Misión del Salvador
Jesucristo sacerdote
La misión de Cristo en y para el mundo se expresa y se realiza en la triple función de Profeta, Sacerdote y Señor.
LA TRIPLE FUNCIÓN DE LA MISIÓN DE CRISTO
La misión de Cristo en y para el mundo se expresa y se realiza en la triple función de Profeta, Sacerdote y Señor. Cada una de estas funciones es manifestación existencial e histórica (es decir, sacramento) de la misma e idéntica misión.
a. Profeta
Los Evangelios presentan a Cristo como Profeta. Jesús manifiesta una conciencia clara en este sentido (Lc 4,16-24; 13,33; Mt 13,57; Mc 6,1-6), y con este título es proclamado repetidas veces por la gente (Mt 16,14...; Mc 6,15; Lc 7,16-39...; Jn 4,19...) y, sobre todo, aceptado por la comunidad cristiana primitiva (Hch 3,22-26). Todo ello porque en Cristo se cumplen las profecías (Lc 24,25ss; cf. Hch 2,30; 26,22; Rm 1,2; 1Pe 1,1ss), y Él es el revelador del Padre (Jn 1,18; 1 Jn1, 1-4); y la revelación total de Dios (Heb 1,1ss).
b. Sacerdote
La vida de Jesús, su pasión y su muerte, son presentadas como el cumplimiento de una misión sacerdotal (cf. Mc 2,18ss; 8,31ss; 10,33ss; 12,7ss; 14,8; Mt 9,15; 16,21ss; 17,22; 20,18ss; 21,39; 26,1-12; Lc 5,35; 9,22-27; 17,25; 18, 31-34; 20, 14ss; 22,22). Tales expresiones sugieren el sentido sacrificial de su vida y, sobre todo, de su muerte; las expresiones “el Hijo del hombre debe padecer” (Mc 8,31; Mt 16,21; Lc 9,29; 17,25) “según lo establecido” (Lc 22,22) y la afirmación de que el Hijo del hombre ha venido a dar su vida “como rescate” (Mt 20,28) aluden al lenguaje sacerdotal y presentan la existencia de Jesús como ministerio sacerdotal. Por esto se comprende que la sangre de Jesucristo sea llamada “sangre de la Alianza”, en lo cual se percibe una alusión al sacrificio de la Alianza (cf. 1Co 11,25; Mt 26,28), como se comprende que la profecía del Siervo de Yahvé que se aplica a Jesús establezca una conexión entre el castigo (Is 53,5) y el sacrificio de la expiación (Is 53,10).
El Evangelio de Lucas se cierra con la imagen de Cristo bendiciendo a sus discípulos (24,50ss), en lo cual se advierte una alusión al pontífice que después del sacrificio bendecía al pueblo elevando las manos (cf. Lev 9,22ss; Eclo 50,20). La carta a los Hebreos presenta a Cristo como Pontífice, de modo que en el análisis estructural de la carta, la doctrina sobre el sacerdocio de Cristo es central (Heb 9,11).
c. Señor
Cristo es Señor. La fe de las comunidades cristianas primitivas es fe en Jesucristo “como Señor” (Hch 2,36; 5,14; 8,16; 10,36; 11,20-24; 13,12; 14,25; 15,11; 18.9; Fil 2,11; Rm 4,24; 10,9-13; 1Co 1,2; 9,1; 12,3; Col 2,6), de tal manera que la aspiración “Maran Atha” (1Co 6,22; Ap 22,20) expresa el deseo ardiente de la cercanía de este Señor.
Esta fe corresponde a la proclamación de la realeza que hacen los Evangelios (Mt 21,15; cf. Zac. 9,9; Lc 19.39ss), especialmente en su Pasión (Jn 18,17; 19.19ss; Mc 15,18).
Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano