Sierva de Dios, Sor Thea Bowman
Promover con sabiduría la unidad que proviene del Evangelio
En Yazoo City, el 29 de diciembre de 1937, nació una niña: Bertha Bowman. Su familia pertenece a la comunidad metodista y profesa con alegría su fe. Su padre, Theon Bowman, es médico y su madre, Mary Esther Bowman, profesora. Todos ellos viven en Canton, Mississippi, un estado marcado por una larga batalla por los derechos civiles, que también tendrá un profundo efecto en la vida de Bertha.
Dos generaciones antes de su nacimiento, su abuelo era un esclavo afroamericano. De pequeña, Bertha pasaba mucho tiempo con sus mayores, aprendiendo de su sabiduría. Es muy curiosa y hace que le cuenten las costumbres y hábitos de su pueblo, y aprende las canciones y la cultura afroamericana. Los adultos pronto se dan cuenta de que la niña es muy inteligente y aprende con facilidad. La pequeña Bertha fue inscrita en la Escuela Holy Child Jesus de Cantón, donde conoció a las Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua.
La bondad y la profesionalidad de las hermanas impresionaron a la joven alumna. Se sintió muy atraída por su ejemplo de vida, especialmente por su servicio a los niños pobres y a los necesitados. A pesar de su corta edad – sólo tiene 8 años – Bertha pide permiso a sus padres para hacerse católica. Su padre y su madre, conociendo la extraordinaria madurez de pensamiento de su hija, no se opusieron. Así, a los 9 años, Bertha ingresa en la Iglesia católica.
En 1952, cuando sólo tenía 15 años, les dijo a sus amigos y a sus padres que quería trasladarse a La Crosse, Wisconsin, para ingresar como novicia en la Orden de las Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua. Incluso para esta decisión encontró la comprensión y el apoyo de sus seres queridos. Cuando llegó al monasterio en 1953, era la única chica de color en toda la orden. Las hermanas se dieron cuenta inmediatamente de la extraordinaria inteligencia de Bertha, su carisma y su deseo de ayudar a las personas. Su facilidad para hablar y dialogar la convierte en una excelente oradora, hasta el punto de que las hermanas deciden desde el principio que Bertha debe estudiar para ser maestra.
En su profesión religiosa tomó el nombre de María Thea y así fue conocida durante toda su vida. En 1969 obtuvo la licenciatura y en 1972 completó su doctorado. Enseñó a alumnos de todas las edades, primero en La Crosse y luego en Cantón. Carismática y alegre, no se limita a transmitir sólo conceptos científicos, sino que educa y evangeliza, convirtiéndose así en un fuerte referente para generaciones de estudiantes.
El Concilio Vaticano II, a finales de los años 60’s, marcó profundamente su trayectoria. Sor Mary Thea Bowman se dedica a estudiar la cultura afroamericana y la liturgia de la Iglesia. Empieza a dar clases en la Universidad Católica de América. Sin embargo, su visión de la sociedad multicultural dista de las posiciones vigentes. Uno de los alumnos señala: "Ella sabía que no todos estamos en un caldero o crisol indistinto de culturas (ing. melting pot). No estaba muy interesada en esa metáfora. Le gustaba mucho más afirmar que todos nosotros somos como una ensalada. Cuando formas parte de una ensalada, no pierdes tus características, sigues siendo un ser individual.
AMAR AL PRÓJIMO
Para ella, la cuestión era amar al prójimo. Y eso es lo que hizo". Viaja por todo Estados Unidos rompiendo los prejuicios raciales con sus discursos y compromisos. Crea un entorno que facilita la comunicación interpersonal para comprender las diferencias entre las distintas culturas y etnias. Fomenta los intercambios culturales entre católicos blancos y no blancos, especialmente en el sur de Estados Unidos, donde las Iglesias locales están especialmente heridas por el segregacionismo.
En 1978, con la aprobación de sus superiores, regresa a Mississippi para cuidar de sus ancianos padres. Sor Thea goza ahora de una buena reputación como estudiosa, pero sobre todo como religiosa creyente que sabe hablar y poner en práctica el Evangelio incluso en situaciones muy difíciles. El Obispo de Jacksonville, al conocer su llegada, le ofreció el cargo de Consultora de Asuntos Interculturales en su Diócesis. Sor Mary Thea acepta y se compromete a promover con sabiduría la unidad que proviene del Evangelio y se realiza en la Iglesia caracterizada por la diversidad cultural y multiétnica. Sus compañeros de trabajo comentan que "Ella sabe cómo convertir a los espectadores en activistas, hace que la gente sea más consciente de sus dones y su potencial, sabe poner en contacto a diferentes razas entre sí. Su ministerio es el de la alegría".
En 1984, uno a uno, sus padres murieron y a ella se le diagnosticó un cáncer de mama. Bromea diciendo a sus alumnos: "Viviré hasta que me muera". Continúa incansable y con una sonrisa manteniendo el alto ritmo de sus actividades, incluso cuando el cáncer invadió sus huesos y la obligó a estar en una silla de ruedas. En 1987, Sor Bowman publica una colección de himnos y cantos católicos: “Lead Me, Guide Me: The African American Catholic Hymnal”. Es la primera obra de este tipo que emana de la comunidad afroamericana y, al mismo tiempo, el fruto de años de estudio, trabajo y escucha de las comunidades afroamericanas: "Cuando entendemos nuestra historia y cultura, entonces podemos desarrollar el rito, la música y la expresión devocional que nos satisfacen en la Iglesia".
Su trabajo en el campo cultural, ritual y de piedad popular afroamericana es apreciado por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. Los obispos la invitaron en junio de 1989 a la reunión anual de la Conferencia. Sor Thea Bowman habla a los obispos sobre la Iglesia como una Casa: la Familia de las familias. Un discurso bastante espontáneo que los propios obispos percibirían y describirían más tarde como un corazón que habla a otros corazones. Sor Bowman presenta la espiritualidad afroamericana, su lugar en la Iglesia y el aporte que puede hacer. Les recuerda la necesidad no sólo de educación e instrucción, sino sobre todo de evangelización de los niños de color y la urgencia de incluirlos en las comunidades católicas. "Su trabajo es capacitarme, capacitar al pueblo de Dios, a los negros, a los blancos, a los morenos, a todo el pueblo, para hacer el trabajo de la Iglesia en el mundo moderno".
Sor Thea Bowman fallece el 30 de marzo de 1990. En 2018, la Diócesis de Jackson abre su causa de beatificación.