31; Mt 16,21). Es el afrontamiento de una mística cristiana del fracaso por la fidelidad a los condicionamientos naturales y por el sometimiento “crítico” a las estructuras pecaminosas de “este mundo”.
- Cuarto paso: superación del Jesús según la carne para encontrar al Señor viviente según el Espíritu “en sus hermanos más pequeños” (cf. Mt 25,10) y en su cuerpo que es la Iglesia. Es la fe pentecostal.
El descubrimiento del sacramento como proceso es una de las aportaciones más interesantes de la teología sacramental de los últimos años.
REFLEXIÓN TEOLÓGICA
Por diversas razones, en los últimos siglos de la Iglesia se ha tendido a considerar el sacramento como un acto que sólo abarcaba el tiempo necesario para la realización de los ritos establecidos. Se tenía la impresión de que era algo momentáneo y pasajero, sin incidencia real en la vida y sin conexión con los momentos antecedentes y consecuentes. Antes del sacramento no había apenas nada; en el sacramento sucedía todo; después del sacramento quedaba solo el recuerdo. Esta comprensión ha sido para muchos miembros de la Iglesia una realidad.
Esta manera de comprender el sacramento: no lo sitúa en las verdaderas dimensiones que refleja su estructura ritual (rituales renovados), olvida aspectos básicos y constitutivos del sacramento, no tiene en cuenta la antropología ni el sentido histórico de la existencia humana, conduce a un concepto “desencarnado” y mágico de sacramento. Por todo ello, hoy vuelve a insistirse en el sacramento como una realidad histórica, dinámica y vital. No se habla solo de “actos sacramentales”, sino más bien de “proceso” o “movimiento” sacramental.
Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano