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Signo y Gracia
6 de marzo de 2022
Nº 1412 • AÑO XXX

Teología de los sacramentos

Deficiencias sacramentales del pasado

El Vaticano II, teniendo presente esta realidad, afirmó: “Los sacramentos no sólo suponen la fe, sino que, a la vez, la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y de cosas; por eso se llaman sacramentos de la fe”

La Iglesia es hoy consciente de algunas deficiencias sacramentales del pasado; intenta des­cubrir su identidad en el mundo a partir de los condicionantes que deben configurarla; sabe que los signos de pertenencia sociológica (a veces los sacramentos) no indican en muchos casos una pertenencia afectiva y efectiva; se da cuenta de que no todo el que pide un sacramento tiene la verdadera fe. Ante esta realidad, ¿no es legítimo que la Iglesia insista en la fe? ¿Sería fiel a su misión si no se empeñara en suscitar, educar y hacer crecer la fe de sus miembros? ¿No privaría al sacramento de su pleno sentido, si no acentuara la fe que es necesaria para celebrarlo?

El Vaticano II, teniendo presente esta realidad, afirmó: “Los sacramentos no sólo suponen la fe, sino que, a la vez, la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y de cosas; por eso se llaman sacramentos de la fe” (SC 59). Y los rituales posconciliares insisten en la necesidad de la fe para que el sacramento sea celebrado con dignidad. A través de estos documentos se nos propone un concepto de sacramento en el que la fe es considerada como un elemento constitutivo del mismo; esta fe debe ser consciente, libre, responsable y consecuente; es una fe que se comparte, crece y se expresa en la comunidad, la cual asume la responsabilidad de educar a sus miembros; esta tarea debe ejercerla también por una catequesis, preparatoria o consecuente al sacramento; el responsable de la pastoral debe preocuparse no tanto por administrar el sacramento cuanto por despertar la fe y preparar debi­damente a los candidatos al sacramento. Es evidente que la Iglesia no entiende estas exigencias como marginales al sacramento, sino como parte integrante del proceso sacramental. Con ello no inventa nada; sólo restituir al sacramento su dimensión perdida: la fe, el proceso en que se integra esa profun­dización en la fe o la pastoral.

El “opus operatum” (el mismo sacramento) cuanto el “opus operantis” (el mismo celebrante) (gra­cia-fe) son elementos constitutivos del signo sacramental. Pero ¿cuál es su sentido teológico? ¿Cómo integrarlos equilibrada y coherentemente en el dinamismo del sacramento? ¿Cómo explicar estos as­pectos fundamentales de la teología de los sacramentos? No es tarea fácil y, menos, cuando se trata de resumir brevemente las bases en que se apoya la teología actual. Esta explicación presupone las apor­taciones de la “doctrina de los misterios”, la dimensión “epiclética” de los sacramentos, la actuación de la Iglesia como “sacramento de Cristo”, la respuesta personal como elemento constitutivo del signo sacramental pleno, la función del símbolo como forma de expresión y realización.

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano