28 de marzo de 2021
1372 • AÑO XXIX

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“Jesucristo, única esperanza del hombre”

La fidelidad de Dios es siempre el objeto de nuestra gratitud y de nuestra alabanza. No nosotros. (…) La Iglesia da gracias a Dios siempre por Él mismo. Por el don que Él es. Y con temor y temblor se acerca ese don en una sorpresa siempre nueva.

(…) la figura de San José es una función indispensable. Y, veréis, a mí me parece bello que sea el patrono de la Iglesia y, al mismo tiempo, el patrono de los sacerdotes, o del seminario, porque es verdad que la función de un sacerdote es parecida a la de San José. Pero también es verdad que la función de los padres de familia es parecida a la de San José. Porque la función de un varón es siempre la función de custodiar el misterio grande que hay en la maternidad y en el nacimiento de un niño, que es como una realización temporal del Misterio grande de la Navidad. 

En esa labor de custodia hay una relación misteriosa entre los estados de vida del cristiano en la Iglesia. Si hay buenos sacerdotes que saben ser cuidadores de la comunidad cristiana, cuidadores de la familia de Dios, custodios como San José de la familia de Dios, habrá buenos padres de familia que sepan ser también custodios y tengan la fortaleza, la prudencia, la ternura, la delicadeza, la capacidad de amor y la grandeza de corazón para cuidar de una esposa y de sus hijos, de una familia, que siempre es una imagen temporal, histórica, terrena, de la familia de los hijos de Dios que es la Iglesia. Y ahí, por tanto, se dice hoy mucho que faltan padres en las familias; que la figura del padre es un figura ausente en nuestra cultura y en nuestro mundo. Y es verdad. Pero si esta relación que estoy señalando tiene algo de verdadero (y estoy convencido de que lo tiene), esa ausencia del padre tiene que ver también con la ausencia del sacerdote como padre. Porque están relacionadas la paternidad que tiene el sacerdote con respecto a la comunidad cristiana. Su custodia fuerte y humilde, al mismo tiempo. Su custodia fuerte y capaz de permanecer en la sombra, pero, no por eso menos entregada, menos capaz de donación entera, con toda la vida.

Esa presencia necesaria en la Iglesia ilumina cuál es la vocación del padre de familia. Y del esposo en la familia. E ilumina también al revés. Para vosotros, poder ejercer bien vuestro ministerio sacerdotal, que no es una función y hacer unas cuantas cosas en la liturgia, sino que tiene que ver con esa paternidad de Cristo en la comunidad eclesial, tendréis que fijaros en los buenos padres de familia y en los buenos esposos, y aprender de ellos muchas cosas.

En relación con San José y con el Día del Seminario es lo que yo quería decir. Por supuesto que yo doy gracias por los dos seminarios de nuestra diócesis y por el ambiente que hay en ellos. Por el camino que están haciendo y que estáis haciendo en ellos, y muchas gracias. Y Le pido al Señor que podáis ser en vuestras vidas actualización de esa Buena Nueva para el mundo que es que Jesucristo vive. Que vosotros podáis con vuestras vidas anunciarle al mundo la Buena Noticia. Y al pueblo cristiano fortalecerlo en la conciencia de esa Buena Noticia de la que el pueblo cristiano vive en la escucha de la Palabra de Dios y en la participación de los Sacramentos.

Javier Martínez
Arzobispo de Granada 

21 de marzo de 2021
S.I Catedral de Granada

Extracto de la homilías en la Admisión a las Sagradas Órdenes de dos seminaristas y el Ministerio de Acolitado y Lector de un tercer seminarista

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