INICIO
Textos
6 de febrero de 2022
Nº 1408 • AÑO XXX

En el Día internacional de la fraternidad humana

"Cultura del enfrentamiento, no. Cultura del encuentro, sí"

El 4 de febrero celebramos el Día internacional de la fraternidad humana, promovida desde la Santa Sede, para la convivencia común entre todas las personas, sean del credo que sean o procedan de las distintas latitudes en las que se encuentren. Con motivo de este Día, ofrecemos algunos puntos de interés de la Encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco.

DERECHOS HUMANOS NO SUFICIENTEMENTE UNIVERSALES

  1. Muchas veces se percibe que, de hecho, los derechos humanos no son iguales para todos. El respeto de estos derechos “es condición previa para el mismo desarrollo social y económico de un país. Cuando se respeta la dignidad del hombre, y sus derechos son reconocidos y tutelados, florece también la creatividad y el ingenio, y la personalidad humana puede desplegar sus múltiples iniciativas en favor del bien común”[18]. (…) En el mundo de hoy persisten numerosas formas de injusticia, nutridas por visiones antropológicas reductivas y por un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre. Mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados”[19]. ¿Qué dice esto acerca de la igualdad de derechos fundada en la misma dignidad humana?

  2. De modo semejante, la organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones. Se afirma algo con las palabras, pero las decisiones y la realidad gritan otro mensaje. Es un hecho que “doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos”[20].
  1. (…) Hoy como ayer, en la raíz de la esclavitud se encuentra una concepción de la persona humana que admite que pueda ser tratada como un objeto. […] La persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, queda privada de la libertad, mercantilizada, reducida a ser propiedad de otro, con la fuerza, el engaño o la constricción física o psicológica; es tratada como un medio y no como un fin”. Las redes criminales “utilizan hábilmente las modernas tecnologías informáticas para embaucar a jóvenes y niños en todas las partes del mundo”[21]. La aberración no tiene límites cuando se somete a mujeres, luego forzadas a abortar. Un acto abominable que llega incluso al secuestro con el fin de vender sus órganos. Esto convierte a la trata de personas y a otras formas actuales de esclavitud en un problema mundial que necesita ser tomado en serio por la humanidad en su conjunto, porque “como las organizaciones criminales utilizan redes globales para lograr sus objetivos, la acción para derrotar a este fenómeno requiere un esfuerzo conjunto y también global por parte de los diferentes agentes que conforman la sociedad”[22].

CONFLICTO Y MIEDO

  1. Guerras, atentados, persecuciones por motivos raciales o religiosos, y tantas afrentas contra la dignidad humana se juzgan de diversas maneras según convengan o no a determinados intereses, fundamentalmente económicos. Lo que es verdad cuando conviene a un poderoso deja de serlo cuando ya no le beneficia. Estas situaciones de violencia van «multiplicándose dolorosamente en muchas regiones del mundo, hasta asumir las formas de la que podría llamar una “tercera guerra mundial en etapas””[23].

  2. Esto no llama la atención si advertimos la ausencia de horizontes que nos congreguen, porque en toda guerra lo que aparece en ruinas es “el mismo proyecto de fraternidad, inscrito en la vocación de la familia humana”, por lo que “cualquier situación de amenaza alimenta la desconfianza y el repliegue”[24]. Así, nuestro mundo avanza en una dicotomía sin sentido con la pretensión de “garantizar la estabilidad y la paz en base a una falsa seguridad sustentada por una mentalidad de miedo y desconfianza”[25].
  1. Paradójicamente, hay miedos ancestrales que no han sido superados por el desarrollo tecnológico; es más, han sabido esconderse y potenciarse detrás de nuevas tecnologías. Aun hoy, detrás de la muralla de la antigua ciudad está el abismo, el territorio de lo desconocido, el desierto. Lo que proceda de allí no es confiable porque no es conocido, no es familiar, no pertenece a la aldea. Es el territorio de lo “bárbaro”, del cual hay que defenderse a costa de lo que sea. Por consiguiente, se crean nuevas barreras para la autopreservación, de manera que deja de existir el mundo y únicamente existe “mi” mundo, hasta el punto de que muchos dejan de ser considerados seres humanos con una dignidad inalienable y pasan a ser sólo “ellos”. Reaparece “la tentación de hacer una cultura de muros, de levantar muros, muros en el corazón, muros en la tierra para evitar este encuentro con otras culturas, con otras personas. Y cualquiera que levante un muro, quien construya un muro, terminará siendo un esclavo dentro de los muros que ha construido, sin horizontes. Porque le falta esta alteridad”[26].

  2. La soledad, los miedos y la inseguridad de tantas personas que se sienten abandonadas por el sistema, hacen que se vaya creando un terreno fértil para las mafias. Porque ellas se afirman presentándose como “protectoras” de los olvidados, muchas veces a través de diversas ayudas, mientras persiguen sus intereses criminales. Hay una pedagogía típicamente mafiosa que, con una falsa mística comunitaria, crea lazos de dependencia y de subordinación de los que es muy difícil liberarse.

GLOBALIZACIÓN Y PROGRESO SIN UN RUMBO COMÚN

  1. Con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb no ignoramos los avances positivos que se dieron en la ciencia, la tecnología, la medicina, la industria y el bienestar, sobre todo en los países desarrollados. No obstante, “subrayamos que, junto a tales progresos históricos, grandes y valiosos, se constata un deterioro de la ética, que condiciona la acción internacional, y un debilitamiento de los valores espirituales y del sentido de responsabilidad. Todo eso contribuye a que se difunda una sensación general de frustración, de soledad y de desesperación. […] Nacen focos de tensión y se acumulan armas y municiones, en una situación mundial dominada por la incertidumbre, la desilusión y el miedo al futuro y controlada por intereses económicos miopes». También señalamos «las fuertes crisis políticas, la injusticia y la falta de una distribución equitativa de los recursos naturales. […] Con respecto a las crisis que llevan a la muerte a millones de niños, reducidos ya a esqueletos humanos —a causa de la pobreza y del hambre—, reina un silencio internacional inaceptable”[27]. Ante este panorama, si bien nos cautivan muchos avances, no advertimos un rumbo realmente humano.

  2. En el mundo actual los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad se debilitan, y el sueño de construir juntos la justicia y la paz parece una utopía de otras épocas. Vemos cómo impera una indiferencia cómoda, fría y globalizada, hija de una profunda desilusión que se esconde detrás del engaño de una ilusión: creer que podemos ser todopoderosos y olvidar que estamos todos en la misma barca. Este desengaño que deja atrás los grandes valores fraternos lleva “a una especie de cinismo. Esta es la tentación que nosotros tenemos delante, si vamos por este camino de la desilusión o de la decepción. […] El aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses jamás son el camino para devolver esperanza y obrar una renovación, sino que es la cercanía, la cultura del encuentro. El aislamiento, no; cercanía, sí. Cultura del enfrentamiento, no; cultura del encuentro, sí”[28].

(…)

NOTAS

[18] Discurso a las autoridades, Tirana – Albania (21 septiembre 2014): AAS 106 (2014), 773; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (26 septiembre 2014), p. 7.

[19] Mensaje a los participantes en la Conferencia internacional “Los derechos humanos en el mundo contemporáneo: conquistas, omisiones, negaciones” (10 diciembre 2018): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (14 diciembre 2018), p. 11.

[20] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 212: AAS 105 (2013), 1108.

[21] Mensaje para la 48.ª Jornada Mundial de la Paz 1 enero 2015 (8 diciembre 2014), 3-4: AAS 107 (2015), 69-71; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (12 diciembre 2014), p. 9.

[22] Ibíd., 5: AAS 107 (2015), 72; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (12 diciembre 2014), p. 9.

[23] Mensaje para la 49.ª Jornada Mundial de la Paz 1 enero 2016 (8 diciembre 2015), 2: AAS 108 (2016), 49; L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (18-25 diciembre 2015), p. 8.

[24] Mensaje para la 53.ª Jornada Mundial de la Paz 1 enero 2020 (8 diciembre 2019), 1:L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (13 diciembre 2019), p. 6.

[25] Discurso sobre las armas nucleares, Nagasaki – Japón (24 noviembre 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (29 noviembre 2019), p. 11.

[26] Discurso a los profesores y estudiantes del Colegio “San Carlos” de Milán (6 abril 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (14 abril 2019), p. 7.

[27] Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, Abu Dabi (4 febrero 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (8 febrero 2019), p. 7.

[28] Discurso al mundo de la culturaCagliari – Italia (22 septiembre 2013): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (27 septiembre 2013), p. 15.

[29] Humana communitas. Carta al Presidente de la Pontificia Academia para la Vida con ocasión del 25.º aniversario de su institución (6 enero 2019), 2. 6: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (18 enero 2019), pp. 6-7.