28 de febrero de 2021
1368 • AÑO XXIX

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Teología de los sacramentos

Sacramentalidad de la existencia religiosa

Los acontecimientos de la vida humana, y sobre todo los más significativos: nacimiento, madurez, matrimonio, vida comunitaria, muerte, se convier­ten en acontecimientos salvíficos.

ANÁLISIS DEL FENÓMENO RELIGIOSO
El análisis del fenómeno religioso y la historia de las religiones constatan que en todas las re­ligiones han existido, con formas diferentes, acciones sacramentales.

Esta realidad nos lleva a la conclusión de que la acción sacramental constituye un elemento integrante de la existencia religiosa. La persona, en su vida religiosa, reconoce la presencia de una realidad trascendente que interviene en su mundo, la interpela personalmente y confiere un sentido último a su vida o la salva. En la vida religiosa tiene un rostro personal esa realidad suprema, infinita, a la que la condición humana está abierta. Pero la trascendencia de esa realidad suprema y la condición de la persona hace necesaria la mediación de lo simbólico para que la relación pueda establecerse. Las acciones sacramentales son mediaciones de la relación de la persona con el Misterio.

Por las acciones sacramentales los acontecimientos de la vida humana, y sobre todo los más sig­nificativos: nacimiento, paso a la madurez, matrimonio, vida comunitaria, muerte, se convier­ten en acontecimientos salvíficos, es decir, en momentos en los que la trascendencia irrumpe en la vida y la transfigura, dándole una dimensión nueva, representada por el sentido natural que esos acontecimientos poseen, pero que no se agota en ellos.

LEYES DE LA SACRAMENTALIDAD RELIGIOSA
Para captar el sentido de las acciones sacramentales en la vida religiosa hay que hacer referencia a las leyes y funciones de la sacramentalidad. Esto permite revalorizar el sacramento.

El simbolismo en el sacramento tiene un fundamento en el poder significativo del acontecimiento que sirve de símbolo y en el cual se articula la nueva significación que le confiere su carácter sacramental. Por eso la base “natural”, el acontecimiento de la vida, no es indiferente a la acción sacramental, y esta no destruye ni elimina aquella. Por esto, los ritos sacramentales no son acciones paralelas a la vida, indiferentes a su curso real e incapaces de influir en ella. Sólo desde la vida vivida se asegurará la significación natural, el primer sentido, que evoca, transpa­renta y hace presente, la significación metahistórica salvífica.

Esta relación con la vida no convierte al sacramento en una realidad natural que pueda ser concebida sin relación con la conciencia de la persona y con su situación. Ni los símbolos más naturales son comprensibles como símbolos sin la referencia a esa condición humana corpórea-espiritual, finita-infinita que hace posible el descubrimiento de las dimensiones profundas de la realidad natural. Pero en el sacramento esta referencia debe hacerse explicita por el hecho de que en él la base significativa es la vida de la persona, en la que la razón creadora de proyectos, ins­tauradora de sentidos, desempeña un papel preponderante. De ahí que en el simbolismo sacra­mental las acciones vayan acompañadas de la palabra declarativa del sentido que esa acción o ese acontecimiento comportan dentro del proyecto global de esa existencia religiosamente vivida.

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano