19 de septiembre de 2021
1388 • AÑO XXVIII

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Teología de los sacramentos

 El culto en la religión revelada. Antigua Alianza

La originalidad del culto judío se manifiesta en su comprensión de la historia como teofanía y en la relación entre celebración cúltica y acontecimientos salvíficos. La fe judía encuentra la teofanía en los acontecimientos de la historia.

LA HISTORIA COMO TEOFANÍA

La comprensión cíclica del tiempo entiende que lo arquetípico es lo decisivo, y toda la realidad intra­mundana adquiere su verdadero valor en cuanto participa del modelo, del arquetipo extramundano y lo repite. Participación y repetición de esos arquetipos que están fuera del tiempo son las dos coor­denadas que dan entidad a las cosas y a las acciones que están en el tiempo. Los objetos del escenario humano y sus acciones repiten y presentan la única realidad. 

Esta búsqueda de la persona de los modelos arquetípicos da origen a la formación de los mitos.

Para la persona religiosa primitiva, el mito es la realidad básica, la autenticidad de la existencia. Quien se mueve en él se mueve en la realidad del mundo; así como, recíprocamente, el mundo está determinado, garantizado, fundado por el mito. Por lo que toca a las palabras, son idénticas con su contenido y, por tanto, igualmente reales. En la narración y el canto del himno se realiza el mito.

Respecto a las acciones rituales, los ritos son una actualización del mito. En el rito la persona alcanza la realidad del mito arquetípico, intemporal y meta-histórico.

Esta comprensión conduce a la abolición del tiempo. Si la realidad está “fuera de tiempo”, es decir, fuera de la sucesión de acontecimientos que preside la existencia mundana y humana, sólo será posible la imitación, el reflejo fiel, la adquisición de verdadera realidad en la medida en que se alcance ese estado arquetípico que no conoce la mutabilidad. La tarea de la abolición del tiempo se confunde con la em­presa religiosa y es lo que da sentido al rito.

El papel del rito en esta concepción consiste en permitir a la persona, probablemente, salirse de “su” tiempo que obstaculiza, condiciona, y frena esa fiel imitación, más aún, actualización de los mitos ar­quetípicos, para poder participar en plenitud y sin estorbos de los atributos y poderes de la divinidad.

La articulación mito-rito la aplicaremos luego a la teología sacramental y descubriremos sus parecidos y sus diferencias.

La primera es la distinta comprensión del tiempo para los judíos. Para los paganos el tiempo tiene la función de poner al alcance de la mano, con su repetición cíclica, los modelos arquetípicos que se dan en la intemporalidad de los tiempos míticos. Los hebreos entienden el tiempo linealmente, como un proyecto divino que Dios va logrando mediante intervenciones en la historia de las personas.

El tiempo tiene en la intención de Dios una orientación finalística, está orientado hacia una meta que Él persigue con la colaboración libre y responsable de la persona. Este avance hacia una meta escato­lógica está escalonado históricamente por la irrupción y la fuerza del poder de Dios en el tiempo de la persona.

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano