INICIO
Signo y Gracia
3 de abril de 2022
Nº 1416 • AÑO XXX

Teología de los sacramentos

Relación Signo y Gracia

Cada uno de los sacramentos actualiza y realiza en nosotros, a través de un signo eclesial concreto, el mismo misterio de Cristo. Misterio que es uno y único, como lo es Cristo sacramento.

El signo externo no puede ni debe estar desligado de su significado interno. Toda la reforma litúrgica ha estado guiada por este principio: “Ordenar los textos y los ritos de manera que expresen con mayor claridad las cosas santas que significan” (SC 21). De aquí no puede deducirse que haya identidad entre el contenido de gracia que confieren los sacramentos y el significado natural del elemento externo que la expresa. No nos bautizamos para lavar nuestra suciedad, ni somos ungidos para fortalecer nuestros músculos, ni co­memos el pan de la Eucaristía para saciar nuestra hambre. El significado natural del signo no agota su significado salvífico. Y es este significado el que nos indica la gracia que confiere el sacramento. Solo a partir del significado de los signos particulares en la Historia de la Salvación podemos comprender y decir: “Los sacramentos confieren aquello que significan”.

La eficacia de los sacramentos consiste en la realización en nosotros del misterio de Cristo, según los diversos momentos o aspectos que lo diversifican e integran y según las diversas situaciones de la vida humana.

El misterio de Cristo, que ha obrado la salvación de una vez para siempre y cuya presencia salvífica es eternamente actual, se actualiza en nosotros a través de los signos sacramentales. Esta actualización es algo que concierne y transforma profundamente a la persona a la que se dirige. Es, con otras pala­bras, la realización en nosotros de dicho misterio salvífico, de una manera eficaz, aunque misteriosa, en la fuerza del Espíritu.

Cada uno de los sacramentos actualiza y realiza en nosotros, a través de un signo eclesial concreto, el mismo misterio de Cristo. Misterio que es uno y único, como lo es Cristo sacramento. Y, sin embargo, cada uno de los sacramentos manifiesta, actualiza y realiza en nosotros, preferencial o prioritariamen­te, un aspecto de este misterio, que es el más directamente expresado en el signo sacramental con­creto. Los diversos aspectos del misterio de Cristo y sus distintas etapas de realización en la historia salvífica son la base de la diversificación de la gracia sacramental.

Al mismo tiempo, este misterio de Cristo se realiza en nosotros según los diversos momentos o situa­ciones fundamentales que integran y diversifican la vida humana. En cada una de estas situaciones se realiza para nosotros de un modo peculiar aquel aspecto del misterio que, asumiéndolas en su realidad más humana, les da pleno sentido, las eleva a una nueva dimensión y nos hace capaces de vivirlas en Cristo.

El don de gracia de Dios, dada a través de los sacramentos, no queda limitada al momento de la celebra­ción sacramental; abarca la situación existencial que asume, se despliega, actualiza y realiza también, de algún modo, en los distintos momentos constitutivos de dicha situación.

El sacramento no se reduce a un momento fugaz, lo mismo que las “situaciones humanas” no se re­ducen a un instante pasajero. Si la gracia se encarna en la vida, es incoherente restringir la gracia y el sacramento a un punto y momento determinado: su celebración.

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano