21 de febrero de 2020
1367 • AÑO XXIX

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Mensajes de Cuaresma de Mons. Javier Martínez

Cuaresma, para “volver nuestra mirada a Dios”

La conversión es volvernos a Dios y la Cuaresma es el tiempo litúrgico que nos ofrece la Iglesia para prepararnos para la Pascua de Resurrección del Señor y vivir intensamente y con devoción los Misterios del Triduo Pascual. Un “tiempo educativo”, como lo define nuestro arzobispo D. Javier Martínez, a través de las tres prácticas del ayuno, oración y limosna. Mensaje del arzobispo de Granada para la Cuaresma de 2021.

Estamos a las puertas de la Cuaresma. Como todos los tiempos litúrgicos, son tiempos educativos. Tiempos en los que la Iglesia quiere ponernos de relieve especialmente un aspecto, o unos aspectos esenciales de la vida cristiana. En ese sentido, la Cuaresma es un tiempo fuerte y el pueblo cristiano lo ha entendido siempre así.

Un tiempo fuerte de conversión, que no significa simplemente hacer propósitos de ser mejores. La conversión es algo mucho más importante, porque tiene que ver con volver nuestra mirada a Dios. Y yo diría que, en este año, cuando llevamos más de un año de limitaciones de todo tipo causadas por la pandemia, necesitamos volvernos a Dios de una manera especial. Necesitamos a Dios. Te necesitamos Señor. Necesitamos Tu Presencia. Pero para eso también necesitamos volvernos hacia Ti. Volvernos hacia Ti y necesitamos las tres cosas que la Iglesia nos propone en la Cuaresma. La primera de ellas la oración. Pueden hacerse oraciones que uno tiene en un devocionario o en un libro; pueden hacerse las oraciones que todos conocemos desde niños; pueden hacerse oraciones muy sencillas, jaculatorias: “Señor, ten piedad”. Se puede repetir mil veces: “Señor, ten piedad”. Y es una oración que si el corazón la dice de manera sincera, es una oración preciosa que jamás el Señor deja de escuchar.

La oración es vital, porque es la expresión de nuestra vuelva, de nuestra conversión a Dios

Pero hay que volverse a Dios, porque tenemos necesidad de Dios. Justo la fragilidad, la vulnerabilidad que se ha puesto de manifiesto en nuestras vidas, que nos ha destronado de nuestra condición de dueños del tiempo y del espacio, dueños de la historia, dueños de nuestros proyectos de vida, nos ha destronado de esa situación. Nos hace sentirnos criaturas mortales, frágiles, a veces con el dolor de la pérdida de un ser querido muy cerca de nosotros. Sentimos un poco, como en los terremotos, que la tierra tiembla debajo de nuestras pies. Tenemos necesidad, Señor, de saber que Tú permaneces; que Tu amor permanece para siempre; que Tu fidelidad es eterna y que Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre.

Necesitamos edificar nuestra vida, nuestros deseos y nuestras acciones sobre esa roca que Tú eres, para que tiendan también hacia Ti, que eres el único objetivo en la vida que no queremos perder, porque todos los demás los perdemos, más tarde o más temprano. Tú eres el único que realmente puedes sostener la fatiga y el trabajo que significa vivir y dar sentido y contenido, y una alegría verdadera a las cosas bellas, que también se dan en nuestras vida constantemente.

El estar vueltos hacia Dios, el aprender a no depender de las cosas de este mundo, ni de la posesión de las cosas de este mundo, empezando por la comida, y de compartir con nuestros hermanos, son tres cosas que nos hacen más humanos.

Mis queridos hermanos, la oración es vital, porque es la expresión de nuestra vuelva, de nuestra conversión a Dios. Y luego, la Iglesia nos enseña otras dos cosas, que son útiles y que yo creo que es necesario volver a ellas. El ayuno, es decir, no me refiero a una aplicación -si queréis, pequeña, demente- de las leyes sobre el ayuno que ha dado la Iglesia en otros tiempos. Pero sí una conciencia de que podemos vivir con lo necesario y nada más que con lo necesario; que podemos prescindir de muchas cosas que no son necesarias. Y que el objetivo de la vida no es acumular, no sólo en la comida, sino también en la vida; sino que el objetivo de la vida es compartir. Y para eso hay que aprender a prescindir de cosas, que, no siendo necesarias, podemos pasar sin ellas y se las podremos compartir con otros.

Mis queridos hermanos, el último camino que la Iglesia nos propone todos los años para la Cuaresma es la limosna. Pero yo os invitaría que no pensáramos en la limosna como un gesto aislado, sino como una actitud a aprender. En realidad, las tres cosas de la Cuaresma: el estar vueltos hacia Dios, el aprender a no depender de las cosas de este mundo, ni de la posesión de las cosas de este mundo, empezando por la comida, y de compartir con nuestros hermanos, son tres cosas que nos hacen más humanos, son tres cosas que Dios quiere para nosotros, porque también ellas nos hacen crecer. Sobre todo ellas nos hacen crecer: crecer como personas, crecer en nuestra vocación de seres humanos. Y sólo ellas hacen posible un mundo, no sólo que se parezca más al designio de Dios, sino, porque se parece más al designio de Dios, más digno de ser vivido, más alegre, más bonito.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Granada, 16 de febrero de 2021

Escuchar Mensaje D. Javier para la Cuaresma 2021

Carta pastoral del obispo de Guadix para la Cuaresma de 2021

Mons. Francisco Jesús Orozco anima a hacer de las dificultades oportunidades en su Carta pastoral para la cuaresma de 2021

En un año marcado por la celebración del Jubileo del Beato Manuel Medina Olmos, el Año Diocesano del Corazón de Jesús y el Año Jubilar de San José, la cuaresma se presenta como “una nueva ocasión de Gracia que el Señor nos regala”.

Coincidiendo con el inicio de la cuaresma, el obispo de Guadix, D. Francisco Jesús Orozco, ha escrito una carta a todos los diocesanos invitando a vivir estos días con intensidad y con una auténtica renovación interior, a pesar de la pandemia que está trastocando, un año más, el curso normal de nuestras celebraciones en este tiempo tan especial. Como dice el obispo en su carta, las dificultades de este tiempo han de transformarse en oportunidades para una vivencia de la fe más profunda y auténtica.

En su carta, D. Francisco Jesús se hace eco del sufrimiento que está suponiendo para toda esta pandemia. En ese contexto, la cuaresma se presenta como “una nueva ocasión de Gracia que el Señor nos regala”.

Recuerda el obispo en su carta de cuaresma que vivimos un año marcado por la celebración del Año Jubilar del Beato Manuel Medina Olmos, el Año Diocesano del Corazón de Jesús y también el Año Jubilar de San José.

“Este virus nos ha recordado- dice el obispo- la necesidad de volver a lo más verdadero del ser humano y a ponernos siempre en las manos providentes del Señor”. La cuaresma surge, así, como tiempo propicio de conversión. Pero también de filiación y de fraternidad, porque Dios sigue siendo fiel, a pesar de nuestro pecado.

Cuaresma es tiempo de creer, ayunando de lo que estorba; es tiempo de esperanza, que se aprende en la oración; y es tiempo de caridad, la expresión más alta de nuestra fe y nuestra esperanza.

Recuerda el obispo en su carta de cuaresma que vivimos un año marcado por la celebración del Año Jubilar del Beato Manuel Medina Olmos y el Año Diocesano del Corazón de Jesús. También el Año Jubilar de San José, promovido por el papa Francisco debe ayudarnos a vivir la fe; así como el año de las familias, también impulsado por el papa y que comenzará el próximo mes de marzo, debe ser un estímulo.

Además, recuerda que siguen vigentes las prioridades pastorales -juventud, familia/vida y laicos-, la puesta en práctica del Congreso nacional de Laicos, la constitución de los consejos diocesanos de familia y de jóvenes; la pastoral vocacional y la consolidación de nuestros seminarios en Guadix… y otras tantas realidades diocesanas en las que seguimos trabajando.

Y termina su carta el obispo pidiendo a todas las familias a ser muy generosas con Cristo en este tiempo de cuaresma: “ser verdaderas Iglesias domésticas, dice el obispo, sigamos siendo testigos de la cultura de la vida en un mundo que amenaza la dignidad del ser humano”.

“Pido a los niños que recen mucho en este tiempo cuaresmal y que acojan a Jesús como el Amigo que siempre les llena de alegría y de fiesta. A los jóvenes les interpelo a formarse bien y a ser muy responsables en la tarea de construir un mundo en el que quepan todos”.

“Os animo, queridos jóvenes, a insertaros en las parroquias y a ser levadura en medio de la masa. Colaborad con la delegación de juventud e infancia para llevar vuestra joven fe a cada rincón de nuestra Diócesis”.

“Queridos mayores, enfermos y personas más vulnerables, cada día os pongo en la patena de la Eucaristía para que sintáis a toda la Iglesia junto a vuestra cruz”.

“A los miembros de hermandades y cofradías os invito a ofrecer el sacrificio, ya por segundo año consecutivo, de no poder vivir las estaciones de penitencia en nuestras calles y os animo a vivir el momento presente como un reto, una oportunidad que el Señor ofrece para intensificar verdaderos lazos de hermandad”. …. “Guardando todos los protocolos higiénicos-sanitarios y sociales…intensifiquemos el culto a los titulares en las sedes canónicas y vivamos en nuestras comunidades y parroquias los grandes misterios de la muerte y resurrección de Cristo. Todo esto fortalecerá nuestra vida eclesial y la salud de nuestras hermandades y cofradías”.

“Y a los sacerdotes y consagrados les animo a seguir siendo fieles, a no cansarnos de servir a quienes el Señor ha puesto a nuestro cuidado. Este mundo necesita, más que nunca nuestra fidelidad,… Sigamos siendo hospital de campaña en medio del mundo y de sus heridas”

Antonio Gómez

Extractos de la Carta del Obispo accitano

Cuaresma en el Corazón de Cristo

A continuación les ofrecemos algunos extractos de la carta de Cuaresma redactada por el Obispo de Guadix, Mons. Orozco.

CARTA ÍNTEGRA DEL OBISPO DE GUADIX

"Entre las sombras que han cubierto a la humanidad, tenemos la experiencia radical de la vulnerabilidad y experiencia de límite: el miércoles de ceniza volvemos a oír la llamada a la conversión – “conviértete y cree en el Evangelio”, “polvo eres y en polvo te convertirás”-, a recordar que somos barro y que la memoria de la muerte nos devuelve a la experiencia de sentirnos limitados, necesitados y muy frágiles. Hemos experimentando la “injusticia” de tantas muertes “solas”, viendo, en el rostro de muchas personas, tambalearse el sentido de la existencia humana, la búsqueda de la comprensión del dolor y la mirada “cara a cara” de la experiencia de la finitud de la vida ante la cercanía del final de la existencia en la tierra. Sin duda que el miedo y la incertidumbre han hecho diana en el corazón del ser humano y de la convivencia. Me vienen a la mente aquellas palabras de San Juan Pablo II, que transmitían al mundo la esperanza de Cristo resucitado, que ha vencido la muerte: “No tengáis miedo, abrid de par en par las puertas a Cristo”. Frente a la convivencia con el miedo, tan ajena al espíritu cristiano, recuperemos la esperanza siempre en la prudencia" (...)

"Cuaresma es el tiempo de una verdadera revisión antropológica: “¿Quién es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para mirar por él? (Salmo 8,5). Es el momento de entrar en las profundidades que vertebran nuestra existencia y revisar el corazón acomodado en sus propios éxitos. Hemos olvidado las razones profundas y los porqués de nuestra vida. (...) En sus propios pesimismos y dolencias experimenta la llamada a una verdadera metanoia (cambio de rumbo). El corazón que ha sido creado para las realidades trascendentes no se olvida de añorar plenitud. En medio de la noche siempre ha brillado la luz, la vocación a la felicidad con la que Dios creó al hombre. Hemos asistido al poder natural del ser humano en situaciones límite, donde la persona es capaz de sacar lo mejor de sí misma, pues está hecha para dar, para darse desde el primer momento de la creación. Y por eso hemos podido constatar servicio, entrega y solidaridad, como nunca antes habíamos constatado".

"Este tiempo de pandemia nos ha mostrado los falsos ídolos con los que habíamos construido, desde la razón, las verdades que creímos estables para sostener nuestra felicidad. Han caído por el barro destrozadas en la desesperanza. La cuaresma nos invita a purificarnos de las mentiras de nuestra vida y de nuestro mundo para acoger y vivir la Verdad, que tiene un rostro: Jesucristo, Camino que nos lleva a la plenitud de la Vida. La cuaresma nos invita a ver con el alma, con una inteligencia que sobrepasa todos los saberes humanos. Es la inteligencia del corazón que se abre a la grandeza de Dios para hacernos nacer de nuevo a la Vida".

"La oración, la limosna y el ayuno son los medios que la Iglesia nos ofrece en este tiempo para nuestra necesaria conversión. Por medio de ellos, Cristo nos fortalecerá en el verdadero conocimiento de quienes somos, del sentido de nuestra vida y de la caridad, que hace sentir al hermano que sufre como auténtico prójimo, a quien amamos como a nosotros mismos. El Señor quiere cambiar nuestro egoísmo y autosuficiencia en caridad. (...) El Papa nos invita a vivir 'una cuaresma de caridad' que se alegra del crecimiento del hermano, que nos hace salir de nosotros mismos para conducirnos a la civilización del amor, a la cooperación y a la comunión."

"Os invito a todos a meditar el mensaje del Papa en este camino hacia la Pascua. Nos ayudará a creer, esperar y amar, dejando que el Señor cambie, en la conversión y en la oración, nuestros desiertos en verdaderos oasis. Compartir nuestros bienes, nos ayudará a 'reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre'”.

CARTA ÍNTEGRA DEL OBISPO DE GUADIX