13 de junio 2021
1383• AÑO XXIX

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Siete siglos de la entrada de Dante al purgatorio

¿Por qué Dante dice que ha pecado poco?

La sociedad Dante Alighieri de Rumanía y la sociedad Rumano-Catalana Ramón Llull celebran los 700 años de la muerte del gran poeta italiano, Dante Alighieri.

En “el sacro poema, en quien pusieron mano tierra y cielo”, el poeta dice cuándo, dónde y de quién ha recibido la información sobre su destino más allá de “la corta senda, de aquella vida que al término vuela”, y ya no se encontrará entre “quien vive el vivir que es carrera hacia la muerte”. Estas preguntas puede formularlas todo el mundo, y las respuestas, como para todas las preguntas, se hallan en la propia Divina Comedia.

A la pregunta “¿cuándo?”, la respuesta es: pasada la puerta del Infierno, tras dar los primeros pasos en el vestíbulo. “¿Dónde?”; “en la triste ribera de Aqueronte” triste ribera de Aqueronte”. “¿De quién?”: del viejo barquero Caronte, demonio con ojos de brasa, que dice, primero, a las almas condenadas esperando la barca que les llevará al otro lado: “¡Ay de vosotras, almas pravas! No esperéis nunca contemplar el cielo; vengo a llevaros hasta la otra orilla, a la eterna tiniebla, al hielo, al fuego”. Y después, dirigiéndose a Dante: “Y tú que aquí te encuentras, alma viva, aparta de éstos otros ya difuntos. Pero viendo que yo no me marchaba dijo: POR OTRA VÍA Y POR OTROS PUERTOS A LA PLAYA HAS DE IR, NO POR AQUÍ, MÁS LEVE LEÑO TENDRÁ LLEVARTE.”

Virgilio, guiador, señor, y maestro de Dante en el descenso al Hades y durante la subida al Purgatorio, obliga a Caronte a callar con un argumento inatacable, impugnable, inapelable: “Caronte, no te irrites: así se quiere allí donde se puede lo que se quiere, y más no me preguntes”. Y porque en la inscripción de la puerta del Infierno, como en las palabras de aquel vetusto de pelo blanquecino hay algo sibilino-misterioso-enigmático, el maestro mantuano le dice al discípulo florentino en la antepenúltima tercina del tercer canto: “Aquí no cruza nunca un alma justa, por lo cual si Carón de ti se enoja, comprenderás qué cosa significa.”

Dante ante la barca de Caronte. 

En el segundo canto del Purgatorio, el poeta inserta una fórmula optativa/deprecatoria mediante la cual augura a sí mismo la propia salvación cuando: “tal se me apareció, Y ASÍ AUN LA VIERA, una luz que en el mar tan rauda iba, que al suyo ningún vuelo se parece.” La luz es la del naucher ángel de Dios que lleva las almas ya en proceso de salvación de Ostia a la playa de la Montaña más alta y que Dante desea volver a ver tras su muerte.

Sin embargo, el lugar donde Dante dice bien claro que después de la muerte irá al Purgatorio, es en la segunda cornisa que rodea la montaña, donde se purifican los envidiosos. Según la ley del contrapaso, el castigo de estos pecadores es estar con los párpados de los ojos cosidos con hilo de hierro, ya que es con los ojos con los que han cometido el pecado de la envidia. Dante los ve, pero ellos a él no; y una de las sombras, de nombre Sapia, le pregunta: “¿Tú quién eres, que nuestra condición vas preguntando, con los ojos libres, como yo creo, y respirando hablas?”.

La respuesta del poeta es una confesión por la cual se nos informa de que además del pecado de envidia debe expiar el pecado de la soberbia; añadiendo que, siendo en vida, ya siente cómo le aplasta el peso de la gran piedra que cargan a sus espaldas aquellos que han exhibido la posición altiva, arrogante, típica de los soberbios: “Los ojos —dije acaso aquí me cierren, mas poco tiempo, pues escasamente he pecado de haber tenido envidia. Mucho es mayor el miedo que suspende mi alma del tormento de allí abajo, que ya parece pesarme esa carga”.

Y ahora una pregunta que los miembros de la Sociedad Dante Alighieri de Rumanía y los de la Sociedad Rumano-Catalana Ramón Llull nos hacemos cuando leemos la tercina en la que el poeta le dice a la sienesa Sapia que él también ha cometido el pecado de la envidia, pero añadiendo que estará, en la cornisa de los envidiosos, “poco tiempo” porque “ha pecado poco”. La pregunta es: ¿por qué Dante dice que ha pecado poco? Nuestra respuesta es: porque no tenía a quién envidiar. Él, sin embargo, era envidiado por muchos, y en primer lugar por sus conciudadanos florentinos, cuyos vicios eran, desde muy antaño, proverbiales: “Vieja fama en el mundo llama ciegos, gente es avara, envidiosa y soberbia”.

Los círculos del Infierno de Dante.

Existen muchos otros versos en el poema sacro en los cuales el poeta pone de manifiesto que está seguro de su salvación porque goza de la ayuda del Cielo, y por esta razón hemos decidido celebrar ahora la entrada de Dante al Purgatorio. Intelligenti pauca.

OBRA EN PERPETUA EVOLUCIÓN
La Divina Comedia es una obra en perpetua evolución comenzando por el título. El primer título fue Comedia. Así es como aparece en el Infierno dos veces: en el decimosexto canto “...e per le note / di questa comedía, lettor ti giuro”, y en el canto vigésimo primero: “Cosí di ponte in ponte, altro parlando / che la mia comedía cantar non cura.” Sobre esta palabra, en el transcurso de la historia de la lengua italiana, se han producido dos cambios: se ha doblado la consonante m, y el acento agudo de la ‘i’ ahora es sobre la ‘è’ grave; commèdia.

En el año 1373, el Gran Certaldés (Giovanni Boccaccio, por antonomasia) realiza la Lectura Dantis en la iglesia Santo Stefano di Badia en Florencia y, para subrayar el gran valor espiritual de la obra que lee, en voz alta, ante el pueblo, cada día de la semana exceptuando los domingos, añade al título el adjetivo divina. Así pues, con este nuevo título: La Divina Commedia, se ha publicado la edición de 1555 del polígrafo Ludovico Dolce, en Venecia.

La evolución perpetua de la obra dantiana es un proceso creativo en el que juegan un papel activo muchos actores. El primero es el propio Dante, que pone en juego a personas, hechos, fuentes de inspiración, tanto de su época, como de la historia anterior y posterior. Encontramos ejemplos de ello a manta.


La primera persona que sale en la primera tercina del primer canto del Infierno es el autor, que sin decir cuál es su nombre, comunica qué edad tiene, y cuándo ha comenzado el viaje por el cosmos tripartito. Es preciso leer todo el Infierno, y casi todo el Purgatorio, para conocer, y no de su boca, cómo se llama. Quien lo llama por su nombre es la divina Beatriz, cuando ve a Dante llorando porque Virgilio, que ya ha terminado su papel de guía, no está junto a él. “Dante, porque Virgilio se haya ido tú no llores, no llores todavía; pues deberás llorar por otra espada.” Para convencer a los lectores de que no es él quien ha querido que su nombre aparezca en el poema, Dante añade que, escuchando su nombre pronunciado por Beatriz, lo ha escrito “por necesidad”. ¿Por qué por necesidad? Porque se veía obligado a repetir exactamente las palabras de Beatriz. Dante es extremadamente escrupuloso en todo lo que hace. He aquí qué dice, en este sentido, en el Convivio: “De acuerdo con las normas de la retórica medieval, siempre hay que evitar hablar de uno mismo.” Así pues, Dante no emplea su nombre ni cuando es narrador, ni cuando es personaje; siempre utiliza perífrasis, alusiones, como en el caso ya expuesto. Omitir su nombre mediante variadas formas lexicales, comparaciones entre él y otros personajes de diferente época, introduce en el conjunto de su obra novedades que confieren a todo el poema un carácter evolutivo. El Dante extraviado, que da el primer paso hacia la salvación al salir de la “selva oscura” y bajando por el embudo abismal del Hades hasta el monstruoso traidor Lucifer, no es el mismo que, subiendo hasta las antípodas, vuelve “a contemplar las estrellas”; no es el mismo que acaba la subida del Purgatorio “puro y dispuesto a alzarme a las estrellas”, y es totalmente otro Dante aquel que, al final del viaje al Paraíso, entiende extasiado qué es “Aquel que mueve el sol y las estrellas”.

Entre las numerosas fuentes que han inspirado a Dante, se encuentra en primer lugar la Biblia. Este libro de libros contiene hechos grabados en la memoria colectiva que conocen incluso los que no lo han leído. Dante se inspira permanentemente en la Biblia en tal medida que quien lee La Perpetua Divina Comedia, lee simultáneamente también una parte considerable del Antiguo y del Nuevo Testamento. ¡Amén!

Virgil Ani
Presidente de la Sociedad Dante Alghieri en Rumanía