01 de diciembre de 2019
1307 • AÑO XXVIII

INICIO - Signo y Gracia

Sacramentos de vida cristiana

La idea bíblica de perdón

Dios es el único que tiene poder sobre el pecado y el único que puede restablecer finalmente los lazos rotos por el pecado. Su bondad, su paciencia y su misericordia van muy lejos, porque “es un Dios de ternura y de misericordia, lento a la cólera, rico en gracia y fidelidad”

Dios ama a los pecadores, como un padre a sus hijos, que conoce sus debilidades y su inconstancia, interviniendo, para perdonarlos, con la fuerza de un amor misericordioso.

Para Dios, perdonar no es ignorar el mal, hacer como si no existiese, sino vencerlo (Mi 7,18-19)

A diferencia de lo que ocurre en las relaciones humanas, se trata de un verdadero perdón del pecado que Dios disipa como se disipa una nube, una niebla, blanquea al pecador (Is 1,18), creando en él un corazón nuevo, un espíritu nuevo (Ex 36,26; Sal 51,12). 

LA IDEA BÍBLICA DE RECONCILIACIÓN

El mensaje del Antiguo Testamento sobre la conversión propone los medios para alcanzar el perdón divino, que se reducen a tres: a) reconocimiento del pecado, b) ofrenda de sacrificios y c) prácticas penitenciales.

RECONOCIMIENTO DEL PECADO

El pecado introduce una ruptura de las relaciones personales entre Dios y el hombre. La reanudación del diálogo con Dios supone que el hombre comience por quitar el obstáculo que él mismo ha puesto, que no siga apegado a su pecado (2 Re 3,3), que renuncie a él (Ez 18,21), que se aparte de él (Ez 33,14) y, de manera más positiva, que vuelva a Dios (1 Re 8,33.48).

OFRENDA DE SACRIFICIOS

 Los sacrificios expiatorios, por los pecados personales o los del pueblo, tenían mucha importancia para el pueblo judío. Son ofrecidos por el representante supremo del pueblo (el juez y profeta Samuel, el rey Josafat, el sacerdote y escriba Esdras (1Sm 7,5-9; 2Cr 20,3-13; Esd 8,35). Estos sacrificios se ofrecen con ocasión de calamidades o necesidades públicas y van acompañados de oraciones, ayunos y otras obras de penitencia. El más importante de todos ellos era el Gran día de la expiación (Yom Kippur), como una de las grandes festividades del pueblo. 

PRÁCTICAS PENITENCIALES

Se reducen, sobre todo, a oraciones, ayunos y signos externos de dolor y aflicción y pueden comprender también obras de caridad o piedad, como el estudio de la Ley o Torah y los propios sufrimientos corporales llevados con espíritu de humildad y confianza en Dios. Estas obras de caridad y piedad son medios personales que sirven para la expiación de los pecados y ayudan a la reconciliación con Dios si van acompañados de la conversión sincera del corazón, como piden los profetas. Las abluciones y purificaciones rituales son también una forma de práctica penitencial (cfr. Mc 7,1-15).