18 de abril de 2021
1375 • AÑO XXIX

INICIO - Testimonio

San Telmo

Confesor real y patrono de marineros

El día 15 de abril la onomástica recuerda a uno de los santos populares españoles de la etapa del tardomedioevo: San Telmo el confesor. Se convirtió en vida y entró a la orden dominica. De sus años de oración y contemplación pasó a convertirse en el confesor del rey Fernando el Santo. Es patrono de los pescadores.

Crece durante el último cuarto del s. XII en el seno de una familia cristiana, siendo bautizado en Frómista. El joven Pedro Telmo se va a estudiar a Palencia, en medio de un ambiente de caballerías, trovadores y juglares. Por aquel entonces la ciudad palentina bullía de actividad tras la puesta en marcha de los flamantes Estudios Generales del rey Alfonso VIII, vencedor en la batalla de las Navas de Tolosa. Telmo disfruta de ese ambiente y se dedica a una vida distendida de estudiante, como sobrino mimado del obispo.

Era un buen estudiante. Tenía mucha memoria y era resuelto en la palabra, con un carácter sociable, simpático y atrayente, aficionado a las lecturas. A pesar del contraste de su vida mundana, un tío suyo lo hace canónigo y pronto se convierte en deán. Un día de Navidad, cuando formaba parte de una cabalgata entre la admiración de los palentinos, su caballo resbaló en la nieve y él acabó enfangado entre las burlas de la muchedumbre.

ENTRADA EN EL CONVENTO DOMINICO
Parece que aquello le llevó a una conversión y, decide dejar sus prebendas eclesiásticas para acudir al convento de Dominicos de Domingo de Guzmán en Palencia. La Orden dominicana estaba de moda. Había sido creada unos años antes por Santo Domingo de Guzmán, natural de la diócesis de Soria, pero muy conocido en Palencia, donde cursó en los Estudios Generales.

Fernando III, el Santo.

Pronto se entrega a la oración, con disciplina, humildad y alegría. La naciente Orden prescindía por completo del trabajo manual y se consagraba de lleno al estudio, como condición indispensable para una fructífera y sólida predicación, y allí Telmo fue encajando y encontrándose a gusto. Su sacerdocio ha de conservar siempre ese matiz intelectual y docente. Se convierte en un buen predicador y visitador de enfermos en multitud de pueblos, que poco a poco van extendiendo su fama de hombres santo.

CAPELLÁN CASTRENSE
Corría por entonces el primer tercio del siglo XIII, en plena reconquista del solar hispano contra el poder musulmán. Todos los españoles tenían puestos sus ojos en la homérica cruzada. Alfonso VIII había rebasado la divisoria de Sierra Morena, con lo que quedaba abierto el camino para las grandes conquistas del valle del Guadalquivir.

 En la guerra andaluza de Fernando el Santo, Pedro Telmo es capellán castrense predica la fe y la misericordia, alentando a las luchas de los caballeros. En esa vida de guerrillas y exterminio feroz, en una atmósfera de vandalismo por ambos lados, implacable, cruel y brutal, fray Telmo atiende esta regeneración espiritual de los soldados.

Su sacerdocio ha de conservar siempre ese matiz intelectual y docente. Se convierte en un buen predicador y visitador de enfermos en multitud de pueblos.

Enseñaba doctrina cristiana en el campamento y fustigaba el desenfreno de los libertinos. El fervoroso rey Fernando, cuya alma era tan de Dios y veía con agrado la ingente cosecha espiritual llevada a cabo en sus ejércitos, pronto cayó en la cuenta de que fray Telmo era su mejor capitán.

VIAJE A GALICIA
Tras este episodio abandona Andalucía y de allí a poco le vemos en Galicia, sin que los biógrafos sepan demasiado bien por qué. Los dominicos no tenían en Galicia más conventos que el de Santiago. Sin embargo, su centro evangelizador en esta época no parece haber sido Santiago, sino Lugo, cultivando una extensa zona. Se convirtió en maestro de sacerdotes, sin dejar de atender al resto del Pueblo de Dios.  

Difundió el Santo Rosario, especialmente a los pescadores y marineros. De su trato evangelizador y cercano con ellos le valieron el título de patrono de los marineros. En poco tiempo recala en Portugal, en el convento de Amarante, donde residió dos años como maestro de novicios, de donde salió otro santo como Gonzalo de Amarante.

CONFESOR REAL EN CÓRDOBA Y FINAL EN TUY
Termina regresando a tierras andaluzas, concretamente a la ciudad de Córdoba, que acababa de ser tomada en 1236. Allí será el lugar donde este Telmo ejercerá su ministerio como consejero y confesor del rey Fernando, además de atender a los ejércitos.

A pesar de ese requerimiento real, fray Telmo no era ya palaciego y su alma de apóstol le hace regresar a Galicia, de donde ya no volverá a salir más. Allí lleva a cabo una intensa actividad durante los cuatro últimos años de su vida

Causa asombro su prodigiosa actividad en tan corto período de tiempo: docencia y cura de almas, y, en particular, padre, maestro y juez de conciencia; acción sobre las personas y sobre las organizaciones y fuerzas sociales. Socialmente influye poniendo los cimientos de lo que luego serán muchas cofradías y los gremios. Subió a la Casa del Padre el 15 de abril de 1246.