31 de octubre de 2021
1394 • AÑO XXVIII

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Sacramento de Salvación

La muerte de Cristo

La teofanía cristiana es una vida y vida humana real. La vida humana termina con la muerte, luego la teofanía habrá de desembocar en la muerte.

Cristo había de terminar en la muerte a menos de ser una aparición de lo divino no del todo comprometida y encarnada (sacramentalizada) en la humana teofanía transeúnte y pasajera: lo divino está presente en una vida humana y desaparece con ella al finalizar esa existencia con la muerte. Esa vida humana queda transformada radical­mente en la resurrección de entre los muertos por la condición inmortal de lo divino, permitiendo en esa persona una teofanía permanente. Esta última salida fue la que tuvo lugar en Cristo, pero pasando por la muerte. Por eso debemos aludir a estos dos momentos del ritmo binario del misterio pascual de Cristo como significado primordial del sacramento cristiano.

LA MUERTE DE CRISTO, SUPREMO SACRAMENTO DE LA GLORIFICACIÓN DE DIOS Y DE LA SANTIFICACIÓN DE LA PERSONA
La Alianza hebrea se transforma en la Alianza cristiana, testamento absoluto de todos los bienes. Lo que era imagen se transforma en realidad; lo que era profecía en cumplimiento; lo que era esperanza en posesión.

Como la Alianza israelita, la Alianza cristiana es, ante todo, un acontecimiento histórico, no cultual; como la Antigua Alianza, también la Nueva se expresa en compromisos éticos contenidos en el Sermón del Monte (Mt 5-6), escritos en los corazones de los creyentes por el Espíritu Santo (Rm 8,4), que es el don de la nueva Alianza; como la Antigua, la Nueva es sellada por la sangre del sacrificio, pero no de animales, sino de Cristo en la cruz (Mt 26,28; Heb 9,11-22); como la primera, también la segunda hace de los cristianos “un reino de sacerdotes” (1Pe 2,9) e instaura en la comunidad de los creyentes el nue­vo templo (1Pe 2,4ss); como la primera, la segunda se actualiza en el memorial del culto sacramental de la Iglesia (1Cor 11,4ss).

Sobre este contexto de paralelismos, se perfila con claridad el sentido de la Alianza cristiana. Jesucris­to protagoniza esta Alianza al margen y como consecuencia del rechazo de la institución religiosa de su tiempo.

De todos esos elementos integrantes de la nueva Alianza la muerte cruenta de Cristo es su ratificación oficial. El sello de su sangre. Este valor le atribuye Cristo a su Sangre al instituir la Eucaristía (1Cor 11,24ss).

LA SANGRE DE CRISTO, DERRAMADA EN LA CRUZ, ES EL SACRAMENTO EFICAZ
Si el fin específico de toda acción litúrgica es la glorificación de Dios y la santificación de la persona, Cristo funda con su muerte el significado primordial de todo sacramento, puesto que su muerte es al mismo tiempo: la suprema teofanía con la que la persona puede contar. Dios se muestra en la Cruz de Cristo, como Dios “con” nosotros, y como Dios “por” nosotros, a nuestro favor.

En su muerte Cristo vive la vocación divina del hombre en fiel adhesión al Padre y en dependencia de Él.

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano