12 de septiembre de 2020
1387• AÑO XXIX

INICIO - A Fondo

Plan pastoral de la CEE hasta el curso 2024-25

"Fieles al envío misionero"

El presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Barcelona, cardenal Juan José Omella, ha tenido un encuentro de comienzo de curso con los directores, colaboradores y trabajadores de la Conferencia Episcopal Española (CEE). El encuentro ha comenzado con la celebración de la Eucaristía, presidida por el cardenal Omella y concelebrada por Mons. Argüello, Secretario general de Mons.  Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo, y los sacerdotes que trabajan en la CEE.

Tras la Eucaristía, el cardenal Omella y Mons. Argüello han presentado, en el salón de la Plenaria, las orientaciones pastorales y las líneas de acción para la CEE para los cuatro próximos cursos pastorales, que llevan por título Fieles al envío misionero, que entran en vigor este mes de septiembre y se prolongan hasta el final del curso 2024-2025.

En la presentación del documento, ha intervenido el secretario general de la CEE, Mons. Luis Argüello, mostrando las principales claves del mismo.

Este documento, titulado Fieles al envío misionero fue aprobado por la Asamblea Plenaria de abril. Fieles al envío misionero es fruto de un ejercicio de discernimiento compartido por los obispos, los órganos colegiados de la CEE y los colaboradores, para aproximarse a la realidad social y eclesial y sugerir unas orientaciones pastorales que han realizado, a lo largo de varios meses de diálogo.

CLAVES DE LAS ORIENTACIONES PASTORALES

  • Ante los desafíos del cambio de época y el continuo dinamismo de este tiempo, los obispos proponen una dinámica de salida misionera que brota de la alegría de la misericordia.
  • Se ha dado un gran cambio social que ha generado una sociedad desvinculada, desordenada e insegura en la que crece la desconfianza y el enfrentamiento.
  • En este contexto tan transformado, es necesario seguir afirmando que la vivencia religiosa, la fe en Dios, aporta claridad y firmeza a las valoraciones éticas.
  • Esta situación es un momento histórico de fuerte llamada a la renovación para la humanidad y para la Iglesia.
  • La misión evangelizadora de la Iglesia en España se encuentra con dos tipos de dificultades: unas vienen de fuera de la cultura ambiental; otras vienen de dentro, de la secularización interna, la falta de comunión o de audacia misionera.
  • Es motivo de esperanza el testimonio de muchos laicos partícipes activos en la misión de la Iglesia asumiendo funciones y responsabilidades.
  • Esto nos pide salir al encuentro para la escucha y el diálogo y también acoger y generar ámbitos donde escuchar “a los de fuera” y trabajar conjuntamente “con los de dentro”.
  • Hemos de hacer este anuncio con audacia y esperanza. Dios nos sale al encuentro, la fe en Dios es razonable y el corazón humano está inquieto y con sed.

El documento comienza con una reflexión sobre el modo de realizar el mandato del Señor, “id y anunciad el Evangelio”, en la actual sociedad española, a la luz del impulso dado por el Papa Francisco para, en modo sinodal, descubrir el paso y la voluntad de Dios para este tiempo. Se trata de ofrecer, desde la colegialidad y el discernimiento de la Conferencia Episcopal, a las diócesis españolas y a sus obispos algunas claves del actual contexto, social y eclesial, criterios, prioridades y líneas de trabajo para impulsar la conversión pastoral, personal e institucional que el Papa pide.

Ante los desafíos del cambio de época y el continuo dinamismo de este tiempo, los obispos proponen una dinámica de salida misionera que brota de la alegría de la misericordia y exige conversión pastoral y que debe ser, para este tiempo, el paradigma de toda la obra de la Iglesia.

Ante los desafíos del cambio de época y el continuo dinamismo de este tiempo, los obispos proponen una dinámica de salida misionera que brota de la alegría de la misericordia y exige conversión pastoral y que debe ser, para este tiempo, el paradigma de toda la obra de la Iglesia.

La Iglesia vive en permanente fidelidad a un doble mandato, “id y anunciad el Evangelio” y “haced esto en conmemoración”. Este mandato que, gracias a la Eucaristía acontece hoy, ha de ser vivido en la novedad de cada momento histórico. Este coloquio entre fidelidad y novedad marca la vida de la Iglesia, es causa de muchas de sus tensiones internas, entre quienes ponen el acento en uno u otro polo de este diálogo inevitable, y la sitúa en permanente discernimiento para ser fiel al acontecimiento fundante y eterno en la novedad de cada tiempo. Pide discernimiento permanente de la voluntad de Dios en la vida y en la historia en cada momento.

El cardenal Omella durante la presentación del documento.

La llamada permanente a evangelizar y a la salida misionera se transforme en una pregunta, ¿cómo evangelizar en la actual sociedad española?, que hemos de responder invocando al Espíritu Santo para impulsar un gran discernimiento eclesial que nos ayude a descubrir la voluntad del Señor.

EL MOMENTO PRESENTE
El contexto actual muestra un gran cambio social que ha generado una sociedad desvinculada, desordenada e insegura en la que crece la desconfianza y el enfrentamiento. En este momento, las transformaciones tecnológicas, económicas y culturales que afectan a la existencia de las personas dan un salto adelante con la pretensión de una transformación antropológica que encaje con el sistema económico dominante. Se propone para ello un estilo de vida y de organización de la convivencia que hagan posible esa transformación.

La cultura relativista dominante abre el camino para un capitalismo moralista que no solo regula la producción y el consumo, sino que impone valores y estilos de vida. Los datos entregados por los usuarios digitales dan acceso a los deseos y pensamientos de la población y a partir de ello, se ofrece una “voluntad artificial” capaz de “hacer querer” y “hacer decidir” a los usuarios.

El mismo relativismo disuelve los valores absolutos e impide los juicios universales, todo está en función de la percepción subjetiva y de los intereses de los grupos de poder. En este contexto, los compromisos estables y la vivencia de la fe se hacen difíciles. La vida queda desarraigada de la verdad y el bien objetivos y pasa a depender del consenso social y, en última instancia, de quienes pueden imponer su voluntad. Los más débiles y los pobres quedan excluidos. La comunidad digital no llega a constituir un nosotros, un pueblo, sino que es una suma de individualidades aisladas.

Dos lugares donde el empobrecimiento espiritual tiene especial arraigo son la familia y la sociedad. La secularización ha influido notablemente en el deterioro de la familia llamada tradicional, y este deterioro ha impulsado el declive religioso, pues se quiebra la institución básica en la transmisión de la fe y en la configuración de la persona.

En el origen de este proceso transformador está un empobrecimiento espiritual y una pérdida de sentido que lleva a vivir en un nihilismo sin drama. El olvido de Dios, la indiferencia religiosa, la despreocupación por las cuestiones fundamentales sobre el origen y destino trascendente del ser humano, determinan el comportamiento moral y social de las personas. Incluso quienes se sienten creyentes viven y organizan su existencia “como si Dios no existiera”.

Dos lugares donde el empobrecimiento espiritual tiene especial arraigo son la familia y la sociedad. La secularización ha influido notablemente en el deterioro de la familia llamada tradicional, y este deterioro ha impulsado el declive religioso, pues se quiebra la institución básica en la transmisión de la fe y en la configuración de la persona. Si en la familia se recibe la vida y se inician las experiencias elementales de la vida humana (amar y ser amado, hacer y colaborar, el descanso, la fiesta y el duelo), con el debilitamiento del vínculo familiar se provoca la pérdida de vínculos sociales: el elogio de la autonomía individual y la permanente reclamación del derecho a tener derechos entroniza al individuo y hace sospechoso cualquier vínculo.

En este contexto tan transformado, es necesario seguir afirmando que:

  • La vivencia religiosa, la fe en Dios, aporta claridad y firmeza a las valoraciones éticas.
  • La vida humana se enriquece con el conocimiento y aceptación de Dios, que es Amor y nos mueve a amar a todas las personas.
  • La experiencia de ser amados por Dios Padre nos conduce a la caridad fraterna
  • Al mismo tiempo, el amor fraterno nos acerca a Dios.
  • El matrimonio cristiano, un sí para siempre abierto a la vida, como fruto del amor, es la promesa cumplida de la necesidad y del deseo que todos tenemos de amar y de ser amados

EL CONTEXTO SOCIAL Y ECLESIAL
La pandemia ha puesto de manifiesto muchos problemas ya existentes personas sin hogar, ancianos solos y residencias con carencias, temporeros e inmigrantes en condiciones inhumanas, formas de vida y diversión. También la crisis de la democracia representativa y los límites del Estado autonómico; populismos identitarios que tienden a exacerbarse. A la vista de todo ello, los obispos señalan que esta situación como un momento histórico de fuerte llamada a la renovación
para la humanidad y para la Iglesia.

Mons. Argüello presenta las líneas principales de "Fieles al envío misionero".

Para salir al paso de esta situación es preciso el concurso de todos. La sinodalidad y el discernimiento deben ser los ejes espirituales y metodológicos del proceso que permita afrontar los retos señalados. La sinodalidad es caminar juntos, invocar al Espíritu, escuchar y acompañar. El discernimiento sinodal es la clave de fondo que sugiere las acciones que realizar, en la doble escucha del Señor y de los deseos las personas de este tiempo, a los que se sale al paso en salida misionera.

La sinodalidad no es un tema para reflexionar, sino un modo de ser y de trabajar en la Iglesia, que nos lleva a vivir una auténtica comunión y corresponsabilidad entre pastores, consagrados y laicos. La Iglesia, Pueblo de Dios, está llamada a vivir la comunión, desde la vocación y para la misión.

Al mismo tiempo, es preciso acoger el desafío misionero como llamada a dar testimonio: conversión pastoral para una salida misionera

PLAN DE ACCIÓN
La mirada sobre el contexto cultural y social y la visión que nos ofrece la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia nos sitúan como Iglesia que, a pesar de su pequeñez y miseria, se reconoce enviada por el Señor a anunciar la Buena Nueva a nuestros contemporáneos. Somos los testigos de Jesucristo en la sociedad española del siglo XXI.

Documento "FIELES AL ENVÍO MISIONERO"

¿Cómo evangelizar en la situación 
española actual?

La sociedad y la familia en el cambio de época

Ofrecemos algunos extractos de este documento de trabajo propuesto por los obispos españoles. Nos centramos en su diagnóstico de la sociedad española actual, que hablan sobre la sociedad y la familia, y en algunas de las claves propuestas por la Conferencia Episcopal para seguir anunciando adecuadamente la Buena Nueva en el momento presente

Una mirada al contexto actual de aceleración de las transformaciones en la sociedad española y en la Iglesia. Una sociedad desvinculada

El Informe FOESSA de 2019, impulsado por Cáritas Española, afirma en su diagnóstico conclusivo que nos encontramos en una gran mutación social que tiene como causa profunda una sociedad desvinculada, desordenada e insegura en la que crece la desconfianza y el enfrentamiento. A esta situación se ha llegado a través de un proceso de transformaciones tecnológicas, económicas y culturales que han afectado a múltiples dimensiones de la existencia; alcanza su punto culminante en un intento decidido de transformación antropológica que hace juego con el sistema económico dominante y con una propuesta de estilo de vida y de organización de la convivencia que hagan posible dicha transformación.

(…) La nueva revolución tecnológica, basada en los datos entregados por los usuarios digitales y la inteligencia artificial, hace emerger lo que algunos llaman un capitalismo moralista que no solo regula la producción y el consumo, sino que impone valores y estilos de vida. Otros hablan de capitalismo de la vigilancia, permanente generador de la nueva cultura, en la que la inteligencia artificial se descifra como “voluntad artificial” que encauza los deseos y las tomas de decisión, pues el poseedor de los “datos entregados” tiene acceso a los deseos y pensamientos de la población en cada uno de nosotros. Conoce nuestro perfil, sabe lo que nos falta.

La suma de individuos no hace comunidad. Los cambios digitales están afectando a todas las capas de nuestra sociedad e imponen el nacimiento de nuevas condiciones laborales, nuevos modelos de vida, nuevas formas de comunicación y relación. En una palabra, un nuevo mundo.

La cultura dominante que ha ido gestándose a lo largo de décadas, es relativista. Para el relativismo no hay valores absolutos ni puede haber juicios universales, ya que todo está en función de la percepción subjetiva de cada uno y de los intereses de los grandes grupos de poder. El nihilismo crece. En consecuencia, se hacen muy difíciles los compromisos estables y la vivencia de la fe. La vida humana queda desarraigada, sin ningún anclaje divino ni verdad absoluta. La norma suprema del comportamiento llega a través del consenso social positivista y todo queda a merced de los intereses de quienes pueden imponer su voluntad. Los más débiles y pobres quedan excluidos y no son tenidos en cuenta. Los jóvenes experimentan un extraño malestar, pero no saben bien por qué. En esta incertidumbre el nuevo imperio digital, que quiere borrar la distinción entre lo verdadero y lo falso, la realidad y la ficción, el bien y el mal, se ofrece como guía que “perfila” nuestro rostro y “calcula” nuestras decisiones.

Los vínculos sociales de todo tipo se debilitan y se sustituyen por el enjambre digital, en expresión de Byung-Chul Han. La comunidad digital es una suma de individualidades aisladas, que se pueden comunicar en la red, pero que nunca llegan a ser un “nosotros”. Hay enjambre, pero no pueblo. La suma de individuos no hace comunidad. Los cambios digitales están afectando a todas las capas de nuestra sociedad e imponen el nacimiento de nuevas condiciones laborales, nuevos modelos de vida, nuevas formas de comunicación y relación. En una palabra, un nuevo mundo. El hombre, centro del humanismo moderno, es superado en el “transhumanismo”, una nueva especie de hombre “mejorado” que ha de propiciar nuevos modelos familiares, económicos, políticos y de espiritualidad.

Raíz de este proceso transformador: el empobrecimiento espiritual y la pérdida de sentido que lleva a vivir en un nihilismo sin drama. El olvido de Dios, la indiferencia religiosa, la despreocupación por las cuestiones fundamentales sobre el origen y destino trascendente del ser humano, influyen en el comportamiento moral y social de los individuos. Muchos autodenominados creyentes viven y organizan su exis- tencia “como si Dios no existiera”. La vivencia religiosa, la fe en Dios, aporta claridad y firmeza a nuestras valoraciones éticas. La vida huma- na se enriquece con el conocimiento y aceptación de Dios, que es Amor y nos mueve a amar a todas las personas. La experiencia de ser amados por un Dios que es Padre nos conduce a la caridad fraterna y, a la vez, el amor fraterno nos acerca a Dios.

Con el empobrecimiento espiritual va aparejada la pérdida de sentido, que desemboca en el vacío existencial y en el aburrimiento, el no ser capaces de saciar la sed de felicidad a pesar de disponer de más medios y posibilidades que nunca. Ni la acumulación de riquezas ni el consumismo vertiginoso llenarán este vacío profundo. Ante la falta de significado solo queda el deber, impuesto desde fuera por las reglas del sistema económico o autoimpuesto por el afán de progreso personal, o la diversión para apartar la mirada de la nada o el vacío. Toda persona humana es impulsada por su propia naturaleza a buscar la verdad, el sentido de las cosas y, sobre todo, de su propia existencia. Y buscando la verdad nos encontramos con Cristo, Verdad y Vida.

(…) Esta ruptura o debilitamiento de los vínculos genera desconfianza. Se trata, en realidad, de fenómenos que se realimentan mutuamente. La desconfianza está detrás de muchos de las actitudes reactivas que sufrimos hoy en día. (…) En este caldo de cultivo, la irrupción de las estrategias mediáticas y políticas basadas en la posverdad no es casual. La defensa de las múltiples identidades desvinculadas, sin un relato compartido, genera el enfrentamiento para afirmar la propia posición. Queda poco espacio para la deliberación democrática, los relatos compartidos e incluso, simplemente, la palabra.

Entre las instituciones afectadas por la desvinculación está la familia y la pertenencia activa a instituciones como la Iglesia.

La transformación de la familia, consecuencia y causa de la aceleración del cambio y su repercusión en la transmisión de la fe

Podríamos decir que la crisis familiar, muy vinculada a la evolución del capitalismo industrial y postindustrial, y la creciente secularización se apoyan la una a la otra. Si la secularización influye en el deterioro de la familia llamada tradicional, también parece cierto que la crisis de la misma contribuye, a su vez, a impulsar el declive religioso, pues quiebra una institución básica en la transmisión de la fe y de experiencias básicas en la configuración de la persona. En la familia se recibe la vida y en ella se inician experiencias elementales e integrales de la vida humana: amar y ser amado, hacer y colaborar, el descanso, la fiesta y el duelo.

En la familia se han encarnado estas dimensiones antropológicas, expresiones de la vida y fuentes del deseo de cumplimiento de una existencia plena y lograda. La transmisión de la fe y la iniciación en la vida cristiana encuentran en el amor esponsal, el don de la vida, el amor incondicional, el trabajo ofrecido y en el descanso del corazón, los recipientes adecuados de la Buena Noticia. El sí para siempre abierto a la vida, como fruto del amor, propuestas del matrimonio cristiano, son la promesa cumplida de la necesidad y del deseo que todos tenemos de amar y de ser amados.

La nueva comprensión de la persona y de la familia, inseparable del sistema de producción y consumo, afecta a la vida, los afectos, el trabajo y el descanso. Estas corrientes antropológicas, económicas y políticas prometen una libertad igualitaria, pero generan un malestar que quiere ser satisfecho con más y más derechos

El Estado del Bienestar, cuyos pilares son la educación, la sanidad, los servicios sociales y las pensiones, colabora inicialmente con tareas asumidas por la familia para lograr un desarrollo mayor de todas esas tareas; pero progresivamente va casi sustituyendo a la propia familia o, como dicen algunos, al papel del padre. El trabajo de padre y madre, a veces en distintos municipios, las “nuevas formas familiares”, la caída drástica del número de hijos, el significado del “fin de semana” o la creciente pérdida del domingo como día de descanso laboral van debilitando la familia y disminuyendo de manera extraordinaria sus posibilidades de trasmitir la fe y educar en la vida cristiana.

El debilitamiento del vínculo familiar provoca la pérdida de vínculos sociales, lo que acentúa dicho debilitamiento, pues el elogio de la autonomía individual y la permanente reclamación del derecho a tener derechos entroniza al individuo y hace sospechoso cualquier vínculo. Esta es una propuesta cultural que hace juego con las reglas de producción y consumo del sistema económico vigente en el mundo. Se ha producido de manera acelerada la desinstitucionalización del matrimonio. (…)

La nueva comprensión de la persona y de la familia, inseparable del sistema de producción y consumo, afecta a la vida, los afectos, el trabajo y el descanso. Estas corrientes antropológicas, económicas y políticas prometen una libertad igualitaria, pero generan un malestar que quiere ser satisfecho con más y más derechos, que en nombre de la no discriminación y la igualdad, van haciendo surgir populismos e identidades de todo tipo que quieren saciar la sed que el propio proceso está provocando.

Por tanto, nos encontramos en una sociedad que va perdiendo progresivamente sus vínculos y precisa rehacerlos e innovarlos para generar ámbitos adecuados para la acogida y desarrollo de las personas y la imprescindible amistad civil para organizar la convivencia. De ahí la importancia de la vida familiar y comunitaria que la Iglesia propone y precisa.

Documento "FIELES AL ENVÍO MISIONERO"