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Signo y Gracia
13 de febrero de 2022
Nº 1409 • AÑO XXX

Teología de los sacramentos

Sacramentos mayores o principales y Sacramentos menores

La teología actual está de acuerdo en admitir una cierta jerarquización en el organis­mo sacramental. A partir de esto podemos comprender mejor cuál es el valor del número Septenario y cuál es la dimensión analógica con la que hemos de contemplar los signos sacramentales.

Hoy es legítimo y válido distinguir entre “sacramentos mayores o principales” y “sacramentos menores o más secundarios”. La Iglesia siempre ha admitido que “sacramento” es un concepto análogo. Trento condenó una proposición, según la cual los siete sacramentos eran todos iguales desde cualquier punto de vista. Es tradicional el reconocimiento de la principalidad del Bautismo y la Eucaristía sobre los de­más sacramentos. La teología actual está de acuerdo en admitir una cierta jerarquización en el organis­mo sacramental. A partir de esto podemos comprender mejor cuál es el valor del número Septenario y cuál es la dimensión analógica con la que hemos de contemplar los signos sacramentales.

También se intenta explicar el significado del Septenario, considerándolo como un número simbóli­co. Si el sacramento es un signo y emplea el símbolo como elemento constitutivo, ¿por qué no tratar también como símbolo el número siete? La simbólica del siete da que pensar, nos hallamos ante un dato objetivo que hemos de interpretar; rehusar el signo sería anular el significado. En ese ámbito, el valor de la cifra no es su valor numérico, sino su potencial significativo. El número siete significa que la operación del Espíritu en nuestro mundo se manifiesta de modo sacramental; por ser signo de la unidad en la diversidad, este número es la clave del sistema sacramentario y nos remite a una gracia sacramental.

El septiformismo de esta gracia significa el influjo del único Espíritu en el conjunto de las instituciones, lo cual corresponde al significado de los siete dones que manifiestan la unidad pneumá­tica de la estructura institucional y de la estructura carismática del pueblo de Dios. El sacramento, por ser también el signo de la fe del sujeto, expresa por su septenario que esa fe es una y no dividida, que no hay santificación en general, sino en particular en todos los pormenores. La generalidad de la sacra­mentalidad simbolizada por el siete es prenda de que es consagrable en Cristo la totalidad de nuestra existencia y de la materia de este mundo, siendo una y otra “eficaces” con vistas al reino que se cons­tituye desde ahora y aquí dentro. El siete es un número que tiene un centro. El centro del septenario sacramental lo ocupa la Eucaristía, en torno a la cual se sitúan los demás sacramentos. Siete simboliza la plenitud del don divino que se entrega a la totalidad del mundo creado; es la cifra de la economía de la gracia. Este carácter septiforme del don se realiza para nosotros mediante un septenario significa­tivo eficaz, cada uno de cuyos elementos es como una emanación de ondas y cuyo conjunto abarca la totalidad de la existencia. Los siete sacramentos no agotan el don del Espíritu, sino que, por una parte, significan toda su variedad de aplicación, y, por otra, remiten al signo Cristo-Iglesia, al sacramento úni­co, de suerte que toda gracia es sacramental, siete indica finitud, pero su imparidad implica apertura.

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano