16 de mayo de 2021
Nº 1379 • AÑO XXIX
INICIO - Signo y Gracia
Teología de los sacramentos
Cristo depositario y transmisor de la salvación
Cristo es el único depositario y transmisor de la salvación. El Cristo-Kyrios, al instaurar el nuevo orden, tomó en sus manos el gobierno del mundo, despojando con ello de sus atributos a las potencias cósmicas.
En Colosenses y en Efesios Pablo se enfrenta a doctrinas sincretistas que mezclaban elementos religiosos cristianos, judíos y helénicos y que, dando excesiva importancia a las potencias celestes que dirigen la marcha del cosmos, comprometían la supremacía de Cristo en la posesión y distribución de la salvación divina del hombre. Esas potencias han desempeñado su papel como intermediarios y administradores de la Ley. Pero hoy ese papel ha concluido. Cristo es el único depositario y transmisor de la salvación. El Cristo-Kyrios, al instaurar el nuevo orden, tomó en sus manos el gobierno del mundo, despojando con ello de sus atributos a las potencias cósmicas.
Estas perspectivas se trasladan también a “la Iglesia”, que es cuerpo de Cristo, “la plenitud del que recibe de ella su complemento total y universal” (Ef 1,22s.).
Por tanto, no es necesario suplementar a la Iglesia con una nueva organización que administre dosis más altas de perfección, ya que “en Cristo-Cabeza hay vitalidad abundante para vivificar a su Iglesia, a su Cuerpo, que, recibiendo la vida y la consistencia a través de las coyunturas y ligamentos, obtiene un crecimiento divino” (Col 2,19).
Esta fe en la naturaleza sacramental de Cristo y de la Iglesia le obliga a Pablo a un enfrentamiento crítico con los poderes de este mundo, evitando su divinización idolátrica, y le anima de un entusiasta triunfalismo.
ESPOSA
Otra metáfora “sacramental” de la Iglesia es la de “esposa” en la doctrina paulina. En este caso se da en Pablo una relación entre las metáforas de “cuerpo” y “esposa”. La Iglesia es “cuerpo” de Cristo en el mismo sentido y en el mismo plano en que es “Esposa” de Cristo.
En 2Cor 11,2 escribe Pablo: “Tengo de vosotros celos a lo divino; pues os he desposado con un solo varón, presentándoos a Cristo como una virgen casta”.
Con ello, Pablo sigue la línea del AT, sobre todo la doctrina de los profetas que presentaban a Israel como esposa de Yahvé. Y esto para acentuar la importancia que tiene el comportamiento moral del pueblo en el desempeño de su papel de sacramento de Dios. Los pecados del pueblo son considerados como “infidelidades conyugales” que tienen que redundar en desprestigio de su marido Yahvé. Idea que Pablo expresa en 2Cor 11,3, Cristo es el nuevo Adán y la Iglesia la nueva Eva. En consecuencia, dice a los fieles que forman la Iglesia de Corinto: “Pero temo que, a ejemplo de Eva seducida por la serpiente, vuestros pensamientos se corrompan alejándose de la lealtad y santidad que debéis a Cristo” (2 Cor. 11,3).
En Ef 5,23, Pablo afirma que la Iglesia es Esposa de Cristo: “El marido es cabeza de la mujer, como el propio Cristo es cabeza de la Iglesia”. De esta metáfora se deduce el carácter sacramental de la Iglesia.
Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano