6 de junio de 2021
1382 • AÑO XXIX

INICIO - Signo y Gracia

Teología de los sacramentos 

Nivel ético y existencial de los sacramentos

La Iglesia es y debe ser sacramento por su obrar, por su comportamiento “ético”, por su testimonio en el mundo.

No basta que la Iglesia se llame y sea sacramento; es preciso que aparezca como tal ante las personas y el mundo por sus palabras, por sus actitudes, por sus obras y por su vida entera. Para la Iglesia ser Sacramento de Cristo es una responsabilidad que la lleva constantemente a pre­guntarse: ¿cumplo realmente con esta misión de ser, actuar y aparecer ante el mundo como “sacramen­to de salvación”?

Esta es una de las razones que más explican la sacramentalidad de la Iglesia y, a la vez, una de las tareas que más deben acuciarla para que pueda cumplir con su función sacramental, como “signo levantado en medio de las naciones”. Por eso la Iglesia debe buscar constantemente una coherencia y adecuación entre lo que es, Iglesia de Cristo animada por el Espíritu, y el rostro que presenta ante el mundo. Pero su búsqueda no es ciega. La Iglesia no tiene que inventarse el camino. “Como Cristo efectuó la redención en la pobreza y en la persecución, así la Iglesia es llamada a seguir ese camino para comunicar a los hombres los frutos de la salvación” (LG 8). Si la Iglesia hoy es rechazada y contestada como Iglesia institucional, no es porque sea sacramento, sino porque no aparece como tal ante el mundo, por sus palabras y sus obras. Este es uno de los problemas más importantes con que hoy se enfrenta la Iglesia.

NIVEL EXISTENCIAL
La Iglesia, como pueblo de Dios y sacramento de Cristo, garantiza objetivamente la continuidad histó­rica de la salvación de Cristo. Pero es preciso que esta salvación se realice en cada uno de los sujetos y de los miembros de la Iglesia. Esta misión la va a cumplir la Iglesia a través de los signos privilegiados de su sacramentalidad: la Palabra y los Sacramentos.

En cuanto a la Palabra, ésta es signo privilegiado de la sacramentalidad de la Iglesia, porque por ella la Iglesia transmite, manifiesta y realiza la salvación. La Iglesia es la transmisora de la Palabra revela­da de Dios, como Palabra de salvación dirigida al mundo, por la cual éste y la Iglesia son juzgados. La Iglesia, al poner este signo privilegiado, cumple la misión de Cristo, y se comporta como anunciadora, y también como creyente. Ella es la que anuncia la salvación y la que a la vez la cree. Es predicadora y creyente a la vez.

En cuanto a los signos sacramentales, son signos privilegiados de la sacramentalidad de la Iglesia, por­que con ellos está presente y actúa Cristo en el Espíritu; porque por ellos se manifiesta visiblemente, se actualiza y se comunica el Misterio Salvador de Cristo; porque con ellos la Iglesia significa y testimonia históricamente el don del Espíritu, y el encuentro con Cristo glorificado se hace posible. Los signos sacramentales son una manifestación privilegiada e irremplazable de la sacramentalidad de la Iglesia, ya que a través de ellos la comunicación de la gracia se individualiza, llega a cada persona en particular.

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano