25 años como presbítero
“El sacerdote debe ser un hombre de Dios en medio del mundo”
Ángel Moreno Muñoz, ordenado el 14 de abril de 1996, celebró este año sus Bodas de Plata sacerdotales. Hablamos con él de su ministerio después de este cuarto de siglo, que le ha hecho recorrer varias parroquias de Granada, desde la Alpujarra hasta Motril, pasando por San Juan María Vianney y la iglesia de Santa María de la Cabeza de Ogíjares, de la que es ahora párroco.
¿Qué recuerdo guarda del día de su ordenación?
Fueron días vividos con mucha alegría, no solo por mí, sino por toda la familia y las personas que me fueron acompañando durante mi época de preparación para el ministerio. Fuimos la última promoción que ordenó D. José Méndez antes de jubilarse y fue todo muy hermoso, la verdad.
¿Cómo fue el transcurso de esos primeros años de su ministerio como sacerdote?
Los primeros años en la Alpujarra fueron muy bonitos, en el sentido de que estás empezando y la gente te recibe muy bien. Llevaba cinco pueblos, todos muy pequeños. En esos inicios sientes que unas veces aciertas y otras veces no. Continúas también el trabajo de otros sacerdotes que te han precedido y es importante tratar de cultivar lo que ya se ha ido sembrando. ¡Es una tarea apasionante que nunca acaba, porque el Evangelio es siempre nuevo y las personas también!
Lo que más recuerdo con cariño es el agradecimiento de la gente cuando vas cambiando de destino. El que te da las gracias, el que te hace ver detalles en las que no has caído y resulta que has podido ayudarles. Eso es lo que más se te queda: el ver que el Señor va sembrando a través de ti algo de bondad en las personas y en las comunidades.
¿Qué cambios de fondo crees que diferencian a la Iglesia y el mundo desde estos 25 años hasta ahora?
Quizás hace 25 años había más seguridades. Cuando tú llegabas a una parroquia era todo más claro. Sabías cómo tenías que hacer para administrar los sacramentos u organizar la catequesis. Yo diría que ahora tienes que ser capaz de hacer un discernimiento más personal con cada caso, con cada persona, dentro de su situación familiar.
Cuando yo me ordené, por ejemplo, de todos los bautizos que tenía al año solamente una o dos parejas de padres estaban casados por la Iglesia. Hoy podemos decir que son la mayoría. La situación pastoral es muy distinta, también la juventud antes estaba más cerca de la parroquia…. Yo veo que se va acentuando cada vez más lo que dice el Papa Francisco de que hay que ser una Iglesia en salida y no tanto una Iglesia encerrada de puertas hacia adentro.
¿Cómo debe de ser entonces la labor del sacerdote en el tiempo presente?
Lo esencial es celebrar los sacramentos, hacer presente a Cristo sacerdote en medio de la comunidad, pero quizá hoy también haya que acentuar ese papel de sacerdote como como hombre de Dios en medio del mundo. No se trata de ser simplemente un hombre del culto, sino que hay que hay que estar también en medio del mundo, del mismo modo que Jesús recorría los caminos de Galilea e iba encontrando personas marginadas, enfermas, etc.
Pienso que este es hoy el papel del sacerdote. No podemos quedarnos siempre dentro de la Iglesia, aunque forme parte de la obligación de nuestro ministerio. Hay que estar abiertos al mundo, abiertos a las personas que quizás no van a tocar a la puerta de la parroquia para pedir ayuda, pero que a lo mejor te las encuentras en otros lugares, como en la calle, en un negocio o en un comercio.
¿De qué manera ha vivido esto en los últimos doce años en la parroquia de Ogíjares?
Mi intención desde que llegué es crear Iglesia, crear comunidad. Jesús lo dijo en el Evangelio: “donde dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy yo”. Hay que estar unidos para que el mundo crea. Pienso que a eso es a lo que hemos de aspirar en una parroquia: a crear una verdadera familia donde estemos unidos por la fe y por la caridad. Seremos así testigos de la presencia del Señor en medio del mundo. El objetivo es que, quien se acerque a la parroquia o conozca a alguien de la comunidad parroquial, pueda encontrarse con Jesús.
Eso es lo que he tratado de hacer con mi servicio, con mi entrega. Habrá cosas en las que hemos crecido, otras en las que tenemos que crecer, pero ahí estamos. Además, no es una tarea que hagas solo y lo haces gracias a los pasos que van dando otras personas que van remando en la misma dirección.
¿Qué balance se puede hacer después de estos 25 años de ministerio?
Yo he de dar gracias al Señor por todas las cosas que ha hecho en mi vida y todas las personas que ha puesto en mi camino. A tanta gente que ha estado ahí y sigue estando ahí a mi lado para ayudarme y darme su testimonio.
Cuando miro hacia atrás la verdad es que me parece que ha sido muy poco tiempo, ha pasado rapidísimo. Lo importante no es tanto hacer balance sino mirar hacia delante y vivir la vida en el seguimiento de Cristo. No se trata tanto de mirar hacia atrás, sino de preguntarse qué es lo que el Señor me está pidiendo ahora, que lo que los demás necesitan de mí.
Tengo mucha alegría al compronar que el Señor, a pesar de mi pequeñez o de mi límite, cuenta conmigo y que quiere hacer algo a través de mí, dándome su gracia, su Espíritu. Yo le pido que pueda seguir renovando esa ilusión y ese deseo de continuar construyendo la comunidad, de poder acercar a Cristo a las personas que voy encontrando en el camino.
Ignacio Álvarez