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9 de enero de 2022
Nº 1404 • AÑO XXX

La fase diocesana

Vademécum para el Sínodo sobre la sinodalidad

El Santo Padre ha convocado un Sínodo de Obispos que se celebrará en 2023, y cuya fase diocesana se inició en 2021. Ofrecemos un extracto del Vademécum, concebido como un manual que acompaña al Documento Preparatorio, al servicio del camino sinodal. El Vademécum ofrece un apoyo práctico a la(s) persona(s) de contacto en las diócesis, designada(s) por el obispo diocesano, para preparar y reunir al Pueblo de Dios, para que pueda dar voz a su experiencia en la Iglesia local. Esta invitación mundial a todos los fieles es la primera fase de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, cuyo tema es Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión.

Los obispos y los auditores se reunirán con el Santo Padre, el Papa Francisco, en la Asamblea del Sínodo de los Obispos en Roma, en octubre de 2023, para hablar y escucharse recíprocamente sobre la base del Proceso Sinodal que comenzó a nivel local. El objetivo del Sínodo de los Obispos no es oscurecer las fases diocesana y de conferencia episcopal/sínodo de las Iglesias orientales y continentales, sino discernir a nivel universal la voz del Espíritu Santo que habló en toda la Iglesia.

Gran parte de la riqueza de esta fase de escucha llegará de los debates entre parroquias, movimientos laicales, escuelas y universidades, congregaciones religiosas, comunidades cristianas de barrio, grupos de acción social, movimientos ecuménicos e interreligiosos y otros grupos.

Los obispos inician el proceso, por lo que es probable que la participación a nivel diocesano se coordine a través de los canales de comunicación habituales del obispo diocesano. Las parroquias que tengan un Consejo Pastoral Parroquial, y las diócesis que tengan un Consejo Pastoral Diocesano, pueden hacer uso de estos organismos “sinodales” existentes para organizar, facilitar y dar vida al Proceso Sinodal a nivel local, siempre que se haga un esfuerzo por llegar a las periferias y a aquellas voces que rara vez se escuchan.

El objetivo no es sobrecargar a las diócesis y a las parroquias, sino integrar el Proceso Sinodal en la vida de la Iglesia local de forma creativa que promueva una comunión más profunda, una participación más plena y una misión más fructífera. En esta fase de escucha, invitamos a las personas a reunirse, a responder juntos a los estímulos en forma de preguntas/imágenes/escenarios, a escucharse mutuamente y a expresar comentarios, ideas, reacciones y sugerencias individuales y de grupo. Sin embargo, si las circunstancias (como las restricciones de la pandemia o la distancia física) dificultan la interacción en presencia, es posible utilizar grupos de discusión online con un moderador, actividades online autodirigidas, grupos de chat, llamadas telefónicas y diversas formas de comunicación social, así como cuestionarios en papel y online. También se pueden utilizar materiales de oración, reflexiones bíblicas y música sacra, así como obras de arte, poesía, etc., para estimular la reflexión y el diálogo.

Esta fase diocesana es una oportunidad para que las parroquias y las diócesis encuentren, experimenten y vivan juntas el camino sinodal, descubriendo o desarrollando así las herramientas y los caminos sinodales que mejor se adapten al propio contexto local, lo que finalmente se convertirá en el nuevo estilo de las Iglesias locales en el camino de la sinodalidad.

Por lo tanto, este Sínodo no sólo espera respuestas que puedan ayudar a la Asamblea del Sínodo de los Obispos que se realizará en Roma en octubre de 2023, sino que también desea promover y desarrollar la práctica y la experiencia de ser sinodal en el curso del proceso y para el futuro. Las Iglesias locales que ya han emprendido este camino han puesto a disposición excelentes recursos, como la Guía Metodológica para la Asamblea Eclesial de la Conferencia Episcopal Latinoamericana y el Consejo Plenario de Australia y sus documentos clave. Los invitamos a consultar estos recursos para ayudar e inspirar el trabajo en la propia Iglesia local.

LA FASE DE APLICACIÓN
Dado que este Sínodo busca promover un nuevo estilo de vivir la comunión, la participación y la misión de la Iglesia, la fase de implementación será crucial para avanzar juntos en el camino de la sinodalidad.

Esta implementación está destinada a alcanzar todas las Iglesias locales del mundo, de modo que el Proceso Sinodal incluya todo el Pueblo de Dios, ya sea desde el punto de partida hasta el punto de llegada (CE, 7). La(s) persona(s) de contacto en las diócesis y otras personas y organismos que participaron en la fase diocesana pueden ser útiles en este sentido, incluyendo el Consejo Pastoral Diocesano, el Consejo Presbiteral y los Consejos Pastorales Parroquiales.

La esperanza es que la experiencia del Proceso Sinodal conduzca a una nueva primavera en términos de escucha, discernimiento, diálogo y toma de decisiones, para que todo el Pueblo de Dios pueda caminar mejor junto a los demás y a toda la familia humana, bajo la guía del Espíritu Santo.

RECORRER EL CAMINO SINODAL EN LAS DIÓCESIS
Esta primera fase del Proceso Sinodal sienta las bases para todas las fases sucesivas. Más que responder a un simple cuestionario, la fase diocesana pretende ofrecer al mayor número posible de personas una verdadera experiencia sinodal de escucha mutua y de caminar juntos, guiados por el Espíritu Santo.

El Espíritu de Dios, que ilumina y da vida a este caminar juntos, es el mismo Espíritu que actúa en la misión que Jesús confió a sus apóstoles. El Espíritu Santo actúa a través de todas las generaciones de discípulos que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. El Espíritu enviado por Cristo no sólo confirma la continuidad del Evangelio de Jesús, también ilumina las profundidades siempre nuevas de la Palabra de Dios e inspira las decisiones necesarias para sostener el camino de la Iglesia y vigorizar su misión (cfr. Jn 14,25-26; 15,26-27; 16,12-15) (PD, 16).

El Documento Preparatorio recurre a dos “imágenes” de la Escritura para inspirar nuestro camino de construcción de una Iglesia sinodal. La primera imagen surge de la “escena comunitaria” que acompaña constantemente el camino de la evangelización,. Desde el ministerio de la predicación de Jesús, todos encuentran su lugar: la multitud, los apóstoles y el Señor (DP, 17-21). La segunda imagen se refiere a la experiencia del Espíritu Santo en la cual Pedro y la comunidad primitiva reconocen el riesgo de poner límites injustificados al compartir la fe (DP, 22-24). Invitamos a reflexionar sobre estas dos imágenes como referencia y fuente de inspiración en el Proceso Sinodal. El Evangelio da testimonio del esfuerzo constante de Jesús para llegar a las personas excluidas, marginadas y olvidadas. Un rasgo común en todo el ministerio de Jesús es que la fe se pone siempre en evidencia cuando las personas son valorizadas: se escucha su súplica, son ayudadas en su dificultad, se aprecia su disponibilidad, se confirma su dignidad con la mirada de Dios y se restablece en la comunidad. Así como Pedro fue transformado por su experiencia con Cornelio, también nosotros debemos dejarnos transformar por aquello que Dios nos invita a vivir. A través del Proceso Sinodal, Dios nos conduce por el camino común de la conversión mediante lo que experimentamos unos con otros. Dios llega a nosotros a través de otros y llega a otros a través de nosotros, a menudo de manera sorprendente. Para que esto ocurra, es necesario hacer esfuerzos significativos para que 4.1 Síntesis de lo previsto en la fase diocesana puedan participar el mayor número posible de personas.

Esta es la primera responsabilidad de la(s) persona(s) de contacto en las diócesis, designada(s) para guiar y animar la fase diocesana del Proceso Sinodal. No serán útiles las aportaciones superficiales o programadas que no representen con precisión y riqueza de contenidos la experiencia de las personas, lo mismo vale para las contribuciones que no expresen toda la gama y la diversidad de las experiencias. En este sentido, la fase diocesana debe comenzar individuando los modos más eficaces para lograr una participación lo más amplia posible. Debemos llegar personalmente a las periferias, a los que han abandonado la Iglesia, a los que rara vez o nunca practican su fe, a los que experimentan pobreza o marginación, a los refugiados, a los excluidos, a los que no tienen voz, etc.

El corazón de la experiencia sinodal es escuchar a Dios a través de la escucha recíproca, inspirados en la Palabra de Dios. Nos escuchamos los unos a los otros para oír mejor la voz del Espíritu Santo que habla en nuestro mundo actual. Esto puede llevarse a cabo en el transcurso de una reunión, pero recomendamos encarecidamente que se celebren varias reuniones para permitir un ambiente más interactivo de intercambio a medida que las personas se conocen, confían unas en otras, y sienten que pueden hablar con más libertad, viviendo así una verdadera experiencia sinodal de camino recorrido juntos. Además de los aspectos más formales de hablar y escucharse unos a otros, es importante que las reuniones tengan también momentos informales. Las peregrinaciones, las actividades de grupo, las expresiones artísticas e incluso las pausas para el café pueden ayudar a promover el sentido de comunidad a través de la experiencia de compartir la vida con los demás. El modo en que se realicen estas reuniones dependerá de las circunstancias locales. Pueden unirse varias parroquias, así como ministerios, por ejemplo, la pastoral de la salud o la educación católica, o entre comunidades religiosas, movimientos de laicos y grupos ecuménicos. En el cuestionario que sigue (Parte 5) se sugieren algunas preguntas para estimular y facilitar esta experiencia de compartir y escuchar.

El objetivo no es responde a todas las preguntas, sino elegir las que sean más relevantes para el propio contexto local. También se pueden formular otras preguntas, y los e invitamos a hacerlo. Como guía general, pedimos dar más énfasis a las preguntas que evocan historias personales y experiencias de la vida real, que a las declaraciones “doctrinales”. Consulte la Parte 5 para ver algunos ejemplos. Las respuestas recibidas a lo largo del proceso de escucha deben reunirse en una “síntesis”. Como se explica en la “hoja de ruta” más adelante (Parte 4.4), se debería redactar una síntesis cada vez que se realice una reunión en la diócesis, para responder a las preguntas delineadas en este Vademécum (Parte 5). Al mismo tiempo, se escribirá una síntesis en cada diócesis y, en última instancia, en cada Conferencia episcopal. El objetivo de estas síntesis, a cualquier nivel, no es producir un resumen genérico de todo lo que se ha dicho, ni realizar un ejercicio académico. Más bien, la síntesis es un acto de discernimiento al elegir y escribir lo que contribuirá a la siguiente etapa del Proceso Sinodal, al ser enviada a la diócesis (en el caso de la consulta dentro de la diócesis) y eventualmente a la Conferencia episcopal (en el caso de la síntesis escrita por la diócesis).

En este sentido, la síntesis no sólo informa de las tendencias comunes y de los puntos de convergencia, sino que también destaca aquellos puntos que nos han tocado, aquellos que inspiran un punto de vista original o abren un nuevo horizonte. La síntesis debe prestar especial atención a las voces de los que no suelen ser escuchados e integrar lo que podríamos llamar el “informe de la minoría”. Las respuestas no deberían sólo subrayar las experiencias positivas, sino también sacar a la luz las experiencias desafiantes y negativas, con la finalidad de reflejar la realidad de cuanto se ha escuchado. Algo sobre la experiencia de la reunión local debe transmitirse en las síntesis: las actitudes de los participantes, las alegrías y desafíos de comprometerse juntos en el discernimiento, etc. Las respuestas recibidas en estos encuentros locales se recogerán luego, en una síntesis global a nivel diocesano. La síntesis que cada diócesis elaborará al final de este trabajo de escucha y discernimiento constituirá su contribución concreta en el camino de todo el Pueblo de Dios.

También puede servir como documento útil para identificar los próximos pasos en el camino de la Iglesia local en el sendero de la sinodalidad. Para facilitar las fases posteriores del Proceso Sinodal, es importante condensar los frutos de la oración y la reflexión en un máximo de diez páginas. Se pueden adjuntar a la síntesis diocesana otros textos, para apoyar o acompañar su contenido. La síntesis de cada diócesis o eparquía se transmitirá sucesivamente a las Conferencias episcopales y a los Sínodos de las Iglesias orientales. A su vez, estos organismos redactarán su propia síntesis con el mismo espíritu de discernimiento descrito anteriormente, a partir de las síntesis diocesanas/ eparquiales que hayan recibido. Las Conferencias episcopales y los Sínodos de las Iglesias orientales presentarán, luego, estas síntesis que han elaborado a la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, quien compondrá la primera edición del documento de trabajo (Instrumentum Laboris) en base a lo compartido y experimentado a nivel local.

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