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Signo y Gracia
7 de noviembre de 2021
Nº 1395 • AÑO XXIX

Teología de los Sacramentos

El Misterio Pascual de Cristo

Es el hecho cumbre de todo un proceso creciente de teofanías, hecho que constituye el significado primario de todo signo sacramental.

La Iglesia, por esta centralidad del Misterio Pascual, consigue tres resultados:

1º La liturgia no se mueve en un mundo de ideas abstractas; o en motivos sentimentales, como sucede a veces en las devociones, sino en los hechos que constituyen la trama viva de la historia santa.

2º En el Misterio Pascual, la Iglesia cuenta con la más alta realización histórica de la santifica­ción de la persona por Dios y del culto a Dios por la persona, los dos aspectos correlativos del significado de toda acción litúrgica. El signo litúrgico es el lugar del encuentro entre Dios y la persona, donde Dios desciende hasta la persona y la persona sube hasta Dios. Las realidades significadas por los signos litúrgicos son, pues, aquéllas que constituyen el encuentro entre Dios y la persona; la santificación que Dios hace a la Iglesia en Cristo y el culto que la Iglesia en Cristo rinde a Dios. Santificación y culto que encuentran su centro neurálgico en el misterio pascual de Cristo. La muerte y la resurrección del Señor son el sacramento histórico, el signo más claro y la realización más plena del culto ofrecido por la persona a Dios en la obediencia rendida de Cristo y la redención de la persona en la exaltación de Cristo. El Misterio Pascual es, pues, la síntesis suprema del significado de todo signo sacramental: santificación y culto.

3º En el Misterio Pascual adquiere su unidad orgánica toda la historia salvífica que progresa por sucesivos sacramentos históricos y cultuales hasta la muerte-resurrección del Señor y que se proyecta, a partir de ellas, en la historia y en la liturgia de la Iglesia hasta la Parusía. El Misterio Pascual, pues, es una síntesis del pasado, del presente y del futuro.

Estableciendo Cristo con su muerte y resurrección el significado primordial de todo signo litúrgico configura el sacramento en cuatro dimensiones. El sacramento es:

  • Signo rememorativo de las acciones salvíficas de Cristo principalmente de su muerte y resu­rrección, así como de todas las teofanías cósmico-biológicas e históricas que precedieron a Cristo anunciándolo y de todas las expresiones litúrgicas con las que el pagano y el judío rendían culto a Dios y recibían de Dios santificación.
  • Es signo prefigurativo y profético de la Parusía, última teofanía divina y del culto de la Jerusalén celeste, en la que la humanidad habrá alcanzado su estado beatífico de “recapitulación” de todo bajo el señorío de Cristo.
  • Es signo demostrativo de la actualización del Misterio Pascual y de los frutos recibidos en el aquí y el ahora de la celebración en virtud de los méritos de Cristo. El signo sacramental alude en el presente a la gracia, causa formal de la santificación, y a las actitudes morales de fe como origen del culto; a Cristo, causa instrumental y ejemplar de la santificación y causa principal y ejemplar del culto; a la Iglesia, objeto de la santificación y causa instrumental del culto.

  • Es signo empeñativo, en cuanto que compromete al cristiano, receptor de la santificación y au­tor del culto, a unas acciones morales en el futuro y, al mismo tiempo, las significa.