25 de abril de 2021
Nº 1376 • AÑO XXIX
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Teología de los sacramentos
Cristo revelador y sacramento de la persona
La función reveladora y sacramental de Jesús es doble. Revela y sacramentaliza al Padre, pero también revela y sacramentaliza a la persona. En Jesús la persona se reconoce a sí misma en su estado perfecto. En Jesús la persona ha logrado realizarse tal y como Dios la había soñado en el Paraíso: a su imagen y semejanza.
Cuando Dios estaba formando a Adán del barro de la tierra, “Cristo se pensaba como el hombre futuro” (San Agustín). La primera creación del hombre fue un punto de partida del hombre definitivo y perfecto que se manifiesta y se realiza en Jesucristo. En Jesús la persona ha llegado a esa meta a la que está destinada por Dios desde un principio por una vocación sobrenatural.
LOS TRES NIVELES DE LA SACRAMENTALIDAD DE JESUCRISTO
1. Nivel ontológico
Cristo es Sacramento por su ser, por su verdad “ontológica”, por su presencia entre las personas como Hijo de Dios. El hecho de haber asumido una naturaleza humana y de haber manifestado así corporal y visiblemente la bondad de Dios hace de Él un verdadero sacramento. Su presencia encarnada manifiesta el hecho de la individualización del misterio de Dios en la humanidad del hombre Jesús. La Encarnación significa la corporeización y la manifestación visible del misterio de Dios de la forma más radical posible.
Por la Encarnación, Jesús es personalmente hombre; y este hombre es personalmente Dios. Cristo es hombre de una manera humana y hombre de una manera divina. Por ser Dios es capaz de revelarnos los planes del Padre; por ser hombre es capaz de representarnos ante Dios. El hombre Jesús es el enviado de la Trinidad, y el representante elegido de toda la humanidad. Jesús es la encarnada invitación del amor que Dios nos dirige, y la realización representativa y plenaria de la respuesta del amor humano. Y en ambas cosas, en Él se da perfecta identidad y adecuación entre su ser-de-Dios y su ser-del-hombre, entre su ser-para-Dios y su ser-para-el-hombre.
2. Nivel ético
Cristo es Sacramento por su obrar, por su verdad “ética”, por la totalidad de su acción mesiánica y salvadora, manifestada a lo largo de su vida en sus palabras, sus actitudes y sus gestos.
A través de estos actos el misterio de la encarnación se va desplegando y manifestando, y la sacramentalidad “ontológica” de Cristo aparece como sacramentalidad “ética”. Cristo es un sacramento, aparece como tal ante las personas a través de las palabras y gestos que constituyen el medio de un intercambio humano, el sacramento del encuentro de estas personas con Dios. Si el encuentro sólo se da en y por la corporeidad, los actos de Cristo significan esta corporeidad cercana que posibilitan y conducen a tal encuentro. Estos actos de Cristo manifiestan su ser sacramental, y son por sí mismos sacramentales.
3. Nivel existencial
Cristo es Sacramento por sus actos privilegiados, es decir, por aquellos actos en los cuales se manifiesta de una manera especial el poder salvador de Cristo, la presencia de Dios en Él.
Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano