8 de diciembre de 2019
1308 • AÑO XXVIII

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El misterio de la piscina de Bethesda

El culto a la Inmaculada en Tierra Santa

"La piscina de Bethesda", de Robert Bateman

CONCEPCIÓN Y NACIMIENTO DE MARÍA

Una tradición, bastante tardía e influenciada por el hecho de que Lucas localiza en esta ciudad la Anunciación y que María tenía una casa (Lc 1,2656), sitúa el lugar del nacimiento de María en la localidad de Séforis, cercana a Nazaret. Algunos Padres, como Tertuliano, Juan Crisóstomo y Cirilo de Alejandría, hablan de Belén como su patria nativa, pero no tiene valor histórico. Tiene más arraigo otra tradición antigua y constante que coloca el nacimiento de María en la Ciudad Santa, Jerusalén, donde hoy está la iglesia de Santa Ana, en el área de la Piscina Probática o de las ovejas. El Protoevangelio de Santiago, que según opinión común se remonta a la primera mitad del siglo II, no más tarde del 150, da todos los detalles de su nacimiento y de su educación. María nacería en Jerusalén, junto a la Piscina Probática, como atestiguan tantos peregrinos en sus relatos.

La fecha de la fiesta de la Natividad condiciona la otra, la de la Inmaculada Concepción, que se celebrará el 8 de diciembre, nueve meses antes del nacimiento.

La fiesta de la Natividad de María nace en Jerusalén en el s. V y se fija el 8 de diciembre, seguramente porque ese mes era el primero del calendario eclesiástico bizantino, probablemente a imitación del ano judío, que se inicia en septiembre. El año litúrgico bizantino se abre el 8 de septiembre y se cierra con la Dormición, en agosto. Por tanto, en los inicios del ciclo anual, se sitúa esta fiesta que era considerada como el comienzo (proemium) de los misterios de nuestra salvación. 

LOCALIZACIÓN EN LA PISCINA PROBÁTICA

Iglesia de Santa Ana en Jerusalén

Las dos fiestas de María, la Inmaculada Concepción y la Natividad, se celebran en el mismo lugar santo: la iglesia de Santa Ana, junto a la Piscina Probática. Ambas fiestas consideran a María como el Templo del Señor: el seno de María es el Tabernáculo, en el cual Dios se hizo carne nuestra. La iglesia de Santa Ana tuvo y sigue teniendo un papel importante en la comprensión de la figura y de la misión de María. Durante los primeros siglos del cristianismo, como lo había sido en la época judía, la Piscina Probática fue un centro importante de peregrinación a causa de los poderes de curación que se atribuían a sus aguas (Cf. In 5, 2-15). De hecho, según el Evangelio, bajo los cinco pórticos de la piscina “yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua”, es decir, que brotara de nuevo el agua. Según San Jerónimo, entre los que esperaban había también mujeres supersticiosas y “deseosas de fecundidad”, quizás una de ellas podría haber sido también Ana. Los enfermos judíos invocaban a Salomón, que era considerado sanador por excelencia. Los judeocristianos cristianizaron la figura de Salomón, que estará ya a1 servicio de Cristo, “más grande que Salomón” (Mt 12,42).Cristo será ya el verdadero y único médico, ya que sana el cuerpo y el alma. Los judeocristianos dedicaron este lugar a Jesús, María y a la corte angélica. Los romanos lo paganizaron y lo transformaron, como sucedió con el Sepulcro, el Calvario y Belén, dedicándolo a la tríada pagana Serapis, Isis y Arpócrates, correspondientes a Esculapio, Igea y Telesforo, muy venerados por los enfermos.

 LA IGLESIA DE SANTA ANA, JUNTO A LA PISCINA PROBÁTICA

 Los edificios terapéuticos paganos y los edificios dedicados a Cristo médico fueron destruidos a finales del siglo IV y, hacia la mitad del siglo V, bajo el impulso de la proclamación de la Maternidad de María en el Concilio de Éfeso (431), se construyó la basílica de Santa María junto a la Piscina Probática, que se puede ver en la Carta o Mapa de Mádaba. En el lugar hay dos iglesias: la que recuerda la curación del paralítico y la que recuerda el nacimiento de la Virgen. Teodosio, hacia el S30, habla de la “Iglesia de la Señora María” que está “junto a la Piscina Probática”. Muy dañada por los persas en el 614, fue enseguida reconstruida. La iglesia del Paralítico, con sus ricos adornos, desapareció hasta de la memoria de la gente y los peregrinos centrarán su atención y su devoción “en la pequeña gruta excava da en la roca”, presentada por la tradición como la casa de Joaquín y de Ana y por tanto el lugar del nacimiento de María, recordando con nostalgia los antiguos relatos populares.

Ruinas de Bethesda

En 1140 los cruzados construyeron la iglesia actual y, aunque colocaron en este lugar toda la tradición que habla de Santa Ana, el nombre de la iglesia seguirá siendo “Templo de Santa María”, lo cual indica que conservaba su carácter mariano. El templo se compone de tres naves, mide 34 metros de largo por 19,50 de ancho y es la construcción religiosa del tiempo de los cruzados mejor conservada, aunque a] faltarle la decoración parece un poco fría. Desde la mitad de la nave meridional se baja a la cripta donde se venera la casa de Joaquín y de Ana, y por tanto el lugar del nacimiento de María. 

En 1192 el sultán Saladino, después de conquistar Jerusalén en 1187, transformó la iglesia en madrasa (escuela teológica islámica, en colegio sciafi´ita, de ahí el nombre de Salahiye), como reza la inscripción de 1a fachada, y así quedó hasta que el ediñcio fue cedido a Francia en 1856 por el sultán Abdel Magid, en agradecimiento por su ayuda en la guerra de Crimea, y en 1878 fue abierta a1 culto cristiano bajo la dirección de los Padres Blancos.

LOS FRANCISCANOS Y LA DEVOCIÓN A LA INMACULADA EN TIERRA SANTA

Los peregrinos cuentan las peripecias que tanto los franciscanos como los demás devotos tenían que hacer para descolgarse por una ventana y acceder así a la gruta que recuerda el Nacimiento de María el 8 de septiembre. La cripta era una gruta, al estilo de la gruta de la Natividad de Jesús en Belén, y según los peregrinos estaba adornada con pinturas que describían la gloriosa Natividad de María.

Localización de la piscina de Bethesda.

Los franciscanos, según afirma el P. Bonifacio de Ragusa hacia el 1555, celebraban una misa el 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de María. Una misa sencilla, sin gran pompa -probablemente no podía ser de otro modo-, ya que la Misa solemne se celebraba en la Iglesia Tumba de María en el Valle de Josafat. Así 10 describe e1 Documento del Culto divino en los Santuarios del año 1658: “En la fiesta de la Natividad de la Stma. Virgen María... después de haber obtenido permiso del seihk (o el jefe de la mezquita) de la Iglesia de Santa Ana, mediante una propina, van allí los religiosos de noche (...) y preparados los altares en el lugar tradicional donde fue concebida y nació la Virgen bendita, lugar que se halla bajo la hermosísima iglesia, comienzan a decir misas privadas varios sacerdotes, unos tras otros; terminadas las cuales se celebra la solemne; si bien a veces no la celebramos, por miedo a alguna avanía (“dádiva o multa que se daba a los pachás o aduaneros turcos") porque esta iglesia es actualmente mezquita turca”.

El P. Bonifacio añade que “la fiesta de la Concepción de la Virgen María se celebraba en la iglesia de Santa Ana del mismo modo y orden como se celebra la fiesta de la Natividad de la misma”. Por tanto, al menos desde mediados del s. XVI los hijos de San Francisco celebraban en la iglesia de Santa Ana la fiesta de la Inmaculada Concepción. Desde la iglesia-escuela los frailes bajaban a la iglesia de la Virgen María en el Valle de Josafat y allí cantaban la antífona: “Como lirio entre las espinas, como mi amiga entre las hijas de Adán. Tú eres la gloria de Jerusalén, tú eres la alegría de Israel, tú eres el honor de nuestro pueblo (Tu, gloria Ierusalem, tu, laetitia Israel, tu, honorificentia populi nostri). Madre del Unigénito, ten piedad de nosotros”1. María, como manifiesta el canto franciscano por excelencia dedicado a la Virgen, el Tota Pulchra, compuesto en el s. XIV, será siempre exaltada por el peregrino cgmo la Virgen Inmaculada (et macula originalis non est in te, canta el himno), pues ella es la llena de gracia, el verdadero templo de Jerusalén.

Actualmente, después de la restauración de la iglesia que hicieron los Padres Blancos, las dos peregrinaciones de los franciscanos se redujeron a una sola: la del 8 de septiembre en la fiesta de la Natividad de María. En nuestros días se hace de un modo solemne: se va públicamente con los kawas2; el celebrante principal de la misa solemne es siempre un franciscano. Las peregrinaciones a la iglesia de Santa Ana, siempre llenas de dificultades, han sido una de las pruebas más evidentes del amor y de la devoción a la Madre de Dios por parte de los hijos de san Francisco, que ya tenían muy claro, en su piedad, la fe en la Inmaculada Concepción de María, y aquí se demuestra en la práctica la afirmación de que “como se reza, se cree”. Los hijos de san Francisco celebran hoy la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María en la iglesia de San Salvador, sede central de la Custodia de Tierra Santa.

Artemio Vítores González, OFM
Tomado del libro La Virgen María en Jerusalén,
Franciscan Printing Press, 2014, Jerusalén.


  1. Bonifacio de Ragusa, Liber de perenni cultu Terrae Sanctae est de fructuosa eius peregrinatione, Venetiis 1875, 92.
  2. Palabra turca que significa el “macero” que abre la procesión. En algunas fiestas van vestidos con el típico vestido turco y llevan el alfanje.