18 de abril de 2021
1375 • AÑO XXIX

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Actividad educativa de la Iglesia. Clases de Religión

La educación, una misión compartida

Si hoy pudiéramos mirar al mundo de hace cinco mil años nos encontraríamos un mundo exactamente igual al actual y posiblemente similar a los de los milenios anteriores. El único cambio perceptible sería el que ha supuesto la presencia de la humanidad que evoluciona y adapta el entorno para poder vivir en cada sitio por inhóspito que pueda parecer. Su capacidad de utilizar instrumentos, crearlos y mejorarlos le permite habitar cada lugar, obtener los recursos para vivir y hacer frente a las condiciones de vida.

Ese gran despliegue de la humanidad por todo el mundo y su desarrollo se debe a su capacidad de aprender y de enseñar. Además, el ser humano tiene la capacidad de acumular el conocimiento a través de facultades humanas como la memoria o medios técnicos como la escritura. Los diversos saberes se articulan en cada sociedad y la cultura se desarrolla y se transmite de padres a hijos, de generación en generación.

Por eso, la primera transmisión de los conocimientos de todo tipo se recibe en la familia. En ella, entre quienes existe un vínculo de amor, se comparten experiencias, saberes y costumbres, habilidades que configuran a las personas en su educación. Son los padres los primeros responsables y los primeros interesados de la educación de sus hijos. Ellos les transmiten un saber y sobre todo un modo de ser y de comprender el mundo en el que viven, sus posibilidades, limitaciones, peligros y oportunidades.

La primera transmisión de los conocimientos de todo tipo se recibe en la familia. Los padres son los encargados de educar para la vida.

Ellos son los encargados de educar para la vida, de enseñar los rudimentos de una profesión, de transmitir las costumbres del pueblo. Son los primeros protagonistas de la educación de sus hijos y esa educación es su primera misión y responsabilidad. Cuando la familia no educa, toda la sociedad sale perdiendo.

Las autoridades públicas facilitan también un sistema educativo en el que los niños y jóvenes se forman y adquieren los conocimientos necesarios conforme a su edad. Colaboran con los padres en la educación de los hijos, en especial en el área de los conocimientos. Mientras tanto, los valores y las creencias en las que los hijos deben ser educados siguen siendo decisión de los padres. Ellos deciden y eligen en qué sistema de valores o creencias religiosas se deben educar a los hijos. El estado facilita este derecho de los padres, ofreciendo a los padres los profesores adecuados en el sistema educativo

EL PAPEL DE LA IGLESIA
Desde hace siglos, la Iglesia, consciente de la importancia de la educación para el bien de la sociedad ha creado también instituciones para transmitir el conocimiento. Así lo hicieron las antiguas escuelas monásticas, desde el siglo V, con la formación de los jóvenes que entraban en los monasterios, al menos en la lectura y en la escritura, y con el fin de conservar y difundir los manuscritos de todo tipo de materias del saber humano.

Esas escuelas monásticas y las escuelas catedralicias darían origen a las primeras universidades en los siglos XI y XII. En España, en 1218 la escuela catedralicia de Salamanca se convierte en Universidad por edicto de Alfonso X el Sabio. Su aportación fue decisiva en el ámbito del derecho de gentes y en la comprensión de los derechos humanos en especial en relación a las personas que habitaban en los territorios descubiertos en América.

Foto archivo: colegio Regina Mundi.

Desde el siglo XVI fueron surgiendo también otras instituciones dedicadas a la educación no sólo de quienes optaban por la vida religiosa sino también de los laicos, hombres y mujeres, en la sociedad. Jesuitas, hermanos de La Salle, Maristas, Salesianos o las Hijas de la Caridad procuraban la formación elemental y la educación básica de los lugares en los que se asentaban sus comunidades religiosas. Casi siempre fueron los primeros lugares de formación que llegaban a las ciudades y los pueblos, mucho antes que las instituciones públicas organizaran los sistemas educativos.

Hoy en día miles de familia continúan confiando a la Iglesia la educación de sus hijos, conscientes de que el sistema educativo que ofrecen es coherente con los principios y valores que ellos viven y que desean también inculcar en sus hijos. La centralidad de la persona, la dimensión social de la educación, la orientación al bien común por encima de los intereses particulares y la atención a las personas más desfavorecidas son algunos de los ejes en los que se educa en los centros educativos de las diferentes instituciones eclesiales.

En España hay más de 2.500 colegios de inspiración católica que ofrecen una enseñanza de calidad y al mismo tiempo un sistema de valores y creencias que los padres eligen libremente para la educación de sus hijos. A ello se suman quince universidades vinculadas con la Iglesia. En total, casi 2 millones de alumnos estudian en centros con un ideario cristiano.

LA CLASE DE RELIGIÓN
El estado español asume que la responsabilidad de la educación de los hijos pertenece en primer lugar a los padres y que son ellos quienes deben decidir el modelo de educación que desean para sus hijos. Así lo recoge también la Constitución en España (art. 27.3) y en general el ordenamiento educativo de todos los países democráticos.

La asignatura de religión en el sistema educativo español es una asignatura de oferta obligatoria en los centros educativos pero de libre elección para los alumnos. Más de 3 millones de alumnos eligen cada año la asignatura de religión católica para sus hijos, que es impartida por más de 32.000 profesores de religión especialmente preparados para este fin y que cuentan con la aprobación de la Iglesia.

De este modo, la Iglesia comparte con las autoridades públicas la misión educativa que compete a los padres en primer lugar. El objetivo es ayudar a los padres en su labor y ofrecer una experiencia secular en la educación y una calidad de primer nivel en la formación de sus hijos.

Artículo de la CEE para su Campaña #HazMemoria  #HMEducación

La vanguardia educativa del Virgen de Gracia

Con una tradición de ocho décadas a sus espaldas, el colegio diocesano Virgen de Gracia es uno de los referentes educativos de Granada. Su forma de enseñanza se centra en el desarrollo integral de las capacidades de los alumnos, tratando de sacar lo mejor de métodos educativos como los de Howard Gardner o María Montesoori, dentro de la propuesta espiritual católica.

El Virgen de Gracia nació en los años 40, abriéndose como seminario diocesano a las necesidades educativas de la época. Dentro del marco educativo de los años 80, el centro empezó a emprender un nuevo rumbo educativo, incorporando lo mejor de las distintas metodologías educativas de la época.

La clave del éxito de este colegio es la de que el niño se vaya convirtiendo en el protagonista de su propio aprendizaje, descubriendo y potenciando sus mejores cualidades. Ellos mismos describen su metodología como la de un “sistema semiabierto”, que trata de incorporar lo mejor de los descubrimientos de la neurociencia, de la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner o la pedagodía Montesoori.

APRENDER HACIENDO
Una de las claves de la enseñanza de este colegio, declarado en 2019 mejor colegio de Andalucía en los premios Andalucía Excelente, es que cada alumno vaya descubriendo sus destrezas y habilidades de pensamiento crítico.

Foto de Archivo: Colegio Virgen de Gracia.

Desde los primeros años se pretende que el niño entre en contacto directo con las cosas, dando peso a la necesidad innata de aprender que trae cada uno. Las clases de primaria tiene una disposición especial, con materiales preparados para que ellos aprendan experimentado en contacto directo con las cosas.

Este proceso continúa a lo largo de toda la educación primaria, secundaria y del bachillerato, conscientes de que cada alumno es diferente, e intentando respetar los ritmos de aprendizaje de cada uno. “El profesor ya no es el protagonista sino un guía facilitador”, dice la coordinadora del Proyecto Pedagógico del centro, María Ángeles Urbano. “Los niños van tomando conciencia de sus propias habilidades para su propio desarrollo, de modo que incluso pueda llegar a hacer una autoevaluación de su trabajo”.

TRABAJO INTERDISCIPLINAR
Una vez que cada alumno va descubriendo y potenciando sus inteligencias más destacadas, se intenta que estas crezcan armónicamente junto a las demás.

El modelo de trabajo es por proyectos, de modo que la lingüística esté en relación con el resto de asignaturas como la biología, las matemáticas o el arte. “Unimos dos o tres materias en un mismo contenido y nos preocupamos porque el alumno se aproxime a ellas desde la disciplina de mayor facilidad para él”, explica Urbano. “Esto posibilita que un chico que tenga dificultad en matemáticas, pueda aproximarse a ellas, por ejemplo, desde la inteligencia lingüística y así hacerlo mejor”.

Foto de Archivo: Colegio Virgen de Gracia.

Un ejemplo de proyecto puede ser el estudio de un templo romano desde el punto de vista del arte, considerando la historia y también la geografía. Otro de los últimos proyectos ha sido sobre la Semana Santa, abordado desde las distintas materias.

QUE FLOREZCA LA CREATIVIDAD
Para el colegio Virgen de Gracia, lo que pretende una inteligencia es llegar a la excelencia, a una mayor profundidad y a la capacidad de debate crítico. Este desarrollo considera también la importancia de las emociones y la capacidad de empatía de cada alumno.

La educación católica, propuesta siempre por el centro, debe de conectarse con todas estas destrezas y habilidades. Nace como una propuesta que los alumnos están llamados a acoger, de manera que pueda irse impregnando en su vida diaria.  La idea es educar el sentido de la gratuidad, la donación y el servicio desinteresado.

“Buscamos educar a niños felices que desarrollen su creatividad”, concluye Urbano. “Cuando educamos esa mente humanística y selectiva del alumno, pueden darse cuenta de que la inteligencia espiritual cristiano católica es la que llega al corazón”.

Ignacio Álvarez

Redescubrir la belleza de educar y aprender
en el Colegio vocacional San Fernando

El Colegio vocacional San Fernando ofrece educación integral a los alumnos y alumnas en las etapas de secundaria y bachillerato. Actualmente, el centro comenzó su andadura académica en nuestra diócesis en el curso 2020-2021 con un total de 29 alumnos y un equipo formado por 7 docentes.

El Colegio Vocacional San Fernando se ubica en la Plaza de Gracia, hasta allí diariamente se desplaza una “familia educativa” en la que los profesores trabajan cada día para que los alumnos redescubran de nuevo la motivación por aprender, y a vez, los profesores son también educadores y “mentores”, un apoyo para que el alumnado crezca desde una perspectiva integral.

El colegio se apoya como metodología para la enseñanza en un programa de educación cristiana y humanista basada en el sistema clásico del Trivium-Quadrivium, procurando que el alumno pueda desarrollar sus aptitudes en el cultivo de las famosas 7 artes liberales. Las tres artes literarias clásicas que componen el Trivium son: gramática, dialéctica y retórica; unido con el Quadrivium, las cuatro disciplinas científicas, que conforman la aritmética, la geometría, la astronomía y la música.

EDUCAR EN LA BELLEZA DEL APRENDIZAJE
Desde la dirección del centro, se asegura que el principal objetivo con los alumnos es “educarles en el asombro por la vida y las cosas”. “Queremos educar en descubrir lo bonito que es aprender. Que no haya una presión por aprender, como un agente externo que te obliga a estudiar, a hacer tareas, sino que esa necesidad se genere en el alumno voluntariamente”, asegura D. Antonio de la Rosa, director del San Fernando.

Además, añade: “Actualmente encontramos desidia en los jóvenes por aprender, están desanimados. No se pueden hacer logros intelectuales mientras no hay una admiración y un interés por la vida, y luego se hace más fácil que los conocimientos fluyan y den fruto en sus vidas”.

Los alumnos durante una excursión a la Alhambra.

MÁS LIBROS QUE TABLETS
Uno de los elementos fundamentales de la educación clásica que el Colegio San Fernando pretende implantar es la unión entre las humanidades y las ciencias, áreas tradicionalmente separadas, y que forman un binomio perfecto y necesario en la educación integral del alunando siendo la historia el eje que lo vincula todo.

Para Carmen Casasola, profesora de Cultura clásica y de Geografía e Historia en la etapa de secundaria, las humanidades “son esenciales para hacernos humanos” y es muy necesario retomar la verdadera motivación del alumnado.

“En clase, hasta los métodos de evaluación han evolucionado, en la disciplina que imparto, por ejemplo, se evalúa con exposiciones orales, fomentando la creatividad, más allá de los exámenes, disfrutando de la cultura y especialmente motivando mucho a retomar el uso de los libros por encima de las tablets y las tecnologías”, destaca la profesora.

Por su parte, Asunción Godino es jefa de estudios del centro y también profesora de física y química, junto a biología, ella también destaca que las ciencias no pueden separarse de lo humano dentro de una educación global. “En mis clases intento fomentar el diálogo, la ciencia parte de la experiencia y la observación pero sin duda, cada descubrimiento científico va asociado a la historia y el momento concreto en el que se dio, la ciencia no es algo separado del resto”, asegura.

También, en su desempeño como jefa de estudio destaca en este primer curso académico del Colegio Vocacional San Fernando como los docentes están “muy satisfechos” cuando ves al alumnado feliz, aprendiendo. “La disciplina no está reñida con que el alumno se sienta querido”, destaca Godino.

DESCUBRIR LA PROPIA VOCACIÓN
También una de las aportaciones de este centro educativo es proporcionar a los alumnos la figura del “mentor”, un profesor referente de libre elección por parte del alumnado que pueda ser una persona más cercana dentro del centro para prestar asistencia o ayuda en lo que sea necesario.

Asimismo, el Colegio San Fernando al ser un centro vocacional también ofrece una visión de la educación más allá de las asignaturas y niveles académicos. “Cuando hablamos de centro vocacional hablamos de la “vocación”, el descubrir cual es el propósito de Dios para la vida, los dones, los talentos, y desde ahí desarrollarlos”, asegura D. Antonio de la Rosa.

También a través de la experiencia con Dios y el carácter cristiano del centro se ofrece la posibilidad del discernimiento vocacional a diferentes caminos que puedan implicar la elección de una profesión, estado de vida o también la inquietud por la vocación sacerdotal.

María José Aguilar