Miércoles Santo, 31 de marzo
Domingo de Resurrección, 4 de abril de 2021
Nº 1373 • AÑO XXIX
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Dios siembre Su vida en nosotros
¿Puede una madre olvidarse del niño que amamanta, del hijo de sus entrañas? Lo normal es que no. Pero el profeta es consciente de que algunas veces puede pasar, que los seres humanos somos, después de todo, también pecadores y por eso dice el profeta “quiero que sepas que, aunque una madre se olvidara, yo no te olvidaré jamás”, dice el Señor. Es una de las frases más fuertes de todo el Antiguo Testamento, una de las frases que resumen más la experiencia de Dios que tuvo el pueblo de Israel, que ha tenido el pueblo de Israel, educado pacientemente por el Señor en medio de mil dificultades y de mil historias: infidelidades, traiciones, luchas, guerras de todo tipo. Y el Señor, fiel, se mantenía en aquella historia hasta el nacimiento del Hijo de Dios.
Y después, puede uno decir “pues, tal vez la historia no ha cambiado mucho”. Sí, sí que ha cambiado, ha cambiado en muchas cosas. Hay cosas que damos por supuestas. Quienes hemos conocido una familia cristiana o hemos crecido en una familia cristiana, hemos llegado a pensar después de tantos siglos de cristianismo que eso es una familia normal. Y sólo cuando nuestras culturas han dado la espalda al Señor y tratan de construir la felicidad humana sin Jesucristo, nos damos cuenta de que eso que nosotros llamamos “familia normal” no es normal en absoluto. Quiero decir, no es frecuente en absoluto, sino que es un verdadero milagro. Un fruto de la experiencia de Jesucristo. (…)
El Acontecimiento de Jesucristo no es simplemente un ejemplo. Es Dios mismo que viene a compartir nuestra condición humana y a sembrar en esta tierra, y en este mundo, y en esta historia nuestra, la vida divina. Hacer una alianza de amor que ya no se acabará jamás: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
Y eso sucede en un momento de la historia. El poeta inglés Elliot decía que es un punto de la historia, pero que la abraza toda ella. Y es verdad. En el Nacimiento de Cristo, en el Acontecimiento de Cristo, en la muerte de Cristo, Dios abraza no sólo a los que “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, no sólo los que estaban allí, sino a la historia entera y a cada uno de nosotros.
Entonces, es ese Acontecimiento vivo y que permanece vivo en la historia el que es perfectamente actual en nuestro tiempo. Cristo es nuestro contemporáneo. (…) Jesús les dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere no da fruto, pero si muere da mucho fruto”. El grano de la vida divina se ha sembrado en nuestra historia en Jesucristo y no para de dar fruto.
Cuando nosotros hablamos de la necesidad que tenemos hoy de Dios -repito-, no tenemos nostalgia de ninguna de las formas del cristianismo del pasado, ninguna. Queremos, somos conscientes de que la experiencia del amor de Jesucristo es lo único capaz de generar en este mundo donde al faltar esa Presencia, al faltar la consciencia de que esa Presencia nos es necesaria para vivir, y para vivir bien; pues, al faltar eso, nuestra humanidad vuelve al mundo pagano. A esas luchas de poder, de intereses, conflictos de unos con otros, y la vida misma se vuelve no siempre bonita, ni siempre deseable. Para muchas personas no es deseable. Y no necesariamente para los pueblos más pobres y necesitados. Es curioso que es en los pueblos más ricos donde la vida se hace menos soportable porque pensamos que nosotros mismos nos damos la felicidad con nuestros medios, que de alguna manera nos sentimos dioses, dueños de la vida, dueños del tiempo. Pero el grano de la vida divina está sembrado en nuestro mundo y siempre puede florecer.
Por eso Le pedimos al Señor, en estos días que nos presenta, que cambiará el desierto en un vergel o que volverá la alegría a los que están desterrados. Te suplicamos, Señor, que la fecundidad de ese Acontecimiento que abraza la historia entera, que abraza la Creación entera florezca en nuestros corazones. Basta que un joven, un niño, un adolescente, que un anciano abra su corazón a Jesucristo y la historia empieza de nuevo, la mañana de Pascua, la frescura que es esa nueva Creación que es la mañana de Pascua empieza de nuevo en nuestro corazón. Hace falta una cultura nueva. (…)
+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
17 de marzo de 2021
Ermita del Cristo de la Salud, en Santa Fe
V día del Septenario al Cristo de la Salud, en Santa Fe