14 de febrero de 2021
1366 • AÑO XXIX

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Campaña contra el Hambre de Manos Unidas 

“Contagia solidaridad para acabar con el hambre” 

El mundo ha superado los 95 millones de contagios por coronavirus. Pero hay otras cifras aún peores. Este año, más de 800 millones de personas padecerán hambre en el mundo. Y 1.300 millones se ven ya afectadas por la pobreza.  

En su Campaña 62, que en 2021 se desarrollará bajo el lema Contagia solidaridad para acabar con el hambre, Manos Unidas se va a centrar en denunciar las consecuencias que la pandemia de coronavirus está teniendo entre las personas más vulnerables del planeta y en promover la solidaridad entre los seres humanos como única forma de combatir la pandemia de la desigualdad, agravada por la crisis sanitaria mundial, que castiga con hambre y pobreza a cientos de millones de personas en el mundo. 

Manos Unidas, que lleva más de 62 años trabajando fundamentada en el valor de la solidaridad universal, quiere reafirmar en 2021, con mayor firmeza que nunca: 

-la dignidad de todo ser humano y sus derechos; 
-la necesidad de generar nuevos estilos de vida más solidarios; 
- y la urgencia, desde la política y la economía, de crear condiciones de vida más humanas, centradas en la dignidad de cada persona y en el bien común. 

Por eso, Manos Unidas quiere que este año aumenten los contagios de solidaridad, y no los que llevan a la enfermedad y la muerte. Y por eso quiere que te contagies del mensaje de su nueva Campaña y que colabores en la labor que llevan haciendo desde hace más de seis décadas: acabar con el hambre el mundo. 

Solo esto nos ayudará a superar las crisis sanitarias y a construir sociedades dignas para todas las personas. 

COLABORA EN LA CAMPAÑA CONTRA EL HAMBRE

Hambre y pobreza, pandemias para las que no hay vacuna 

Manos Unidas ha presentado esta mañana su nueva Campaña anual, que lleva por lema Contagia solidaridad para acabar con el hambre y que se va a centrar en denunciar que la crisis sanitaria que vivimos está relegando al olvido otras pandemias, agravadas por la crisis del coronavirus, que amenazan la vida de cientos de millones de personas y contra las que no existe vacuna: el hambre, la pobreza y la desigualdad.

En su discurso, Clara Pardo, presidenta de Manos Unidas, se ha referido a la vulnerabilidad de todas las sociedades, las ricas y la empobrecidas, ante la llegada del coronavirus. “De poco han servido nuestros muros y fronteras, implacables frente a lo que se consideran amenazas a nuestro bienestar, pero absolutamente permeables a una amenaza microscópica que, de alguna manera parece, aunque no las tengo todas conmigo, nos ha hecho conscientes de nuestra propia vulnerabilidad. Y lo digo, porque, aunque la pandemia señala lo contrario, nuestra aldea global parece hoy más dividida que nunca entre el rico Norte y el Sur empobrecido”, ha explicado Pardo.

Para la presidenta de Manos Unidas, es inaceptable que la crisis sanitaria, sin precedentes en el último siglo, a la que nos enfrentamos “esté relegando al olvido a otras crisis y emergencias que matan y causan más estragos que el virus y de las que, nunca nadie parece acordarse: el hambre y la pobreza”. Emergencias que, en su opinión, “derivan de la pandemia más dolorosa y más vergonzante a la que se enfrenta el ser humano: la de la desigualdad”. Una desigualdad que ha llevado a que el número de personas que pasan hambre supere los 800 millones y a que en el mundo haya 1300 millones de personas afectadas por la pobreza.

El hambre y la pobreza derivan de la pandemia más dolorosa y más vergonzante a la que se enfrenta el ser humano: la de la desigualdad. 

Estas situaciones de hambre y pobreza, con todo lo que conllevan, no se darían si en el mundo no imperase la desigualdad; si realmente en el mundo existiera una preocupación por el bien común y se actuara, en consecuencia, de manera solidaria. “Estamos lejos de ello, pero lo podemos conseguir”. 

Carta del Arzobispo de Granada a los fieles católicos de la diócesis

Mensaje de D. Javier Martínez en apoyo a la Campaña contra el hambre de Manos Unidas. 

Cuando llega el mes de febrero, cada año llama a nuestra puerta la Campaña contra el Hambre que promueve la Asociación de la Iglesia Manos Unidas. Por diferentes caminos eclesiales y sociales llega la generosidad de muchas personas a Manos Unidas, una obra de manos grandes de la Iglesia en España destinada a socorrer, en la medida de nuestras fuerzas, a los más pobres del mundo. Desde hace más de sesenta años esto viene sucediendo así, y año tras año Granada ha ido asumiendo y atendiendo los proyectos que le eran asignados.

En este año la llamada de los pobres del mundo es mucho más fuerte, tiene que ser mucho más fuerte, por necesidad. Han surgido nuevas necesidades, y las habituales se han hecho más graves y dolorosas. Es verdad que entre nosotros, y con frecuencia muy cerca de nosotros, sentimos las diferentes formas de pobreza que la Iglesia —el pueblo de Dios, el Cuerpo de Cristo— trata de atender lo mejor que puede. Es admirable la abundancia de iniciativas de ayuda que están naciendo en la comunidad eclesial, con una generosidad y una creatividad grandes. Damos gracias a Dios por ello. Y sin embargo, no podemos olvidar a los que sufren hambre por todo el mundo, de unas maneras y con pobrezas que nos resulta difícil siquiera imaginar. Ni podemos ni queremos olvidarlos. Ellos son destinatarios, también de muchas formas, de la acción caritativa y promocional de la Iglesia, que, sin embargo, no llega, como es comprensible, a todos los lugares y a todas las necesidades. Aquí se inserta la obra de Manos Unidas, que ha sido siempre un aldabonazo fuerte en nuestro contexto cultural y eclesial. Debe seguirlo siendo.

Nuestras carencias y necesidades, por grandes que sean no son, no pueden ser, una excusa para no ser generosos desde nuestra pobreza.

Es verdad que en todo el mundo la pandemia ha multiplicado las necesidades, y los proyectos que tiene asignada nuestra Diócesis se han revestido de una urgencia y de una gravedad especiales. Y, por otra parte, el estado de alarma, con las limitaciones que impone, va a hacer difícil la organización de actos de presentación de la Campaña, encuentros de oración y otras iniciativas, así como la cuestación habitual en el ámbito público. Y sin embargo, insisto, como en otras dimensiones y en otras tareas de la vida de la Iglesia, estas dificultades no tienen que hacer disminuir la generosidad de nuestra aportación a los más necesitados del mundo. Al revés. Si uno de los frutos más amargos de la pandemia es la tentación de recortar nuestra humanidad, mediante el miedo y la desconfianza, hemos de resistirnos con todas nuestras fuerzas a esa reducción. Y el mejor modo de que nuestra humanidad no se empequeñezca es que nuestra sensibilidad hacia los más necesitados y nuestra generosidad crezcan. La “economía” que nace del Evangelio (la ley —nomos— de este hogar —oikos— que es el mundo), sólo será una economía plenamente humana si tiene como horizonte último y como tendencia la gratuidad como forma y estilo de vida: “lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis” (Mt 10, 8).

En este contexto preciso, suplico a las parroquias, comunidades, asociaciones, hermandades, colegios de la Iglesia y otros lugares en los que se reúnan fieles de la diócesis, que presten una atención especial a la Campaña de este año de Manos Unidas. Incluso sugiero que la cuestación o colecta de las parroquias o en otros lugares, allí donde el párroco lo vea conveniente, se extienda, no sólo a este domingo (14 de febrero), sino también al domingo siguiente (21 de febrero), de forma que los fieles tengan más tiempo para sumarse a la Campaña contra el hambre en el mundo. Nuestras carencias y necesidades, por grandes que sean no son, no pueden ser, una excusa para no ser generosos desde nuestra pobreza. Recordemos el episodio evangélico del óbolo de la viuda (Lc 21, 1-4). Y recordemos también que el Dios Vivo no se va a dejar ganar en generosidad por ninguna criatura.

El lema de este año es, de manera expresiva, CONTAGIA SOLIDARIDAD. Necesitamos un contagio de solidaridad, de fraternidad, de amor a la gratuidad. Y no sólo en virtud de las muchas necesidades que tiene el mundo y que acaso en parte podemos paliar, sino también por nosotros mismos. Porque sólo ese contagio puede remediar o aliviar el mal más grande que este mundo tiene, que tenemos también nosotros, y del que seguramente todos estamos contagiados de una u otra forma, que es una vida sólo orientada a la avaricia, a la pasión de acumular. Esa pasión mata. Mata a muchos en los lugares más pobres y necesitados, pero mata al mundo entero, nos mata también a nosotros mismos. La Campaña de Manos Unidas nos da la ocasión de “remar” un poco en dirección contraria, de remar hacia un mundo mejor y una vida más verdadera. Abramos nuestro corazón a aquellos pobres que, aunque estén lejos físicamente, no pueden estar de nuestro corazón, unidos como estamos en el Cuerpo de Cristo y en el Corazón del Padre.

Con mi afecto y mi bendición,

+Javier Martínez
Arzobispo de Granada

Carta pastoral del obispo de Guadix para la
Campaña de Manos Unidas contra el Hambre 2021

El obispo accitano ha querido dirigirse especialmente a los fieles durante esta 62 Campaña contra el hambre de Manos Unidas.

Queridos hermanos todos:

Como hace más de sesenta años, en medio del desequilibrio mundial que provoca la COVID-19, Manos Unidas nos invita a dilatar nuestra mirada y a ser conscientes de la pandemia del hambre y de la falta de los bienes más básicos para la vida en muchísimos hermanos nuestros.

La necesidad de protegernos pone de manifiesto con más fuerza a los más desprotegidos del planeta, a los que sufren con mayor virulencia no tener los bienes necesarios para vivir con dignidad. Golpea a nuestra comodidad que millones de hermanos nuestros carezcan de recursos, no sólo para combatir este virus mortal, sino para alimentarse, poderse confinar en un hogar, o tener información médica para una prevención digna. Es un dolor comprobar que, hasta los protocolos de confinamiento, educación y de prevenciones socio-sanitarias se convierten en un privilegio de algunos y en un déficit para muchos.

Manos Unidas, ONGD (Organización No Gubernamental para el Desarrollo) de la Iglesia católica, guiada por el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, quiere trabajar por el Reino de Dios combatiendo el hambre y todas las causas que lo desencadenan. Es una institución que sigue apostando por la dignidad de las personas y que asume los costes necesarios en esta misión, ayudando a restaurar la dignidad de los seres humanos más vulnerables en todo el orbe, luchando contra las múltiples formas del hambre y la pobreza con proyectos concretos y ayudando a liberar de la pobreza, la exclusión, la violencia o la explotación.

Este lema nos invita a interrogarnos sobre nuestra comunión de bienes, a fomentar las actitudes de colaboración que sirvan para frenar el hambre y la pobreza de ciento de millones de personas en el mundo. Motivar la solidaridad es reforzar los compromisos y la consecución de la única Misión.

Este año, siguiendo con el trienio propuesto a favor de los Derechos Humanos (2019 – 2021), se propone seguir expresando la corresponsabilidad humana, dando a conocer y denunciando la existencia del hambre y de la pobreza, sus causas y sus posibles soluciones. Así lo recoge el lema para esta campaña 2021, Contagia solidaridad para acabar con el hambre.

El Papa Francisco nos recuerda en Fratelli Tutti que el bien común sólo lo construiremos al sentir al otro tan importante como a nosotros mismos, que “la caridad social nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no sólo individualmente, sino también en la dimensión social que las une” (FT 182).

Que todos somos hermanos porque somos hijos de un mismo Padre, la llamada fraternidad universal, nos lanza a la verdadera solidaridad para acabar con el hambre. Este lema nos invita a interrogarnos sobre nuestra comunión de bienes, a fomentar las actitudes de colaboración que sirvan para frenar el hambre y la pobreza de ciento de millones de personas en el mundo. Motivar la solidaridad es reforzar los compromisos y la consecución de la única Misión.

El pasado 24 de enero se lanzaba la campaña que nuestra delegación diocesana de Guadix asume para este año 2021 y que culminarán el domingo 14 de febrero, con la celebración de la Jornada Nacional y la colecta en favor de Manos Unidas en todas las parroquias de España. El vienes anterior, 12 de febrero, será el Día del Ayuno voluntario.

Agradecemos a la delegada diocesana, a su consiliario, así como a los distintos colaboradores y voluntarios de Manos Unidas en nuestra Diócesis, que no escatimen esfuerzos ni tiempo para animar una nueva campaña que a todos nos une en un mismo objetivo común. A todos os invito a una respuesta personal y económica generosa, a dedicar tiempo como voluntarios, vocales y responsables en la Delegación, como donantes y bienhechores, es decir, a ser discípulos del Señor que hoy nos dice “dadles vosotros de comer” (Lc 9, 13) contagiando solidaridad para acabar con el hambre de tus hermanos.

Que esta pandemia nos haga más generosos que nunca, una Iglesia Hospital de Campaña, que sabe arriesgar, mirar de frente y abrir las manos y el corazón.
Con mi afecto y bendición.

+ Francisco Jesús Orozco Mengíbar
Obispo de Guadix