21 marzo 2021
1371 • AÑO XXIX

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Teología de los sacramentos

La sacramentalidad profética

Dentro de las características de la sacramentalidad profética, la sacramentalidad cristiana ofrece unos rasgos propios derivados de la originalidad cristiana.

Si en la religiosidad profética el reconocimiento del Misterio pasa por la realización de la persona, en la sacramentalidad que le corresponde la vida de la persona, su historia, con los momentos culminantes que la estructuran, se convierte en la expresión y la realización de ese encuentro perso­nal con lo divino.

En las religiones proféticas los sacramentos son la propia vida, la propia historia vivida, desde la relación con el Misterio, como ocasión y lugar permanente del encuentro salvífico de la persona con él.

La sacramentalidad profética resalta el carácter personal de todo simbolismo religioso, su refe­rencia a la conciencia y a la existencia; instaura una nueva dimensión, la dimensión histórica, por su referencia a la vida del sujeto, y fortalece, como consecuencia, su dimensión comunitaria.

Dentro de estas características de la sacramentalidad profética, la sacramentalidad cristiana ofrece unos rasgos propios derivados de la originalidad cristiana, constatable histórica y feno­menológicamente.

Esta originalidad consiste básicamente en lo que podría llamarse la hierofanía fundamental del cristianismo; Jesús como revelación definitiva, universal y absoluta de Dios a las personas. A par­tir de ella, ser cristiano consiste en asumir, aceptar personalmente –única forma de apropiación de una hierofanía personal– esa revelación-entrega definitiva de Dios. La fe cristiana pasa por la aceptación de Cristo. Pero de ahí se deriva que la sacramentalidad cristiana actualiza en la vida de la persona la presencia de un Misterio intemporalmente presente en ella y la presencia norma­tiva ocurrida en Jesús. De ahí que el Sacramento cristiano sea memoria de unos acontecimientos salvíficos pasados, y actualización del acontecimiento salvífico originario –eje y centro de la his­toria– que fue la vida, muerte y resurrección de Jesús.

En los sacramentos cristianos se recuerda la vida de una persona histórica. La memoria cultual de Jesús es auténtica cuando la aceptación del Misterio hecho presente en Jesús se expresa en las actitudes, las acciones, los sentimientos, los criterios que Jesús realizó y que el cristiano reproduce en su vida. Una revelación personal e histórica, como la ocurrida en Jesús, se hace presente cuando su memoria se reproduce en la historia, en la vida de quienes la conmemoran.

La referencia del sacramento cristiano a Cristo le impone otros rasgos que, aunque anunciados en el simbolismo sacramental religioso, se encuentran desarrollados y perfeccionados en el sis­tema religioso cristiano.

Una presencia, junto al material simbólico, de la palabra declaradora del sentido, palabra que asegura el anuncio, a través de este material, de la vida de Jesucristo, centro del men­saje cristiano.

El carácter crítico, de amenaza y de promesa para la realidad, para la vida de la persona, que comporta la presencialización de Jesús que, habiendo venido, es todavía esperado por los cristianos para la consumación definitiva de la historia.

El reforzamiento de la dimensión comunitaria en la sacramentalidad cristiana por el hecho de que su celebración tenga por sujeto a la comunidad de los creyentes en Jesús, guiados y animados por su Espíritu.

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano